No fue hasta 1818, cuando el presidente James Monroe ordenó repintar el edificio, que adquirió el icónico color blanco que conocemos hoy. La pintura blanca fue elegida para tapar las marcas de quemaduras dejadas por el ataque británico. Con el tiempo, el nombre "Casa Blanca" se hizo más popular y finalmente reemplazó los nombres anteriores, convirtiéndose oficialmente en su nombre oficial en 1901, cuando el presidente Theodore Roosevelt comenzó a usar el término de manera constante.