Según el mito, Ganímedes era hijo del rey troyano Tros. Desde muy joven fue visto y deseado por Zeus, quien deseaba convertirlo en su amante. Para lograrlo, Zeus se transformó en águila y descendió en picado desde el monte Olimpo para agarrar a Ganímedes y llevarlo a los cielos.
En algunas versiones del mito, Ganímedes ascendió voluntariamente al Olimpo y fue recibido como un querido compañero de Zeus. En otras versiones, fue llevado contra su voluntad y Zeus concedió a su padre y a su reino muchos favores a cambio de la liberación de Ganímedes. Independientemente, Zeus le concedió la inmortalidad y se convirtió en una figura divina en la mitología griega, conocida por su eterna belleza y encanto.
En el arte, Ganímedes se representa con frecuencia en escenas en las que está sentado a los pies de Zeus, sirviéndole vino o dejándose llevar por la forma de águila de Zeus. Su imagen icónica ha sido reproducida en innumerables obras de arte, desde estatuas y pinturas clásicas hasta representaciones más contemporáneas.
La historia de Ganímedes también tiene importancia en la astronomía, donde una de las lunas de Júpiter lleva su nombre. La luna Ganímedes es la luna más grande de todo el Sistema Solar, eclipsando en tamaño incluso al planeta Mercurio. Su descubrimiento en el siglo XVII solidificó aún más el lugar de la figura mítica en la historia astronómica.