
La historia de Viriato es la historia del héroe que cada pueblo necesita para mantener la memoria de sus orígenes. Aunque a veces es fácil pensar que también es la historia que Roma necesitaba, para engrandecer la conquista del territorio más valioso que logró en sus mil años de historia. Personalmente creo que es una historia apasionante, a medio camino entre la realidad y la ficción, por lo que es sumamente difícil encontrar la frontera entre una y otra. Lo que sabemos evidentemente nos llega a través de los ojos de sus oponentes. Sólo me queda añadir antes de empezar, que fue un placer volver a encontrarme con esta historia en mi única visita a esa maravillosa ciudad que es Zamora.

Viriato en Zamora
Lusitania, año 151 a.C.
Al mismo tiempo que un grupo de lusitanos regresaba de su último botín de trigo a sus vecinos vacceos. Servio Sulpicio Galba , legado de Roma, urdió un plan para poner fin a los habituales disturbios de los lusitanos en los territorios protegidos por Roma. Está claro que conocían muy bien las necesidades de los pueblos descendientes de los celtas. Su territorio, rico en minerales, no ofrecía las mejores condiciones para la agricultura. Su forma de vida ligada al mundo de la ganadería, especialmente los caballos, necesitaba de grandes pastos, y las montañas agrestes no eran el mejor lugar para plantar cereales. Posiblemente no eran los mejores comerciantes, de ahí que necesitaran de las incursiones entre los vacceos, los vetones o los carpetanos, para hacerse con su grano.
Galba propuso a los lusitanos establecerse en tres fértiles zonas fronterizas. Allí las legiones romanas tuvieron que colaborar en la construcción de nuevas ciudades, y dotarlas de buenas comunicaciones, estaba en marcha la supuesta romanización de los lusitanos. El día propuesto, tres grandes tribus lusitanas se separaron en los tres territorios propuestos. Es difícil creer lo que pasó después; los romanos pidieron a los lusitanos que depusieran las armas; “un campesino no los necesita ”. Curiosamente, estuvieron de acuerdo, sólo podemos imaginar que pensaron que se los devolverían más tarde. La siguiente orden fue matar a todos, hombres, niños, mujeres o ancianos. La acción se repitió en los otros dos lugares propuestos.
Servius Sulpucio Galba acababa de manchar el nombre de Roma. El senado romano quedó profundamente avergonzado, pero el dinero lo es todo, con él compró el perdón de los senadores de Roma. Pero lo que no pudo comprar es la reacción de los lusitanos, ese mismo día de entre las tribus ejecutadas o de alguna cercana, un hombre llamado Viriato, decide oponerse a la conquista romana de Hispania. Según algunos era un humilde pastor, según otros ya debía tener algún tipo de cargo dentro del estamento guerrero. No le importa si estuvo o no en la masacre de Galba. No era necesario odiar profundamente al pueblo romano.
Cuatro años después en un lugar de Turdetania.
Año 147 a.C. C. En esa época surge la antigua Turdetania, que los romanos llamaron Bética en honor al gran río Betis que lo atravesaba, fue defendido por el pretor Cayo Vetilio. La defensa no fue en vano, ya que se trataba de una de las regiones romanas más prósperas, gracias a su minería, su agricultura y sus posibilidades comerciales a través del río que hoy conocemos como Guadalquivir.

Las campañas de Viriato contra Roma
10.000 lusitanos vestidos con armaduras ligeras, escudo de tipo celtíbero, su pequeña lanza y su inseparable falcata, preparaban el asalto a alguna rica ciudad turdetana. Posiblemente sin darse cuenta de que otros 10.000 legionarios romanos los tenían prácticamente rodeados. Sin duda cualquiera podría recordar lo ocurrido cuatro años antes, en fin, el plan parecía el mismo. Los lusitanos, ante las dificultades que supone huir del lugar, deciden enviar dos emisarios para negociar un acuerdo estable. La propuesta de los romanos era idéntica a la anterior. Los jefes lusitanos discuten las posibilidades, momento en el que surge la figura de Viriato, de no entregar nada, quizá no recordaban lo ocurrido cuatro años antes.
