Durante el asedio, Leningrado sufrió enormemente. La ciudad fue sometida a intensos bombardeos aéreos y fuego de artillería, lo que provocó una destrucción generalizada y un gran número de víctimas civiles. La población de la ciudad experimentó una grave escasez de alimentos, combustible y otros suministros esenciales debido al bloqueo. Las duras condiciones invernales agravaron aún más la situación, provocando hambrunas, enfermedades y un elevado número de muertes entre la población.
Los defensores de Leningrado, tanto militares como civiles, demostraron una increíble resistencia y determinación al resistir el avance alemán y evitar que la ciudad fuera capturada. El asedio tuvo un profundo impacto en Leningrado, provocando una importante pérdida de vidas y dejando cicatrices duraderas en la ciudad y sus habitantes.