Durante estos períodos, tanto Francia como Alemania experimentaron importantes avances tecnológicos, una mayor urbanización y el surgimiento de industrias a gran escala como las del acero, el carbón y los productos químicos. Esta industrialización condujo a la prosperidad económica y a una mejora general del nivel de vida de muchos ciudadanos. Ambos países establecieron imperios coloniales que ayudaron a apoyar la expansión industrial.
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