A la mañana siguiente de las deliberaciones, 1.000 lusitanos a caballo se presentan ante las legiones romanas. Esperan un ataque frontal, pero los lusitanos tienen otro plan. Los hombres a pie detrás de los caballos comienzan a huir del lugar del conflicto, los intentos de persecución de los romanos son defendidos por escaramuzas de los veloces caballos lusitanos. Durante al menos dos días los lusitanos jugaron al gato y al ratón con las tropas romanas. Justo el tiempo que necesitaron los hombres a pie para preparar el hoyo en las inmediaciones de la ciudad de Tríbola, hoy desconocido. Ahora era el momento de huir con los veloces caballos, los romanos sólo podían seguir su rastro desde lejos. La emboscada estuvo bien preparada, más de 4.000 romanos perecieron bajo las falcatas lusitanas o cayeron en los barrancos cercanos.
El resto huyó a la ciudad de Carpessos, donde contrataron a 5.000 mercenarios celtíberos que corrieron la misma suerte en su enfrentamiento con los lusitanos. Aunque esta última parte del relato hace aguas por el aspecto geográfico, nos quedamos con el hecho de que en ese momento los celtíberos no habían iniciado su lucha contra Roma, única explicación válida para la historia que nos cuenta Apia. Pero lo cierto es que los lusitanos habían encontrado un héroe, y los romanos el pretexto ideal para seguir exigiendo dinero al Senado romano.
Viriato, el líder de los lusitanos.
Ciertamente vistos los detalles que nos dejaron los narradores romanos de la conquista de Hispania, es difícil precisar el momento en que Viriato se convirtió en el caudillo o líder militar de los lusitanos. Pero seguro que tras la victoria en Tribola su figura salió fortalecida. La buena fe de ello nos la dio Diodoro, quien nos narró la imponente boda de Viriato con la hija del poderoso Astolpas, el lujo que nos narró de aquella ceremonia, viene a señalar, ya sea el enorme poder económico de los lusitanos, o en otras ocasiones el engrandecimiento de los rivales conquistados por Roma.
Los años siguientes encontramos a los lusitanos vagando libremente por grandes zonas dominadas por los romanos, las victorias oscilaban de un lado a otro, pero los romanos no podían controlar las campañas lusitanas. En el año 146 a. C. mientras Viriato y sus hombres saqueaban el sur del río Tajo, dentro de los límites de la localidad celta de los Carpetanos, Roma decidió enviar a sus dos pretores a Hispania para acabar con los lusitanos. El resultado fue el habitual, ya que la táctica utilizada por Viriato siempre le dio sus mejores resultados contra los ejércitos más numerosos. Es decir, el encuentro cara a cara, la correspondiente huida y la masacre de las legiones romanas. Esta vez incluso en dos ocasiones, ya que, tras escapar por el sur, se refugiaron cerca de la actual Talavera de la Reina, para rematar a gran parte de las dos legiones enviadas.

Viriato y los lusitanos en Viseu
Es evidente que en las fuentes romanas no pueden faltar las críticas más mordaces al gran enemigo. Los historiadores romanos describen a Viriato y a los lusitanos como excelentes guerreros, pero también como asesinos crueles y despiadados. Según Sexto Julio Frontino, en su obra dedicada a las tácticas bélicas tanto de los romanos como de sus oponentes, Viriato, aparte de saquear al resto de los pueblos prerromanos, buscó alianzas para acabar con los romanos. El hecho narrado se produjo tras la última victoria en Talavera de la Reina. Viriato, a su regreso a Lusitania, se desvía hacia el norte por las montañas del Sistema Central para tomar contacto con los arévacos, ante su negativa, que prefirieron la paz con Roma, y asesinaron a niños y mujeres.
