En 2015 iniciamos un proyecto de investigación en el archipiélago de Quirimbas, al norte de Mozambique[1] (Figura 1). Su objetivo era conocer el papel de esta zona, hasta ahora considerada secundaria, dentro del comercio suajili. Los swahili son las poblaciones que ocuparon la franja costera y prelitoral que se extiende desde Somalia hasta Mozambique, además de las islas de Zanzíbar, Madagascar y Comoras y que, en palabras de Beaujard (2007:15), constituyeron una La periferia entre los núcleos comerciales dominantes de los países, Egipto, China, India y Oriente Medio, y las zonas marginales del interior de África Oriental, entre los primeros siglos de la era cristiana y el surgimiento del comercio europeo a finales del siglo XV. /P>
Es a partir del siglo VIII cuando estos habitantes bantúes procedentes de la costa este de África entran en contacto con comerciantes musulmanes de Omán y del Golfo Pérsico, descubren el secreto de los monzones que les permiten viajar de E a O en invierno y regresar en dirección contraria en verano, se convierten al Islam y van a ser intermediarios entre el comercio de Asia y África, recibiendo textiles, cuentas de vidrio y porcelana de Oriente Medio, India y diversas partes de Asia y exportando madera, oro, marfil y esclavos a estas regiones.
Hemos realizado tres campañas de campo hasta la fecha. Una primera de prospección en 2015 y dos campañas de excavación en 2016 y 2017. En 2018, y cinco días después de nuestra partida, llegó la alarmante noticia de la acción violenta de un guerrillero llamado Al Sabah. , con ataques indiscriminados y muy sangrientos en la parte del continente situada frente al archipiélago de Quirimbas, que provocaron la llegada de refugiados que huían de los ataques al archipiélago, impidieron nuestro trabajo. En abril de 2019, el ciclón Kenneth devastó los Quirimbas, dejando a muchos isleños sin hogar y sin el único hospital que atiende las necesidades del archipiélago, ubicado en la isla de Ibo. Por eso tampoco pudimos trabajar en junio, aunque sí hicimos una visita de doce días entre finales de agosto y principios de septiembre para evaluar la situación tras el ciclón y si los ataques terroristas estaban bajo control y podíamos seguir trabajando, cosa que haremos si conseguimos financiación para ello.
Encuestas y estudios previos (Sinclair 1987; Duarte 1993; Stephens (Anónimo 2006; (Madiquida 2007), en las islas de Ibo, Matemo, Quirimba o Quisiva sugirieron un papel comercial no insignificante de las principales islas del archipiélago. Las propias crónicas portuguesas describen su llegada a la zona en el siglo XVI como un floreciente centro textil en manos de una población musulmana. El tejido se llamó Malauane. , porque los habitantes musulmanes de tal lugar, situado en algún lugar del continente frente al archipiélago, se habrían refugiado en la isla de Matemo como consecuencia de un ataque de los Zimba, y, como relata Newit (1995:189-190), , los portugueses inicialmente conocieron las islas con ese nombre. Hasta el siglo XVII se utilizaban tejidos de algodón y seda silvestre obtenidos del fruto de la ceiba Pentandra. fueron tejidos en las islas. . Las telas se teñían con alguna variante local del índigo y eran muy apreciadas en los centros suajili de Sofala y la zona del río Zambeze, en el interior del continente. Otras versiones indican que el nombre Malauane de los tejidos deriva del nombre de la planta con la que fueron teñidos, el "Pano Milwani". Newit (1995:190) también señala los estrechos vínculos de las islas Quirimbas con los grandes puertos comerciales swahili de Kilwa y Zanzíbar.
En definitiva, tras el estudio realizado en 2015 en las islas de Ibo, Matemo y Quirimba, decidimos centrar nuestros esfuerzos a partir de 2016 en Ibo, donde se encuentran los hallazgos en la superficie. sugirió una ocupación más antigua.
Hemos realizado tres sondeos y una excavación en una superficie de 18 m². Dos de las tres sondas tuvieron éxito, aunque no proporcionaron estructuras habitacionales, lo cual no es raro en áreas tropicales, donde la humedad y las altas temperaturas van en contra de la preservación de las estructuras orgánicas. Sin embargo, a partir de los materiales y las fechas obtenidas, podemos situar los niveles superiores entre los siglos XIV y XVIII, debido a la presencia de pequeñas cantidades de cerámica portuguesa y porcelana china de exportación, que se asocian a cerámica autóctona hecha a mano, tipo Sancul , caracterizada por placas engobe rojo y borde grafitado, mientras que en los niveles inferiores no hay importaciones chinas o europeas, la cerámica indígena está impresa con torno o peine y pertenece al Lumbo tradición. , que podemos situar entre los siglos VIII/IX y el siglo XIV. Tres dataciones AMS sobre muestras de huesos de herbívoros de entre finales del siglo X y el siglo XIII, para estos niveles inferiores, así como la presencia de un fragmento de cerámica vidriada al torno en el sondeo 100, identificado como un Monocromo Esgrafiado amarillo , producido en el sur de Irán entre mediados del siglo XI y XIII (Priestmann 2013:593-594, Lámina 99) (Fig.2), reforzaría esta cronología.
