Historia antigua

La conferencia de Berlín, el día en que Europa cambió el destino de África

La conferencia de Berlín, el día en que Europa cambió el destino de África

Cuando David Livingstone, efectivamente el del “Doctor Livingstone Supongo” llegó a las espectaculares Cataratas Victoria en 1855, poco podía imaginar que sería el comienzo de uno de los episodios más terribles de la historia del continente africano. En resumen, sin interrupción, los europeos se habían propuesto conquistar el corazón de África.

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Cataratas Victoria

La Segunda Revolución Industrial.

A pesar de lo que podamos pensar, hasta la llegada del siglo XIX el hombre europeo prácticamente nunca había puesto un pie dentro del continente africano. La colonización del mismo se había realizado principalmente en las zonas costeras de ambos océanos. Pero todo empezó a cambiar a mediados del siglo XIX. El motor de este cambio fue la llamada Segunda Revolución Industrial , a lo que se fueron sumando nuevos países, aunque eso sí, todos tras la gran potencia británica.

Fueron principalmente dos necesidades las que la revolución proporcionó, por lo que los europeos fijaron sus ojos en África. El primero de ellos fue el de las materias primas, cuestión que el continente africano cumplió con creces. En segundo lugar, solucionar las necesidades alimentarias de una población que crecía a un ritmo vertiginoso. Hay que tener en cuenta que esta Segunda Revolución trajo consigo los grandes avances científicos, que redujeron la mortalidad, lo que unido a una alta tasa de natalidad fueron los causantes del despegue demográfico europeo.

Varios fueron los países que se adentraron en el interior africano, entre ellos Gran Bretaña, el mayor imperio colonial de la época, Francia tras su deshonrosa derrota ante Prusia en 1871, y junto con ellos De las reunificaciones surgieron dos nuevos países:Alemania e Italia. Para completar la lista con los belgas y los portugueses, que recordemos fueron los primeros colonizadores europeos al sur del Ecuador en la Edad Media.

El modus operandi era sencillo, las primeras en llegar fueron las empresas comerciales que emprendieron la explotación de los recursos. Posteriormente, los gobiernos enviaron a los funcionarios y soldados necesarios para someter a la población, y así poder organizar las exportaciones sin poner en peligro a sus ciudadanos. De esta forma, como ya habían hecho anteriormente en el resto del mundo, se propusieron colonizar el interior africano.

La conferencia de Berlín.

Todo lo relacionado provocó los primeros enfrentamientos importantes. Por ello, a petición de algunos países como Portugal, sin duda uno de los países más débiles del siglo XIX, se decidió convocar la Conferencia de Berlín.

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Otto Von Bismarck compartiendo el pastel.

Entre los países participantes, todas las partes interesadas, es decir; Reino Unido, Alemania, Francia, Portugal e Italia. Junto a ellos meros extras, como Holanda, Rusia, Suecia, España, EE.UU. o Dinamarca, a los que hay que sumar dos Imperios, el austrohúngaro y el otomano, y dos que merecen un comentario aparte por la curiosa intromisión de Leopoldo II. Su propio país Bélgica sin un papel preponderante y la Asociación Internacional del Congo, institución creada por este personaje para explotar esa zona, una de las más ricas de África.

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Otto von Bismarck

El 15 de noviembre de 1884 se inició con el discurso de su presidente, el prusiano Otto von Bismarck, un discurso que supuso una auténtica declaración de intenciones. Los países europeos debían entrar en el interior de África, civilizarse, traer la cultura occidental, explotar sus materias primas e introducir el control político en todos los territorios no explotados. Luego de lo cual podemos agregar que el Imperialismo europeo recién comenzaba, lo cual si bien se puede pensar que es lo mismo que el colonialismo, no es del todo cierto. Si este último busca el control comercial, al imperialismo hay que sumarle el control territorial y político. Es decir, convertir a los países en protectorados de las metrópolis, adquiriendo todas sus funciones administrativas.

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El elenco de la Conferencia de Berlín

La conferencia finalizó el 26 de enero de 1885, sobre la mesa la distribución de todos los países africanos excepto dos; Liberia, que ya estaba en manos de EE.UU., y Etiopía, la única que se salvó de momento. El resto pasó a manos alemanas, británicas, italianas, francesas, portuguesas y españolas. Pero parece que lo peor no fue eso, sino otra serie de elementos incluidos en la resolución de la conferencia.

Entre ellos, la libre navegación por los ríos Congo y Níger y, por supuesto, por las costas marítimas, o el libre comercio dentro del continente. Además de una disposición por la cual, si los países encargados de la ocupación del territorio no la hicieran efectiva en un plazo de tiempo, éste podría ser ocupado por un tercero. Sin olvidar que ningún país supo enfrentarse al caprichoso Leopoldo II, rey belga a quien estaba asignado personalmente el territorio congoleño, y cuando digo personalmente quiero decir que no fue a manos del país belga, sino a manos de su rey.

