Una de las aplicaciones más importantes de la cromatografía durante la Segunda Guerra Mundial fue la separación e identificación de colorantes. Los tintes eran esenciales para la producción de uniformes, mapas y otros suministros militares. La cromatografía permitió a los químicos identificar de forma rápida y precisa los diferentes tintes disponibles y seleccionar los más adecuados para cada aplicación específica.
Otra aplicación importante de la cromatografía durante la Segunda Guerra Mundial fue la separación e identificación de drogas. Los medicamentos eran esenciales para el tratamiento de los soldados heridos, y la cromatografía permitió a los farmacéuticos identificar de forma rápida y precisa los diferentes medicamentos disponibles y seleccionar los más adecuados para cada paciente específico.
Finalmente, la cromatografía también se utilizó durante la Segunda Guerra Mundial para separar e identificar explosivos. Esto fue esencial para el desarrollo de armas nuevas y más efectivas.