Las lanzas utilizadas por los caballeros europeos durante la Edad Media normalmente pesaban entre 15 y 30 libras. Estas lanzas fueron diseñadas para ser lanzadas con gran fuerza contra un oponente, y su peso ayudó a generar impulso y penetrar la armadura.
Las lanzas más ligeras, que pesaban entre 10 y 15 libras, se utilizaban para cazar o entrenar. Estas lanzas a menudo estaban hechas de madera y estaban diseñadas para ser lanzadas en lugar de empujadas.
Para ciertos tipos de combate, como las justas, se utilizaban lanzas más pesadas, que pesaban hasta 50 libras o más. Estas lanzas fueron diseñadas para resistir el impacto de una colisión entre dos caballeros a caballo, y su peso ayudó a absorber parte del impacto.