A todo esto se sumó la declaración de que se combatiría la esclavitud, así como el respeto a la cultura y religión de los pueblos ocupados. Es evidente que este último apartado de las resoluciones de la Conferencia de Berlín fue el único que no se cumplió.

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Consecuencias de la conferencia de Berlín.

Sobre las consecuencias, vale decir para empezar sin miedo a equivocarnos, que el continente africano las sigue sufriendo cada día. Por otro lado, podemos decir que podemos diferenciar entre aquellos que acosaron a los europeos y aquellos que tuvieron un impacto en los países africanos.

Sobre los primeros, obviamente la mayoría fueron positivos; Para la economía significó el acceso a materias primas a bajos precios, así como la apertura de nuevos mercados para colocar sus productos manufacturados. Por otro lado, para la sociedad europea representó un alivio demográfico al facilitar nuevos empleos y lugares donde emigrar. Políticamente de gran prestigio a nivel mundial de los países europeos y de gran alivio a los problemas internos, se suele decir que la Gran Guerra fue retrasada por la carrera imperialista. Aunque también podemos decir que acabará convirtiéndose en una de sus causas más importantes.

Evidentemente lo peor recayó sobre los países colonizados. Para hacernos una idea de lo ocurrido hay que pensar que gran parte del interior africano a la llegada de los europeos aún se encontraba inmerso en la prehistoria, con algunas excepciones como sultanatos o pequeños reinos que podemos comparar con el Medio Europa. Edades.

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África antes de la llegada del Imperialismo.

Pues bien, en pocos años este espacio geográfico se llenó de carreteras, ferrocarriles o puertos marítimos y fluviales. Su agricultura tradicional de subsistencia fue suplantada por la agricultura industrial, tanto extensiva como intensiva, y destinada a la economía de mercado. Además, aparecieron nuevas ciudades que alejaron a la población nativa de su hábitat.

La explotación de los recursos provocó una rápida transformación de la estructura social con la aparición de una burguesía, tanto indígena con poca preparación, como extranjera. A su lado, una clase baja dedicada a la construcción o a la agricultura como jornaleros. Cuando ambas clases sociales llegan a las nuevas ciudades, se forman guetos, que hoy existen en toda África.

Otro problema era el religioso, aunque antes de la llegada de los europeos convivían en África religiones como el cristianismo o el islam con fuerte arraigo desde la Edad Media europea. A partir de esta llegada de los europeos, con los intentos de cristianizar especialmente las zonas donde prevalecía el ateísmo, el contraste producirá nuevas segregaciones y conflictos.

Pero lo peor fueron las nuevas fronteras establecidas, ya que a primera vista cualquiera que vea un mapa político de África puede ver estas fronteras cortadas en cuadrado. Es decir, no se tuvo en cuenta la distribución geográfica anterior de las tribus africanas, muchas de ellas estaban separadas por la mitad, o lo que es peor, dos tribus previamente opuestas durante miles de años convivían bajo un mismo régimen. Este problema ha llegado a la actualidad con episodios tan tremendos como el genocidio de Ruanda en los años 90 del siglo XX, o la terrible guerra civil de Sierra Leona, ambos bajo la mirada impasible de la ONU.

Este artículo no puede terminar sin mencionar el punto más negro de la Conferencia de Berlín. Si miramos el mapa político actual de África veremos que su parte central está ocupada por uno de los países más grandes del continente, la República Democrática del Congo, con más de dos millones de km2. Este territorio fue ocupado antes de la Conferencia de Berlín por los belgas, liderados por su rey Leopoldo II, por cierto un tipo que nunca puso un pie en África.

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Tras la conferencia, este espacio, uno de los más ricos por sus reservas de caucho, marfil y diferentes minerales, como se ha dicho, quedó en manos del rey belga. Pues bien, algunas de sus frases en la carta escrita en 1897 a uno de los agentes estatales encargados de controlar el Congo, pueden resumir perfectamente la actitud de este rey respecto a los territorios ocupados.

Tienen que someter a la población a nuestras leyes, la más urgente, sin duda, la del trabajo. Creo que en los países incivilizados es necesaria una autoridad firme para acostumbrar a los nativos a las prácticas de aquellos que son totalmente contrarias a sus hábitos. Esto requiere ser firme y paternal al mismo tiempo.

El resultado son unos 10 millones de muertes, además de una forma cruel tras cortarles las manos. El genocidio belga actuó en el centro del continente, al servicio de las primeras multinacionales de la historia, el caucho para las llantas de los nuevos autos surgió de la esclavitud a la que eran sometidos los habitantes de ese tranquilo lugar de la selva ecuatorial, hasta la llegada de los europeos.

Más información:Historia Universal Contemporánea, Ángeles Lario, Ed. Alianza, 2010

Imágenes:commons.wikimedia