Sin duda el conocimiento de la supuesta primera cultura indígena de La Península Ibérica, es decir, los tartessos, sigue siendo hoy en día uno de los mayores quebraderos de cabeza para historiadores y arqueólogos. Es cierto que no existe una postura oficial al respecto, pero hoy se da por sentado que estamos hablando de la primera entidad política autóctona de la Península Ibérica.
En este artículo intentaremos arrojar un poco de luz sobre el estado actual de las investigaciones, por cierto muy escasas, a modo de resumen conoceremos los principales aspectos sociales, económicos, culturales. y aspectos religiosos especialmente los primeros pasos de la cultura tartésica. Todo ello desde una actitud de curiosidad y cuestionamiento, frente a políticas nacionales claras que dan la espalda al intento de los profesionales del sector de sacar a la luz la verdad sobre Tartessos.
Donde se desarrolló Tartessos.
Es evidente que lo primero que debemos saber es el espacio geográfico donde surgió la cultura tartésica. Hoy en día existe un consenso generalizado en que esta cultura surgió aproximadamente en el siglo X a.C., en el triángulo que forman las actuales ciudades de Huelva, Cádiz y Sevilla, pero más concretamente en torno a los cursos bajos de los ríos Guadiana y Odiel, o al menos eso. Refleja los hallazgos arqueológicos. Cabe destacar que posteriormente se expandirá al resto de lo que hoy es Andalucía y Extremadura.
Este espacio geográfico en torno al citado siglo X a.C., está adscrito a la cultura prehistórica del Bronce Atlántico final. Uno de sus restos arqueológicos que denotan su particularidad son las estelas de guerreros, que son grandes losas de piedra grabadas con figuras de un guerrero. Debido a la descontextualización con la que se encontraron la gran mayoría, en un principio fueron asignados como mojones para sus tumbas. Pero la falta de registros óseos, no sólo en torno a su descubrimiento, sino también en el espacio geográfico asignado al inicio de la supuesta cultura tartésica, ha llevado a un consenso en que se trata de marcadores territoriales, ya sean lugares agrícolas, mineros o simplemente. por cierto.
Este hecho, junto con la falta de enterramientos, puede ser uno de los signos de que estamos ante una cultura diferente, tanto al resto de la Península Ibérica, como a la de sus futuros miembros proceden de fuera, véanse fenicios y griegos. Para solucionar el problema sobre la forma de despedir a sus muertos, los expertos ven en unos restos arqueológicos encontrados en los ríos de la zona, una posible respuesta.
Embalse de la Ría de Huelva.
En la primavera de 1923, mientras limpiaba el fondo de la Ría de Huelva, una draga extrajo 397 piezas de metal del fondo. La gran mayoría eran armas y entre ellas destacaban algunos de los mejores ejemplos de espadas lengua de carpa de la Península. Junto a ellos, lanzas, puñales o puntas de flecha completaban el atuendo de un supuesto guerrero tartésico, pero a esto hay que sumarle adornos como broches y alfileres.
Era fácil creer que llegaron allí debido al hundimiento de algún barco mercante, pero hallazgos posteriores cuestionaron esta hipótesis, entre ellos un casco griego o una estatuilla del dios Melkart. Además de las diversas fechas que dieron fechas, incluiste entre 1300 y 750 a.C.
Con todo esto, Belén y José Luis Escacena, profesores de la Universidad de Sevilla, propusieron una hipótesis en 1995. El ritual para el traslado de sus muertos por parte de los habitantes de Tartessos consistía de depositarlos mediante algún sistema en los ríos de la zona, junto a ellos el típico ajuar. Este hecho no es exclusivo de la cultura tartésica, sino que es una corriente que proviene de las culturas atlánticas, ya que se han encontrado vestigios similares en diferentes zonas y en ocasiones incluso junto a restos óseos.
Yacimiento de la Ría de Huelva
A pesar de ello, esta falta de exclusividad no puede restar ni un ápice de importancia al hecho diferenciador con las costumbres mayoritarias en la Península Ibérica, antes y durante la cultura de Tartessos, evidentemente hablamos sobre entierro y cremación. Por cierto, prácticas que adoptaron nuestros protagonistas, tras la llegada de fenicios y griegos a la Península Ibérica, cambiando su peculiar forma de despedirse de sus familiares.
