1. Establecimiento de ejércitos permanentes: Los monarcas de finales de la Edad Media comenzaron a establecer ejércitos permanentes, que eran fuerzas militares profesionales a tiempo completo que no dependían de levas feudales ni de mercenarios. Esto les permitió tener un mayor control sobre los asuntos militares y reducir la influencia de los poderosos señores feudales.
2. Mayor uso de la burocracia: Los monarcas ampliaron sus burocracias y sistemas administrativos para mejorar la gobernanza y recaudar impuestos de manera más eficiente. Designaron funcionarios reales y establecieron instituciones centralizadas que redujeron el poder de los señores regionales y aumentaron la autoridad del gobierno central.
3. Desarrollo de Sistemas Jurídicos: Los monarcas fortalecieron los sistemas legales en sus territorios, estableciendo tribunales y códigos legales que se aplicaron de manera uniforme en todo el reino. Esto ayudó a reducir la influencia de las leyes y costumbres locales y aseguró que la autoridad del monarca fuera suprema.
4. Diplomacia y Alianzas: Los monarcas de finales de la Edad Media entablaron negociaciones diplomáticas y formaron alianzas con otros gobernantes y estados para aumentar su poder e influencia. Utilizaron alianzas matrimoniales, tratados y alianzas militares para obtener ventajas estratégicas y expandir sus territorios.
5. Mecenazgo y Control Cultural: Los monarcas utilizaron el mecenazgo para recompensar a sus seguidores leales y controlar las actividades culturales e intelectuales. Apoyaron a artistas, escritores y eruditos, y fomentaron una cultura que celebraba el poder y la autoridad del monarca.
6. Control religioso: Muchos monarcas de finales de la Edad Media intentaron controlar las instituciones religiosas dentro de sus territorios. Influyeron en el nombramiento de obispos y clérigos y, en ocasiones, incluso reclamaron el derecho de controlar la propiedad y los ingresos de la iglesia.
7. Uso de propaganda y simbolismo: Los monarcas emplearon propaganda y simbolismo para reforzar su autoridad y legitimidad. Usaron rituales, ceremonias y símbolos para crear un aura de majestad y poder, que ayudó a inculcar lealtad y obediencia entre sus súbditos.
Al combinar estas estrategias, los monarcas de finales de la Edad Media pudieron consolidar su poder, centralizar la autoridad y establecer estados más fuertes y eficaces. Esto allanó el camino para el desarrollo de los Estados-nación modernos y el surgimiento de las monarquías absolutas en el período moderno temprano.