Descubrimientos arqueológicos

El error arqueológico que llevó al desarrollo de pozos de aire con condensación de rocío

Hoy en día son habituales los dispositivos que producen agua potable a partir de la condensación. La tecnología es sencilla y probablemente muy antigua, aunque no se sabe exactamente si ya se utilizaba en la antigüedad. Un descubrimiento arqueológico realizado en 1900 llevó a su autor a pensar así, y en su intento de replicar el sistema sentó las bases de la tecnología de condensación moderna. Aunque todo fue fruto de un error de interpretación.

Friedrich Zibold era un ingeniero ruso que trabajaba como guardabosques en la zona de la antigua ciudad griega de Feodosia (actual Feodosia) en la costa de Crimea, en el Mar Negro. Un día de 1900, mientras limpiaba una zona boscosa cercana al pueblo, descubrió 13 grandes montones de piedras en forma de cono . Cada uno tenía unos 10 metros de altura y cubría un área de unos 900 metros cuadrados. Junto a ellos encontró fragmentos de tubos de terracota de unos 7 centímetros de diámetro. Estas tuberías partían de los montones de piedra y se extendían hasta diferentes pozos y fuentes que ya se encontraban dentro de la ciudad.

Basándose en su formación en ingeniería, y sin conocimientos arqueológicos ni medios para examinar el hallazgo, Zibold concluyó que debían tratarse de condensadores que producían agua del aire, agua que luego era transportada a la ciudad a través de tuberías. Según sus cálculos, cada uno de los 13 condensadores produciría unos 55.400 litros de agua al día, más que suficiente para satisfacer las necesidades de la antigua Feodosia.

El error arqueológico que llevó al desarrollo de pozos de aire con condensación de rocío

Para probar su hipótesis construyó su propio condensador en la cima del monte Tepe-Oba (228 metros de altura), siguiendo el modelo de los descubiertos. Su condensador tenía 6 metros de altura y un diámetro en su parte superior de 8 metros. Estaba rodeado por un muro de 1 metro de alto y 20 metros de ancho que creaba un área en forma de cuenco donde se acumulaba el agua. Para construirlo utilizó piedras extraídas de la costa.

La estructura se puso en funcionamiento en 1912 y funcionó tal como Zibold había predicho. Cada día producía 360 litros de agua. Aunque la producción fue muy inferior a la que había estimado para las estructuras descubiertas en el bosque (55.400 litros diarios), Zibold consideró que su teoría estaba confirmada y sirvió de base para desarrollos posteriores de pozos de aire, como el famoso Condensador Achille Knapen construido en 1930 en Trans-en-Provence, Francia, y por extensión toda la tecnología posterior.

El error arqueológico que llevó al desarrollo de pozos de aire con condensación de rocío

El condensador de Zibold estuvo operativo durante tres años, hasta 1915, cuando la aparición de fugas en la base obligó a cancelar el experimento, que quedó abandonado hasta su redescubrimiento en 1993.

Pero lo que Zibold había identificado en su época como pozos de aire para la producción de agua en Teodosia no lo eran. En realidad se trataba de túmulos funerarios construidos entre los siglos V y IV a.C. Las tuberías de terracota son muy posteriores, de la época medieval, y no tuvieron nada que ver con los túmulos (aunque su función sigue siendo desconocida hasta el día de hoy).

Además, estudios posteriores demostraron que el rendimiento de los condensadores disminuía al aumentar la masa de las estructuras, porque el calor no se eliminaba con la suficiente rapidez. Quiso la suerte que Zibold utilizara piedras (guijarros de playa) para su construcción, moldeadas de tal forma que permitieran el mínimo contacto térmico, creando miles de pequeños espacios por los que podía pasar el aire caliente. Si no se hubieran utilizado esas piedras, el condensador nunca habría funcionado.