El dios etrusco de la juventud y las plantas estaba estrechamente asociado con el vino y la fertilidad. A menudo se le invocaba en rituales para promover el crecimiento de los cultivos y garantizar una cosecha abundante. También se creía que Maris tenía el poder de proteger a los jóvenes de cualquier daño y ayudarlos a convertirse en adultos sanos y fuertes.
En la mitología etrusca, se decía que Maris nació de la unión del dios Tinia y la diosa Uni. Fue criado por las ninfas del bosque, quienes le enseñaron los secretos de la naturaleza y cómo cultivar. Cuando Maris creció, se convirtió en el patrón del pueblo etrusco y les enseñó a elaborar vino y cultivar cultivos. También se decía que les había dado el don de la música y la danza.
El culto a Maris estaba muy extendido en Etruria y era uno de los dioses más importantes del panteón etrusco. En muchas ciudades etruscas se construyeron templos dedicados a Maris, y a menudo se le invocaba en oraciones y rituales. El dios etrusco de la juventud y las plantas también era honrado con festivales y celebraciones, que a menudo implicaban beber, bailar y cantar.
El culto a Maris continuó prosperando en Etruria hasta la conquista romana en el 27 a.C. Después de que los romanos conquistaron Etruria, el culto a Maris fue reemplazado gradualmente por el culto a dioses romanos, como Liber y Baco. Sin embargo, el dios etrusco de la juventud y las plantas siguió siendo recordado y honrado en el folclore y la literatura.