Sólo un año después, Roma envió a su primer cónsul contra Viriato. El elegido Fabio Máximo Emiliano , que gracias a los recursos obtenidos tras aniquilar Cartago, pudo comandar 15.000 infantes y 2.000 jinetes, que llegaron a Urso en el verano del 145 a.C. Lejos de atacar directamente a los lusitanos, y a pesar de las prisas del Senado romano, decide esperar un año que dedica a entrenar a su joven ejército. El resultado fue el esperado para Emiliano, derrotó a Viriato en al menos dos de las ciudades controladas por los lusitanos, a quienes no les quedó más remedio que retroceder posiciones. Pero Roma no pudo celebrar la victoria, al mismo tiempo que llegaban las noticias desde Segeda, los celtíberos se alzaban en armas, un revés inesperado que retrasaría la conquista de Hispania.
Volviendo al conflicto con los lusitanos, en el año 141 a. C. Llega a Hispania Fabio Máximo Serviliano , al frente del ejército más poderoso que los romanos habían destinado para acabar con Viriato, no le faltaron ni siquiera los elefantes cedidos por la nueva socia de Roma, Numidia. Tras derrotar a los lusitanos, Fabio decide por primera vez irrumpir en su territorio. En casi 10 años de lucha, era la primera vez que un gran ejército romano entraba en territorio lusitano. El primer objetivo es la ciudad de Erisana, que en pocos días es asediada. Acto seguido, el líder lusitano no sólo levantó el asedio al que estaba sometida la ciudad de Erisana, sino que tras perseguir a los romanos volvió a arrinconarlos. Serviliano sin posibilidades decide rendirse a su ejército, la sorprendente respuesta de Viriato fue pedirle que regresara a Roma, para que reconociera la independencia de Lusitania, a cambio de convertirse en fieles aliados.
El fin de Viriato.
Sin duda estamos entrando de lleno en la parte más tristemente conocida de la historia de Viriato. Tenemos que empezar diciendo que Roma aceptó el pacto. Esa guerra interminable había costado mucho dinero e innumerables vidas humanas. A pesar de ello, el Senado romano seguía dividido, los más ricos deseaban continuar la guerra, ya que las riquezas que llegaban desde Hispania podían correr peligro con un fastidio cercano. Mientras tanto, las capas más bajas seguían viendo cómo era cada vez más difícil encontrar hombres dispuestos a perder la vida a miles de kilómetros de distancia.
La división fue aprovechada por uno de los personajes más crueles de la historia de Roma. Quinto Servilio Cepión, hermano del derrotado Servilio y sucesor del mismo en Hispania, no contemplaba la paz con Viriato. A su llegada a la Península comenzó con las provocaciones al líder lusitano, al mismo tiempo que cerraba las posibles salidas de la Lusitania con el inicio de la reconstrucción de la antigua Vía de la Plata.
Podemos pensar que en el año 139 a. C., la situación era muy similar a antes del último pacto de Viriato con Roma. Aunque posiblemente con ejércitos menores por parte de los lusitanos, o al menos eso hace pensar la decisión de Viriato de enviar tres hombres, en busca de la renovación del pacto.

La muerte de Viriato según José Madrazo
Tres nombres; Audax, Ditalco y Minuro han pasado a la historia como los turdetanos más infames. ¿Quién sabe qué le ofrecieron en aquella suntuosa tienda de Cepio? Lo cierto es que a su regreso al campamento lusitano entraron en la tienda de Viriato, quien dormía con su habitual armadura. Aun así, un puñal le atravesó el cuello, es difícil pensar que nadie se daría cuenta hasta la mañana siguiente, o tal vez su gente ya estaba muy cansada de luchar. Los asesinos huyeron por la noche, nadie los vio salir, regresaron por su recompensa, pero incluso eso fue negado.
“Roma no paga a los traidores” es posiblemente sólo una más de las leyendas que rodean la vida de Viriato. Lo cierto es que Roma controló Lusitania a partir de ese momento, pero también es cierto que a costa de convertir a Viriato en un mito para la historia. Especialmente frente al nacionalismo surgido en el siglo XIX, hoy en día varias regiones de Portugal y España todavía afirman ser las que vieron nacer al Caudillo Viriato.
Más información:
Los enemigos de Roma, Philip Matyszak, Ed. Oberón, 2005
La conquista romana de Hispania, Javier Negrete, La Esfera de los Libros, 2018