- Limpieza y mantenimiento del hogar, incluido barrer pisos, quitar el polvo de los muebles y lavar la ropa.
- Preparar y servir comidas.
- Cuidar a los niños, como bañarlos, alimentarlos y vestirlos.
- Hacer recados y completar otras tareas según sea necesario.
- Vigilar la casa y sus ocupantes.
- Proporcionar entretenimiento, como tocar música o contar historias.
Los sirvientes a menudo se clasificaban en diferentes rangos, y los de mayor rango tenían más responsabilidad y estatus que los de menor rango. Por ejemplo, un mayordomo podría estar a cargo de administrar la casa y supervisar a los demás sirvientes, mientras que una fregona podría ser responsable de limpiar la cocina y lavar los platos.
Por lo general, los sirvientes eran contratados por año y se les pagaba un salario, aunque algunos también recibían comida, alojamiento y otros beneficios como parte de su compensación. La vida de un sirviente podía ser difícil, ya que el trabajo era a menudo largo y duro y el salario era bajo. Sin embargo, los sirvientes también eran una parte esencial de la sociedad medieval y su trabajo ayudaba a que los hogares funcionaran sin problemas y las familias se sintieran cómodas.