Roles y expectativas de género: La sociedad puritana de Salem se adhirió a estrictos roles y expectativas de género. Se esperaba que las mujeres fueran piadosas, serviles y obedientes a los hombres. Cualquier desviación de estas normas podría considerarse sospechosa y potencialmente indicativa de brujería.
Cuestiones económicas y inmobiliarias: Las mujeres a menudo tenían acceso limitado a la propiedad y a las oportunidades económicas en la sociedad puritana. Como resultado, algunos pueden haber sido vulnerables a acusaciones de brujería como una forma para que otros obtuvieran el control de sus propiedades o recursos.
Disputas y conflictos de herederos: Las disputas de propiedad y los conflictos por herencia eran comunes en Salem. Las acusaciones de brujería podrían utilizarse como medio para resolver estas disputas o eliminar rivales.
Mujeres marginadas y vulnerables: Es posible que las mujeres que ya estaban marginadas o vulnerables, como las viudas, las solteras o aquellas con creencias o comportamientos poco convencionales, hubieran tenido más probabilidades de ser blanco de ataques.
Dinámica de poder y control social: Las acusaciones de brujería proporcionaron un medio de control social, permitiendo a la comunidad mantener su orden religioso y social castigando a quienes se desviaban de la norma.
Miedo e histeria: Los juicios por brujería de Salem estuvieron alimentados por un clima de miedo e histeria, que provocó un efecto de bola de nieve de acusaciones y aumentó la vulnerabilidad de las mujeres a ser atacadas.
Influencia de creencias religiosas y supersticiones: La sociedad puritana era profundamente religiosa, con una fuerte creencia en la existencia de la brujería y el diablo. Esto creó un entorno en el que las acusaciones de brujería se tomaban en serio y podían intensificarse fácilmente.