Aunque no hemos podido detectar estructuras de habitaciones , tenemos actividades interesantes asociadas a estos niveles inferiores en ambos sondeos (100 y 300). Gran cantidad de cuentas de vidrio, posiblemente importadas del área de Mesopotamia y la India, junto con cuentas de concha fabricadas localmente (Horton &Midletton 2000:90), del apéndice de concha de un gasterópodo local, el Lambis lambis y a cuyo remate se asocian fragmentos de pulidores cerámicos recuperados en los mismos niveles (Fig. 3). Las cuentas de collar desempeñaron un papel importante en las transacciones. Otros hallazgos significativos son las fusayolas, quizás relacionadas con la producción local de algodón para tejer (Newit 2004:24). Aún más interesante fue el descubrimiento en el nivel inferior de la prospección 300, asociado a un AMS que data de finales del siglo X a mediados del siglo XII, de dos cuentas de collar, claramente importadas, una de ellas de cornalina y el otro de oro.
Aunque desconocemos el origen de la cornalina Cuenta, Se conocen cuentas similares de otros centros swahili, como Songo Mnara, donde algunas tienen formas similares a las nuestras (Fleisher &La Violette 2013:fig. 17; Perkins et allii 2014:figura 3). Horton (2004:72) considera que las cuentas de cornalina podrían haber sido una importación o sino una producción local en manos de artesanos indios asentados en puertos swahili al menos desde principios del segundo milenio de nuestra era, debido a la complejidad del proceso. Tecnología de perforación con punta de diamante de estas cuentas.
En cuanto a la cuenta de oro, los análisis realizados por el Dr. Perea, aún en curso, indican que se trataba de una pieza en bruto, lo que sugiere producción local a partir de oro importado, posiblemente del Zona de Limpopo (norte de Sudáfrica). Morfológica y técnicamente tiene sus mejores paralelos con otras cuentas de oro de la necrópolis de Mapungubwe Hill, al sur del río Limpopo, que podrían fecharse a principios del siglo XIII, o del Gran Zimbabwe.
Cabe recordar que algunos autores (Newit 1995:23&190-191; Bonate 2012:574), sugieren que el ataque portugués de 1522 a la isla Quirimba, entonces capital del archipiélago, Estaría justificado por el papel de intermediario en el comercio de oro del archipiélago de Quirimba, entre el Gran Zimbabue, el reino de Mutapa (N. de Zimbabue) y el sultanato de Kilwa (Tanzania).
Es posible, entonces, como señala Pallaver (2018:450), que cuentas de origen exótico como el oro o la cornalina tuvieran un valor premonetario para los pueblos de la costa ( Fig. 4) y los de vidrio y concha se utilizarán para transacciones con el interior del continente.
Finalmente, en las campañas de 2016 y 2017 Tenemos Se excavó en la zona parte de un terreno de ocupación suajili, milagrosamente conservado, gracias a que el asentamiento, situado cerca de la playa, quedó parcialmente cubierto poco después de su abandono, por un corredor dunar que selló y conservó parte de lo que interpretamos como el suelo de una cabaña. Esta interpretación se basa en que el piso de ocupación excavado está delimitado por una estructura semicircular de unos 10-12 cm. de alto y alrededor de medio metro de ancho en las partes mejor conservadas, formado por un escombrero de tierra cementada, vértebras de peces de considerable tamaño, restos de caparazones de moluscos, húmeros de tortugas marinas, fragmentos de cerámica, cuentas de vidrio, fusayolas e incluso monedas de bronce. En el ángulo SO se documentaron en esta estructura de cimentación dos agujeros circulares que interpretamos como pertenecientes a postes (Fig. 5).
La reconstrucción más plausible, por lo tanto, es que Era una cabaña o cortavientos hecha de material vegetal, que contenía y servía de límite a la acumulación de basura, arrojada por sus habitantes a la periferia de la vivienda. Otras dos pistas vinieron a apoyar nuestra hipótesis. La primera es que, fuera del área delimitada por este semicírculo de basura, los hallazgos disminuyeron exponencialmente. La segunda, que dentro del espacio delimitado por dicho semicírculo de escombros aparecía una plataforma rectangular, de tierra compactada y enrojecida por el efecto del calor, que interpretamos como una vivienda (Fig. 6).
Entre los hallazgos más importantes se encuentra la cerámica vidriada con torno y tipo cáscara de huevo (eggshell), procedente del Golfo Pérsico y datado entre los siglos X-XIII. Los análisis de pasta realizados por el Dr. García Heras del CSIC (en prensa), corroboran este origen. Asimismo, se han conservado un gran número de cuentas de vidrio procedentes de la India y de la zona de Mesopotamia, así como otras locales elaboradas a partir de la concha del Lambis Lambis. (Figura 7).
