Un día, el dios azteca Quetzalcóatl se apareció a un grupo de sacerdotes aztecas y les dijo que debían construir un templo en su honor. Los sacerdotes se llenaron de alegría y se pusieron manos a la obra inmediatamente. Construyeron un gran templo y cuando estuvo terminado invitaron a Quetzalcóatl a venir a verlo. Quetzalcóatl quedó complacido con el templo y recompensó a los sacerdotes dándoles una señal:hizo venir una gran inundación que destruyó la ciudad de Tula. Sólo los sacerdotes y sus familias se salvaron.