
Por Rainer Sousa
Durante mucho tiempo, los historiadores han enmarcado la recolección y la agricultura como dos experiencias que marcan una ruptura total en la civilización. Sin embargo, una nueva investigación indica que estas dos actividades coexistieron durante mucho tiempo en la historia de la humanidad. En un principio, la agricultura jugó un papel complementario en la alimentación, situándose así como otra forma de supervivencia paralela a la caza y la búsqueda de frutos o plantas.
Por tanto, no podemos decir que el descubrimiento de la agricultura fuera un avance que determinara fatalmente el abandono de las antiguas formas de obtención de alimentos. Vale la pena señalar aquí que la caza involucraba toda una preparación donde se encontraban los cazadores, promoviendo la interacción entre los grupos y el desarrollo de diversos hábitos culturales. No es posible, por tanto, sugerir que la búsqueda de alimento se basara únicamente en la urgente necesidad de supervivencia.
No fue hasta después de la última glaciación, alrededor de 10.000 años antes de Cristo, que el cambio climático dio mayor espacio al desarrollo de técnicas agrícolas. Con el tiempo, la vida sedentaria permitió que las casas y los pueblos adquirieran cada vez más protagonismo entre las comunidades humanas. Al mismo tiempo, los intercambios comerciales y la domesticación de animales también comenzaron a incorporarse a la construcción de esta nueva vida cotidiana responsable del surgimiento de las primeras civilizaciones.
Al observar esta nueva realidad, muchos profanos y expertos han detectado el alcance de una mejora cualitativa en el estilo de vida del hombre. Al fin y al cabo, la agricultura permitía almacenar alimentos y planificar las cosechas de acuerdo con los cambios climáticos que se habían producido a lo largo de un período de tiempo. La supervivencia dejó de lado una serie de riesgos y luego se convirtió en una acción planificada basada en la capacidad intelectual del hombre.
A pesar de tales justificaciones, hay quienes no están de acuerdo con este punto de vista, creyendo que la opción por la agricultura fue una de las peores decisiones tomadas por la civilización. El biólogo Jared Diamod, por ejemplo, cree que la sedentarización a través de la agricultura socavó el desarrollo del tono igualitario que impregnaba las sociedades recaudadoras. La agricultura sería en gran medida responsable de la deforestación, la superpoblación, los conflictos militares y la constitución de diferencias sociales.
Para muchos, es casi imposible imaginar la viabilidad de la vida humana sin el uso de técnicas agrícolas. Por otro lado, vemos que el presente se preocupa expresamente por repensar sus paradigmas de desarrollo y consumo. ¿No sería esto una indicación de que la simple expansión del dominio sobre la naturaleza no garantiza el sustento de la vida en la Tierra? Ésta es una respuesta que sólo el futuro tiene la competencia para ofrecer.