Cerámica local (Fig. 8), de la cual recuperamos grandes fragmentos, algunas partes de la misma pieza, por lo que fueron rotas in situ pertenecen a la tradición Lumbo, con formas globulares y decoración de peine, concha o rueda.
Es muy significativa la presencia de tres pequeñas monedas de bronce, lamentablemente muy deteriorado, por lo que sólo en uno de ellos se puede leer un signo alifático (Fig. 9). Las primeras monedas de África Oriental comenzaron a acuñarse en el siglo IX, pero fue el sultanato de Kilwa en Tanzania, con quien estaban emparentados los Quirimbas, quien emitió moneda durante un periodo más largo, es decir, entre el siglo XI y principios del siglo XIX. XVI. Desafortunadamente. Debido a su grado de deterioro, el profesor Perkins, especialista en numismáticos suajili, no pudo identificarlos. Actualmente el Dr. Ignacio Montero está realizando el análisis isotópico de Pb de una muestra, cuyos resultados están en proceso, aunque se puede decir que el bronce con el que fueron elaborados es africano.
No menos interesante es la recuperación de tres fusayolas enteras y el fragmento de un cuarto con lo que interpretamos como marcas personales. Al igual que en los relevamientos de los sitios 100 y 300, refuerza la idea del desarrollo de una industria textil local.
Dos muestras de omóplatos de tortuga fechadas por AMS utilizando una curva marina sugieren fechas entre finales del siglo XI y mediados del siglo XIII.
También están en proceso análisis de polen y fauna marina, que apuntan a un ataque temprano al manglar, quemas para desbrozar con fines ganaderos y avance del paisaje abierto que se observa desde los niveles inferiores de los sondeos 100 y 300 y alcanza sus niveles más altos desde el dominio portugués de la isla de Ibo.
Finalmente, la continuidad de este proyecto dependerá de que seamos capaces de recaudar fondos suficientes para trabajar en las condiciones de un país y en una zona donde los escasos y por tanto caros transportes, comunicaciones y alojamiento, representan un grave inconveniente para nuestra investigación.
Literatura citada
Anónimo (2006):Patrimonio y arqueología de las islas Querimba. Una contribución al patrimonio mundial de Mozambique en África Oriental y el Océano Índico . www.tipmoz.com/library/resources/…/cat3_link_1177665536. Entrada 02/09/2016
Beaujard, Ph (2007):África oriental, las islas Comores y Madagascar antes del siglo XVI:en una parte olvidada del sistema mundial. Azania XLII:15-32.
Bonate, L. J. K (2012):“Seis letras en escritura árabe de los Archivos Históricos de Mozambique . Proyecto Manuscritos de Tombouctou. http://www.tombouctoumanuscripts.org/ Consultado el 16/02/2012
Duarte, R. 1993:El norte de Mozambique en el mundo swahili:un enfoque arqueológico. Estudios de Arqueología Africana 4. Universidad de Uppsala.
Fleisher, J. &Laviolette, A. (2013):La antigua aldea comercial swahili de Tumbe, isla de Pemba, Tanzania, 600-950 d.C. Antigüedad 87 (38):1151-1168.
Horton, M. (2004):Artesanos, comunidades y productos básicos:intercambios medievales entre el noroeste de la India y África oriental. Ars Orientalis 34:62-80.
Horton, M. &Midletton, J. (2000):El swahili:el panorama social de una sociedad mercantil . Oxford, Blackwell
Madiquida, H. (2007):Las comunidades usuarias de hierro del Cabo Delgado cuestan desde el año 1000 d.C. . Estudios de Arqueología Global 8.Uppsala.
Newit M. (1995) Una historia de Mozambique . Hurst, Londres
Newit M. (2004):Isla de Mozambique:El ascenso y el declive de una ciudad costera de África Oriental, 1500-1700. Estudios portugueses 20:21-37.
Pallaver, K- (2018):Monedas del mundo suajili. En Wynne-Jones, Stephanie y LaViolette, Adria (eds):El mundo swahiki . Londres y Nueva York Routledge:447-457
Perkins, J./Fleisher, J./ Wynne-Jones, S. (2014):Un depósito de monedas tipo Kilwa de Songo Mnara, Tanzania. Azania:Investigación Arqueológica en África 49 (1):102-116.
Prietsman, S. (2013):Un análisis arqueológico cuantitativo del intercambio cerámico en el Golfo Pérsico y el Océano Índico occidental. 400-1275 d.C. Universidad de Southhampton. Centro de Arqueología Marítima
Sinclair, P. (1987):Un reconocimiento arqueológico del norte de Mozambique:provincia de Cabo Delgado. Obras de Arqueología y Antropología 3:23-33.
Sinclair, P./Ekblom, A./Wood, M. (2012):Comercio y sociedad en la costa sudoriental de África a finales del primer milenio d.C.:el caso de Chibuene. Antiguo 88 (333):723-737.
[1] Este proyecto ha sido financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad HAR2013-48495-C2-2, el Ministerio de Cultura (IPCE 2016), la Fundación Palarq (2017 y 2018) y ayudas a grupos de investigación (African Archaeology Group).