Sin embargo, basándose en sus enseñanzas y principios, Confucio probablemente habría visto a los reyes malvados con desaprobación y habría considerado que actuaban en oposición a los principios de virtud, benevolencia y rectitud. El confucianismo enfatiza la importancia de la conducta moral, la armonía social y el respeto a la autoridad, y los reyes malvados que abusan de su poder y causan sufrimiento entre sus súbditos irían en contra de estos principios.
Según Confucio, un gobernante debe gobernar con virtud y demostrar buen carácter, dando ejemplo a su pueblo. Confucio creía que un gobernante virtuoso se preocuparía por el bienestar de sus súbditos, promovería la justicia y se esforzaría por crear una sociedad armoniosa y pacífica. Un rey malvado, por otro lado, se caracterizaría por la crueldad, el egoísmo y el desprecio por el bienestar de su pueblo, lo que provocaría malestar y sufrimiento social.
Confucio enfatizó la importancia del autocultivo y el desarrollo moral de los individuos, y esperaría lo mismo de quienes ocupaban posiciones de poder y autoridad. Un gobernante virtuoso, actuando de acuerdo con los principios confucianos, se concentraría en encarnar las cualidades de sabiduría, humanidad y rectitud, inspirando a otros a hacer lo mismo y creando una sociedad donde prospere la virtud.