Desde la antigüedad, el hombre ha querido adquirir conocimientos que le permitieran revivir a los muertos. Con el tiempo, la gente empezó a abandonar la fe en el funcionamiento de las pociones mágicas y a confiar cada vez más en la ciencia. ¿Cuáles fueron los resultados de las investigaciones "científicas" de los investigadores del siglo XIX?
Una de las fuentes de información sobre los últimos descubrimientos e invenciones del siglo XIX fue, por supuesto, la prensa. Los varsovianos pudieron conocer los resultados del trabajo de los científicos nacionales y extranjeros, por ejemplo, a través del "Tygodnik Ilustrowany". Hoy en día, los informes publicados en él pueden reír por su absurdo, pero hace cien años se abordaban con total seriedad y con un escalofrío de emoción.
Tirar de la lengua… o reanimación
El siglo XIX se hizo famoso por sus descubrimientos revolucionarios no sólo en el campo de la tecnología, sino también en el de la medicina. Todo se hizo con el antiguo método de prueba y error. El rápido desarrollo de la ciencia y la tecnología hizo que la gente se planteara preguntas cada vez más difíciles. Por ejemplo:¿se pueden resucitar los muertos? Si es así, ¿cómo?
El semanario Illustrated informó a sus lectores sobre los avances revolucionarios en la investigación de la resurrección...
En Tygodnik Ilustrowany encontramos un resumen de las investigaciones de dos científicos franceses:el Dr. Laborde y su asistente, el Sr. Monche, quienes juntos intentaron solucionar este problema. ¡Se inspiraron para hacerlo en (supuestamente) casos documentados de reanimación de personas que ya se daban por muertas!
Un ejemplo sería la historia de un joven de 16 años que estuvo bajo el agua durante unos diez minutos. Luego de que el niño fuera sacado, estaba utilizando un inusual método para salvarle la vida, que consistía en… estirar rítmicamente la lengua (¡sí, idioma!). ¡Después de tres horas de "reanimación" sistemática, el hombre que iba a ahogarse debía dar los primeros signos de vida!
El Dr. Laborde en su laboratorio de París decidió comprobar la credibilidad de la información que recibió. Realizó un experimento con un perro que fue asesinado artificialmente (aunque no se sabe exactamente cómo).
Durante mucho tiempo, por orden del médico, le arrancaron sistemáticamente la lengua al animal, pero no produjo los resultados deseados. Los científicos finalmente dejaron de intentarlo, pero un limpiador al que le gustaba el perro decidió "revivirlo". ¡Así cobró vida (supuestamente) el animal!
Es necesario entrenar la capacidad de extraer sistemáticamente la lengua, como afirmó el científico francés. Como regla general, cuando ocurrió un accidente, no había ninguna persona que tuviera las habilidades adecuadas y fuera lo suficientemente fuerte para llevar a cabo este proceso durante muchas horas. Por ello, el Dr. Laborde empezó a considerar un instrumento que realizara movimientos de forma automática. Contrató al Sr. Monche para este esfuerzo, con quien llevó a cabo el experimento con perros descrito anteriormente.
Máquina para revivir
Juntos crearon un dispositivo que reemplaza la mano humana. La máquina realizó los movimientos necesarios para reanimarlo automáticamente:a intervalos regulares, 120 pulsaciones por minuto. La primera versión utiliza el mecanismo sobre el que funcionan los relojes. Su desventaja era la necesidad de darle cuerda cada cinco minutos. Fue extremadamente problemático con muchas horas de fuga. Para mejorarlo se utilizó un motor eléctrico alimentado por dos baterías. ¡Gracias a esta solución se pudo realizar "tirar" durante tres horas sin tocar la máquina!
Un dispositivo para restaurar la vida durante la operación (Sobre el renacimiento artificial, "Tygodnik Illustrowany", 1900, núm. 38).
Y ahora un poco de ingeniería... En la primera imagen (haga clic para ampliar) hay tres figuras - 1, 2, 3 - que muestran la construcción del »extractor« eléctrico. En el primero de ellos, la letra A indica el motor, B, el transmisor y C, el rodillo de resistencia que regula el flujo de corriente eléctrica. Las letras D y E marcan las baterías (Figura No. 2). La tercera figura muestra un mecanismo de reloj (I, H) con un motor cilíndrico (F). La segunda imagen muestra el instrumento en funcionamiento.
Por supuesto, es fácil adivinar cuál fue la eficacia de este sofisticado invento. Sólo nos queda alegrarnos de que la etapa experimental haya terminado y sepamos que sacar la lengua no es suficiente para devolverle la vida...
Fuente:
Acerca de la reactivación artificial , "Tygodnik Illustrowany", 1900, núm. 38.