Dar también que esta postura encuentra sus detractores, que ven muy difícil que todos los materiales depositados a lo largo de un amplio espacio temporal acaben en el mismo destino. Estos siguen apostando por el hundimiento de un supuesto barco, o una deposición ante el fin de un linaje que perdió sus posesiones. En ambas poses se pierden detalles, como el casco griego.
La religión de los tartésicos.
Un pequeño párrafo para recordar la religión como la gran desconocida de esta supuesta cultura tartésica. El hecho diferencial de despedir a sus muertos en un entorno natural puede llevarnos a interpretar prácticas religiosas arraigadas en la naturaleza, posiblemente muy similares a las celtas o íberos. Es evidente que hablamos de su religión intrínseca, ya que tras el contacto con fenicios y griegos adoptaron, como en el caso de las ciudades que veremos a continuación, tradiciones no autóctonas.
A partir de este momento entraría en juego uno de los yacimientos arqueológicos más importantes de la Península, en relación con el mundo de Tartessos. Estamos hablando de Cancho Roano En la provincia de Badajoz, según todos los indicios un templo religioso. Pero en mi opinión no es muy definitorio conocer esta religión tartésica, sólo hay que recordar que este yacimiento está fechado aproximadamente en el 550 a.C., fecha en la que comienza el colapso de los tartésicos y el paso al pueblo prerromano. de los turdetanos.
¿El nacimiento de las ciudades tartésicas?
Dos han sido las posturas principales dentro de la historiografía para el conocimiento de la génesis de la cultura Tartessos. El primero de ellos denominado “colonialista ” nos muestra al principio un sustrato oriental, sus defensores ciertamente cada vez menos, confían en la llegada de los fenicios y los griegos. Desde el siglo X a.C., y previo a los primeros asentamientos de estas culturas en la Península, fueron introducidas entre los indígenas de la última Edad del Bronce Atlántico, cambiando sus costumbres y creando esta cultura tartésica.
Pero el que con mayor evidencia se defiende es el “evolutivo posición ". También se basa en la llegada de los fenicios y griegos, pero para interactuar comercialmente con los indígenas y formar esta supuesta sociedad tartésica. A través de estos contactos, las élites locales introducirán estas nuevas costumbres, adaptándolas a la idiosincrasia de la población autóctona. Es en este lugar donde aparecen las ciudades de la Península Ibérica, dejemos de lado si son fenicias, los primeros orientales en asentarse, o son tartésicas, ya que sigue siendo tema de discusión diaria entre los expertos, sino más bien explicar hasta el famoso tesoro de Carambolo, que un día se alza como tartésico y al siguiente como fenicio.
Los asentamientos del siglo X a.C., es decir del inicio de Tartessos, son los asentamientos típicos de la prehistoria reciente de la Península Ibérica, en este caso en la forma de casas circulares de una sola estancia y con materiales poco duraderos. Sin duda, como era habitual entre las economías dedicadas a la agricultura y ganadería de subsistencia, regidas por algún tipo de entidad superior, como nos muestran las estelas guerreras. Pero algo cambió con la llegada de los primeros fenicios en el siglo IX a.C. Como es sabido, esto se produjo, entre otras cosas, para obtener minerales con los que pagar tributo a los asirios. Así que la sierra de la actual Huelva se convirtió en su destino, el oro, la plata, el cobre o el estaño era su reclamo.
Esto produjo un rápido cambio en los asentamientos, los fenicios aportaron sus casas rectangulares, con diferentes estancias e incluso dos niveles. Todos ellos en torno a calles estructuradas y la apariencia de edificios públicos, ya sean económicos, políticos o religiosos. Ambos aspectos son importantes para asignarles el cambio de nomenclatura de pueblos a ciudades. De esta primera fase son ciudades como la actual Cádiz o el asentamiento de Doña Blanca, ambas claramente adscritas a los fenicios. Pero también otros como Huelva, que como veremos más adelante siguen teniendo serias dudas a la hora de destinarlos a uno, al otro o a ambos.
El tejado viejo.
