Objetivos divergentes: Los aliados habían entrado en la guerra con objetivos diferentes. Estados Unidos y Gran Bretaña buscaron derrotar a Alemania y establecer un orden estable de posguerra, mientras que la Unión Soviética también quería expandir su influencia en Europa del Este. Estos objetivos divergentes hicieron difícil llegar a un acuerdo sobre cuestiones clave.
Planes competitivos para Alemania: Los aliados tenían ideas diferentes sobre lo que se debería hacer con Alemania después de la guerra. Estados Unidos y Gran Bretaña querían desmilitarizar y democratizar Alemania, mientras que la Unión Soviética quería dividir Alemania en zonas de ocupación y obtener reparaciones. Estos desacuerdos dificultaron llegar a un acuerdo sobre una política común hacia Alemania.
Tensiones personales: Los líderes de los Tres Grandes (Harry Truman de Estados Unidos, Joseph Stalin de la Unión Soviética y Winston Churchill (y más tarde Clement Attlee) de Gran Bretaña) tenían personalidades y estilos de liderazgo muy diferentes. Stalin, en particular, era conocido por su naturaleza despiadada y suspicaz. Estas tensiones personales dificultaron el establecimiento de confianza y simpatía entre los líderes.
La bomba atómica: La exitosa prueba de la bomba atómica por parte de Estados Unidos en julio de 1945 cambió la dinámica de la conferencia. Truman informó a Stalin sobre la bomba, pero no compartió ningún detalle sobre su poder o cómo funcionaba. Esto hizo que Stalin sintiera sospechas e incertidumbre sobre las intenciones de Estados Unidos.
Tensiones emergentes de la Guerra Fría: La Conferencia de Potsdam tuvo lugar en un momento en que la alianza de guerra entre Estados Unidos y la Unión Soviética ya estaba empezando a desmoronarse. Esto se reflejó en las dificultades que tuvieron los aliados para llegar a un acuerdo sobre cuestiones clave, así como en la retórica cada vez más hostil entre las dos partes.
Como resultado de estos factores, la Conferencia de Potsdam fue finalmente un fracaso. Los aliados no lograron llegar a un acuerdo sobre una serie de cuestiones clave, incluido el futuro de Alemania, el destino de Polonia y el establecimiento de una organización internacional de posguerra. La conferencia también marcó el comienzo de la Guerra Fría, cuando Estados Unidos y la Unión Soviética emergieron de la guerra como superpotencias rivales.