Historia antigua

La huella de los omeyas

Tres décadas después de la muerte de Mahoma en 632, sus peores enemigos toman las riendas de su comunidad. Sus antiguos compañeros, de hecho, quedaron destrozados en una guerra civil. Ali, el cuarto califa y primo del Profeta, se encuentra aislado. Moawiya, gobernador de Damasco, del clan omeya, tomó el poder. Impone a su hijo como sucesor del califato.

Desde hace ocho décadas, la primera dinastía del Islam acumula victorias. Se apodera de Irak e Irán, Siria y Egipto. Extiende su dominio en Asia Central y conquista el Norte de África. A principios del VIII th siglo, le corresponde caer a la Península Ibérica y parte de la Galia. Sólo fue derrotado en la batalla de Poitiers en 732.

Desde Damasco, donde reinan, el objetivo principal de los omeyas –que ostentan el título de “siervos de Dios” y “comandante de los creyentes”- es establecer la soberanía de los árabes y la del Dios que reveló el Corán. Sin embargo, los guerreros árabes representan sólo una pequeña minoría y las poblaciones sometidas están autorizadas a conservar sus religiones ancestrales. Tomó tiempo para que el árabe se afirmara como idioma estatal, y aún más para que algunos funcionarios fueran reemplazados por musulmanes.

Los omeyas desempeñaron un papel capital en la formación del dogma musulmán y los ritos comunitarios. Fue durante su reinado que el término “Islam” designó definitivamente la nueva religión, distinta de otros monoteísmos bíblicos. Si termina siendo desafiada y derrotada, esta dinastía conquistadora habrá dejado una profunda huella en la civilización islámica.


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