Descubrimientos arqueológicos

Arqueólogos descubren por primera vez minas de obsidiana prehistóricas

Arqueólogos de la Universidad Ca' Foscari encontraron por primera vez minas prehistóricas de obsidiana de la Edad del Bronce, ubicadas en Georgia.

Aunque se sabe que la extracción de obsidiana fue una práctica común en la prehistoria, hasta ahora nunca se han encontrado pozos excavados para este propósito. En Europa, la mayor parte de este material volcánico se recogió en la superficie, como las piezas encontradas en algunos yacimientos neolíticos de la Península Ibérica, en las laderas del macizo volcánico del Monte Arci en Cerdeña.

Este es uno de los cuatro únicos depósitos de obsidiana en el Mediterráneo central, junto con los de Lipari, Pantellaria y Palmarola. En el Egeo están los de Melos y Gyali, mientras que en Anatolia son conocidos los de Acigol y el volcán Göllü Dag.

Desde estos depósitos, la obsidiana viajó por las rutas comerciales hacia Oriente y Occidente, y se utilizó ya en la Edad de Piedra para fabricar herramientas de corte. Su importancia se mantuvo incluso durante todo el cuarto y tercer milenio a.C., época a la que correspondería el descubrimiento realizado por el equipo del arqueólogo Paolo Biagi en el monte Chikiani en Georgia.

Arqueólogos descubren por primera vez minas de obsidiana prehistóricas

La importancia del descubrimiento radica en los datos que puede aportar sobre las actividades mineras en la historia euroasiática, y la extracción planificada de este tipo de vidrio volcánico, un aspecto del que los investigadores tienen poco conocimiento.

El monte Chikiani se eleva a 2.400 metros sobre el nivel del mar, al noreste del lago Paravani, y cuenta con numerosas vetas de obsidiana que se originaron a partir de la erupción de un volcán hace unos 3 millones de años. En su vertiente norte, a unos 2.200 metros de altitud, se encontraron hasta 250 pozos para la extracción del material, todos ellos rodeados de restos de la actividad minera.

La obsidiana extraída fue trabajada posteriormente en talleres, ocho de ellos también encontrados en las proximidades de los pozos, aunque los investigadores creen que pueden haber muchos más. Los artefactos resultantes luego se distribuyeron a asentamientos prehistóricos a través de rutas comerciales, algunas de ellas a cientos de kilómetros de distancia, aunque se desconoce el sistema utilizado.

Uno de los aspectos que más interesa a los arqueólogos es saber cómo se organizó la extracción en un lugar tan alto que permanecía cubierto de nieve durante seis meses al año y con temperaturas bajísimas.

Junto a los pozos mineros, también se encontraron túmulos y complejos megalíticos que incluyen alineaciones de piedras de hasta 100 metros de largo. Su estudio podría arrojar luz sobre aspectos hasta ahora desconocidos de la cultura Kurá-Araxes, civilización que se desarrolló en la zona entre el 3.400 y el 2.000 a.C. y cuyo asentamiento principal se encuentra en la meseta de Ararat.