Sin duda uno de los yacimientos más significativos de esta transición, también el más claramente adscrito a una cultura autóctona, la tartésica, aunque utilizando la fisonomía de las ciudades fenicias de la costa. . Su extensión de más de 6 hectáreas revela una ciudad de tamaño medio, a medio camino entre las zonas de extracción de minerales y sus puertos marítimos.
Estamos pues ante una de las primeras ciudades supuestamente tartésicas, bien organizada por manzanas y calles, pero aún en la incipiente fase de separación de lo público y lo privado. Hay que destacar que su técnica constructiva a base de un basamento de piedra que se apoya sobre la montaña sin ningún tipo de cimiento, es la habitual en las culturas mediterráneas de aquella época.
La cerámica de los tartésicos.
Como se sabe en la prehistoria, desde el Neolítico, uno de los mejores marcadores de las diferentes sociedades o culturas son los restos de cerámica. Tartessos también encuentra en este aspecto un hecho diferenciador. Aunque hablamos de una época en la que la cerámica boquique inundó gran parte de la Península Ibérica, en el espacio geográfico asignado a la cultura tartésica aparecen dos bien diferenciadas.
Por un lado encontramos lo que podemos llamar vajilla de uso diario, se trata de la rejilla cerámica bruñida. De color oscuro y rudimentariamente elaborado a mano o en un torno lento, su apariencia es bastante tosca. Por otro lado, la denominada cerámica pintada estilo Carambolo , ofrece una apariencia mucho mejor, debía ser la vajilla de las clases altas. Su elaboración no debía ser muy distinta a la anterior, pero pintada con tonos rojos sobre fondo ocre, su aspecto era mucho más agradable.
La llegada a la historia de Tartessos.
Hasta ahora hemos hablado de enterramientos, hábitats o cultura material, aspectos todos ellos que nos ayudan a diferenciar a los tartésicos de otras sociedades prehistóricas de la Península Ibérica. Pero con la llegada de los griegos en el siglo VII a.C., de repente nos encontramos con que, aparte de la evidencia arqueológica, tenemos evidencia escrita que respalda la existencia de esta cultura tartésica.
Sin duda el principal proviene del padre de la historia occidental. Heródoto nos describe los contactos de los griegos focenses con el rey Argantonio, en algún momento entre los siglos VII y VI a.C. También nos lo describe como un rey que ejerce la tiranía como forma de gobierno. Cabe recordar que este adjetivo no es nada peyorativo en el mundo griego, que ve en los tiranos a aquellos que proporcionaron a la Antigua Grecia las mejoras económicas que llevaron a la llegada de la democracia griega. Por eso no es de extrañar que Heródoto nos describiera a Argantonio como un buen rey que ayudó a su pueblo e incluso a los griegos.
La cuestión de la longevidad de este rey, 120 años de ellos 80 en el cargo, suele resolverse con el pensamiento de encontrarnos ante una dinastía, todas ellas con el mismo nombre. Pero también en esta relación de reyes tartésicos, según el profesor Gonzalo Bravo, aparecen otros nombres, algunos de ellos míticos como Nórax o Gargoris, junto a otros supuestamente reales como el rey Habis.
Los Tartessos en la época orientalizante.
A partir de aquí, entre las pocas fuentes literarias y arqueológicas, se nos ha presentado esta primera entidad política en forma de estado en la Península Ibérica. Supuestamente con una gran capital llamada Tartessos, de la que a pesar de los esfuerzos de A. Shulten, entre otros, todavía desconocemos su paradero.
Como se refleja anteriormente, la llegada de los fenicios y los griegos transformó esta sociedad. Su economía podría ser una de las más prósperas del Mediterráneo. Su minería, especialmente en materia de plata, complementada con los avances tecnológicos que llegaron con los fenicios, hizo que su orfebrería viajara por el Mediterráneo. El torno de alfarero se generalizó para la producción en masa de cerámica de alta calidad, junto con la introducción de la metalurgia del hierro.
Sortija de oro procedente de la Necrópolis de la Joya de Huelva
Todo ello de la mano de mejoras ganaderas y agrícolas, especialmente en el uso de las ricas tierras para la producción de vid y olivo, productos de alto retorno económico. Esto proporcionó a las élites locales obvias que emprendieron las mejoras antes mencionadas en las ciudades, además de sus fortificaciones.
