Una característica común de las petrosferas, bolas prehistóricas de piedra tallada que se han encontrado en diferentes formas y tamaños en muchas partes del mundo, es que se desconoce su función.
De todos ellos, los descubiertos principalmente en Escocia, con algunos ejemplos encontrados en el resto de Gran Bretaña y en Irlanda, son quizás los más interesantes e intrigantes.
No sólo por su abundancia, más de 400 ejemplares hasta el momento, sino también por su forma y decoración. Se les llama genéricamente bolas de piedra talladas y todos tienen un tamaño similar, entre 7 y 9 centímetros de diámetro, aunque están formados por distintos tipos de roca.
Todos ellos cuentan con una serie de baches o protuberancias, que van desde apenas 3 hasta 160 de los más prolíficos. La mayoría tiene 6 protuberancias, pero también las hay tres, cuatro, cinco, siete, ocho, nueve, diez y más, hasta apenas una docena que tienen entre 70 y 160.
Están decoradas con motivos geométricos, espirales, círculos concéntricos y líneas rectas, algunas tan detalladas que sólo un artesano experimentado habría podido realizarlas. En ocasiones la combinación de protuberancias y líneas da lugar a poliedros regulares, como los que tienen forma de dodecaedro. En general, todos presentan una marcada simetría.
La datación que manejan los expertos para estos artefactos es alrededor del 3000-2000 a.C., a finales del Neolítico, extendiéndose su producción al menos hasta la Edad del Bronce.
Se conocen desde la antigüedad, ya que la mayoría de ellos fueron encontrados de manera casual por campesinos en sus campos cuando trabajaban la tierra. Éstos solían venderlos a coleccionistas, que pagaban sólo por aquellos que tenían un valor artístico aparente, por lo que se cree que muchos menos elaborados podrían haber sido desechados o destruidos.
Sólo unos pocos aparecieron en el contexto de excavaciones arqueológicas, como los cinco encontrados en el yacimiento neolítico de Skara Brae en las Islas Orcadas.
Pero la gran mayoría proceden de Aberdeenshire, un municipio del noreste de Escocia, de lugares donde también aparecieron símbolos pictos, por lo que las primeras interpretaciones consideraban las bolas como artefactos de este antiguo pueblo.
Curiosamente su distribución coincide también con la de una especie de círculo de piedras, del que existen 71 ejemplares en cerros de la zona, y cuya principal característica es que las piedras se colocan reclinadas en lugar de erguidas. La orientación de estos círculos, en los que se han encontrado restos humanos, coincide con la puesta de sol del solsticio de invierno.
Los investigadores aún desconocen la función de las bolas. Algunos creen que pudieron tener un uso ritual simbólico, otros que eran objetos indicativos de poder social, y en este sentido su distribución también coincide con las cabezas de maza. utilizado en ritos ceremoniales. Demasiadas coincidencias. E incluso hay quien piensa que fueron utilizadas como armas de guerra, aunque la ausencia de daños o desperfectos en las mismas invalidaría esta hipótesis.
Una teoría interesante es la que, dado su tamaño uniforme, las considera pesas para ser utilizadas en balanzas o básculas primitivas, pero a pesar de ello su peso varía dependiendo del material del que están hechas, por lo que tampoco es muy factible. .
También se ha propuesto su uso como objetos para pedir la palabra en reuniones y discusiones, debiendo el sujeto sostener la pelota en alto antes de hablar. Y una teoría más los considera útiles para trabajar la piel.
Más difícil de sostener es la idea de que las bolas de piedra muestran evidencia de conocimiento de los cinco sólidos platónicos siglos antes de que el propio Platón los describiera. Es cierto que muchos de ellos tienen configuraciones que se asemejan a los sólidos, pero esto también podría haber surgido de forma natural al distribuir las protuberancias en la esfera.
Finalmente, y dada la coincidencia de su distribución con los círculos antes mencionados, hay quien sugiere que podrían haber sido utilizados como rodamientos. para transportar esas piedras grandes, y por lo tanto estarían diseñadas para usarse juntas y no individualmente.
Lo que sí parece claro es su origen en esa zona del noreste escocés, siendo los hallazgos en otros lugares más lejanos explicados por el hecho de que se trata de objetos pequeños y fáciles de transportar.
Hoy en día existen colecciones de estas bolas de piedra talladas en el Museo Británico, el Museo Ashmolean y otras instituciones escocesas.