Crítica de la fuente: Los historiadores examinan críticamente las fuentes que utilizan para determinar su autenticidad, confiabilidad y relevancia. Esto implica evaluar la perspectiva, los prejuicios y las motivaciones del autor, así como el contexto en el que se creó la fuente.
Contextualización: Los historiadores ubican las fuentes dentro de su contexto histórico para comprender su importancia y significado. Esto implica considerar los factores sociales, políticos, económicos y culturales que influyeron en la creación de la fuente.
Comparación: Los historiadores comparan diferentes fuentes para identificar similitudes y diferencias, y para corroborar o cuestionar la información. Al comparar múltiples fuentes, los historiadores pueden obtener una comprensión más completa del pasado.
Interpretación: Los historiadores interpretan las fuentes basándose en su análisis y síntesis de la evidencia. Esto implica hacer inferencias y sacar conclusiones sobre el pasado, reconociendo al mismo tiempo las limitaciones e incertidumbres de la evidencia histórica.
Periodización: Los historiadores dividen el pasado en períodos o eras para organizar y estudiar acontecimientos y desarrollos históricos. Esto ayuda a los historiadores a identificar patrones, continuidades y cambios a lo largo del tiempo.
Causa: Los historiadores analizan las causas y consecuencias de los acontecimientos históricos. Esto implica identificar los factores que llevaron a ciertos eventos, así como el impacto y la importancia de esos eventos.
Empatía: Los historiadores intentan comprender el pasado desde la perspectiva de las personas que vivieron en él. Esto implica considerar las creencias, valores y experiencias de los actores históricos, y cómo estos dieron forma a sus acciones y decisiones.
Al utilizar estas técnicas, los historiadores pueden sintetizar evidencia y construir narrativas del pasado coherentes y basadas en evidencia.