Necrópolis de La Joya en Huelva.
Pues todo este espectacular Tartessos aún está esperando una confirmación clara de su existencia. Mientras historiadores y arqueólogos siguen buscando evidencias, parece que nuestras autoridades no han estado ni están a punto de desenterrar esta primera entidad política de la Península Ibérica, o al menos eso puedo deducir, de hechos como el que quiero exponer. narra a continuación.
Hace unos meses en Caminando por la historia nos referíamos a Asta Regia, el yacimiento cercano a Jerez de la Frontera, como un posible Tartesso (si quieres conocerlo sigue este enlace). Unos días después, a través de las redes sociales, se puso en contacto con nosotros uno de los arqueólogos encargados de las excavaciones en el centro de Huelva, en los años 80. Su respuesta me llamó la atención; “Que nadie busque Tartessos, porque está debajo de Huelva y de allí nadie la va a sacar”. Además de asegurar que en ese lugar se encontraban las tumbas reales de los reyes tartésicos. Se refería, entre otros, al yacimiento arqueológico de la necrópolis de La Joya de Huelva, como ejemplo me envió estas dos fotografías en un periódico del 29 de diciembre de 1982, sin duda, como dicen, no tienen precio.
Como obviamente no podemos garantizar nada, debemos acudir a los museos, para localizar algunas de las piezas extraídas del lugar antes de que el sitio fuera abandonado, y echarle tierra, al menos al menos en ciertas partes. Parece que las autoridades municipales temieron por sus planes urbanísticos.
Museo de Huelva.
Según el director de este museo en 2015, Sr. Pablo S. Guisande. La necrópolis de La Joya de Huelva contaba con al menos 19 tumbas con abundantes evidencias de que sus inquilinos pudieron ser reyes tartésicos. Entre otros elementos se encontraron gran cantidad de joyas de oro, plata y bronce, además de elementos extraños como marfil o huevos de avestruz.
De todos ellos, podemos destacar una pieza encontrada en la tumba nº 17 que sirvió como tapacubos de un coche, hecho que demuestra el alto estatus del individuo que allí se encontraba. . También podemos destacar dos vasos con una fisonomía única en el mundo, hecho diferencial que nos puede referir a una cultura única. Uno de ellos compartía tumba con el elemento anterior, se trata de un jarrón con una flor de loto invertida con un soporte en forma de cono. El otro fue encontrado en la tumba siguiente, el número 18, y es un curioso cántaro con asa en forma de ciervo y tapa en forma de caballo. Os dejo la web del museo al final para que podáis conocer el resto de elementos.
Jarrones de la Necrópolis de La Joya de Huelva
Conclusiones.
Hemos comenzado diciendo que estamos ante uno de los periodos más significativos de la protohistoria de nuestra Península Ibérica. Sin duda, poder descubrir algún día los inicios de nuestra historia es una tarea apasionante. La mítica capital de Tartessos podría revelarnos muchos secretos y también poder compararla con ciudades históricas de esta época, como Atenas o la propia Roma dando sus primeros pasos.
Los detractores de esta supuesta primera cultura hispánica, suelen subrayar el parecido con los fenicios. Y digo, más de 300 años de convivencia son suficientes para adquirir comportamientos y aprender de otras culturas para lograr el propio progreso. Del registro arqueológico se desprende claramente que los tartésicos aprendieron mucho de los fenicios, y estos últimos han pasado a la historia como comerciantes. Por tanto, el espacio de convivencia y no de ocupación parece el más lógico para encontrar la verdad sobre el mundo de los tartésicos. Intentaremos estar atentos a las novedades que sigan surgiendo sobre este apasionante tema.
Os dejo una de las historias más entretenidas que podréis encontrar sobre el mundo tartésico de la pluma de Manuel Pimentel.
Más información:
Tarteso y la época colonial, María Pilar San Nicolás, Tema 9 de Prehistoria Reciente de la Península Ibérica, Ed. Uned, 2013.
Nueva Historia de la España Antigua, Gonzalo Bravo, Ed, Alianza, 2011
Imágenes:
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