Específicamente, la Ley Clayton prohíbe:
* Discriminación de precios: Cobrar precios diferentes por el mismo producto o servicio a diferentes clientes, si el efecto de hacerlo es disminuir sustancialmente la competencia o crear un monopolio.
* Contratos de exclusividad: Exigir a un cliente que compre todos o la mayoría de sus suministros a un único proveedor, si el efecto de hacerlo es reducir sustancialmente la competencia o crear un monopolio.
* Arreglos de vinculación: Exigir a un cliente que compre un producto o servicio para comprar otro producto o servicio, si el efecto de hacerlo es reducir sustancialmente la competencia o crear un monopolio.
* Fusiones y adquisiciones: Adquirir o fusionarse con otra empresa, si el efecto de hacerlo es disminuir sustancialmente la competencia o crear un monopolio.
La Ley Clayton también otorga al gobierno el poder de solicitar medidas cautelares para detener prácticas anticompetitivas y ordenar a las empresas que se deshagan de activos que hayan sido adquiridos en violación de la ley.
La Ley Clayton se ha utilizado para cuestionar una amplia gama de prácticas comerciales, entre ellas:
* La fusión de Standard Oil en 1911
* Los contratos de exclusividad de AT&T en la década de 1920
* Los acuerdos vinculantes de Microsoft en los años 1990
* Las prácticas anticompetitivas de Google en la década de 2010
La Ley Clayton es una herramienta importante para que el gobierno garantice que la competencia siga siendo fuerte en la economía estadounidense. Al prevenir la formación de monopolios y otras prácticas anticompetitivas, la ley ayuda a proteger a los consumidores y a las pequeñas empresas de la explotación.