1. Fuerza militar: Alemania tenía un ejército poderoso y bien equipado, con una poderosa fuerza aérea (la Luftwaffe), un ejército altamente entrenado y disciplinado (la Wehrmacht) y una armada eficaz (la Kriegsmarine). El ejército alemán había logrado éxitos significativos en las primeras etapas de la guerra, conquistando rápidamente grandes territorios en Europa.
2. Tácticas de guerra relámpago: Alemania empleó una nueva estrategia militar conocida como "Blitzkrieg", que se basó en ataques rápidos y concentrados utilizando fuerzas combinadas de tanques, infantería y apoyo aéreo. Esta estrategia permitió a Alemania lograr victorias rápidas y decisivas contra oponentes desprevenidos.
3. Capacidad Industrial: Alemania tenía una fuerte base industrial y podía producir grandes cantidades de armas, municiones y otro material de guerra. Esto permitió a Alemania sostener un conflicto prolongado y reponer sus pérdidas militares.
4. Avances tecnológicos: Alemania estaba a la vanguardia de la tecnología militar y desarrolló varios sistemas de armas avanzados, como el cohete V-2, que representaba una amenaza importante para las ciudades aliadas.
5. Alianzas y Diplomacia: Alemania formó alianzas estratégicas con otros países, como Italia y Japón (las potencias del Eje), y participó en maniobras diplomáticas para dividir a los aliados y ganar posiciones favorables en la guerra.
6. Liderazgo e ideología: Alemania estaba dirigida por Adolf Hitler, un líder carismático y radical que siguió una política exterior expansionista y agresiva. La ideología de Hitler, basada en la superioridad racial y las ambiciones territoriales, motivó a Alemania a buscar el control de Europa y más allá.
Estos factores se combinaron para hacer de Alemania un adversario formidable para las potencias aliadas durante la Segunda Guerra Mundial, lo que representó una gran amenaza para su seguridad, integridad territorial e intereses políticos.