Otra razón del descontento francés fue el creciente poder económico y militar de Alemania. A finales del siglo XIX, Alemania se industrializó rápidamente y su gasto militar aumentó dramáticamente. Esto provocó en Francia temores de que Alemania estuviera planeando hacer la guerra contra ellos, y sintieron la necesidad de armarse en respuesta.
Finalmente, Francia y Alemania tenían intereses encontrados en Europa. Francia apoyó el status quo, mientras que Alemania buscaba expandir su poder e influencia. Esto provocó desacuerdos entre los dos países sobre cuestiones como el futuro de Alsacia-Lorena y el equilibrio de poder en Europa.
Estos factores se combinaron para crear una atmósfera tensa y hostil entre Francia y Alemania, que culminó con el estallido de la Primera Guerra Mundial en 1914.