Los triángulos amorosos suelen esconder historias de infidelidad y mentiras, pero el triángulo formado por la rusa Klavdia Novikova el japonés Yasaburo Hachiya y su esposa Hisako sólo esconde amor y sacrificio.
Durante la Segunda Guerra Mundial, Yasaburo y su esposa Hisako huyeron de Japón y se establecieron en Corea, donde tuvieron dos hijos. Después de la guerra en Europa y después de la Conferencia de Yalta, en agosto de 1945 Stalin entró en la guerra contra Japón invadiendo Manchuria, Corea y las Islas Kuriles. Como muchos japoneses que viven en Corea, Yasaburo fue acusado de espionaje y condenado a 10 años en el terrible gulag siberiano. En ese campo conoció a Klavdia Novikova, encerrada por el terrible delito de "robar para comer. » disfrazado de «robo de propiedad socialista «.
Cuando ambos terminaron sus sentencias, su vida dio un giro inesperado:Klavdia regresó a su casa y no encontró a nadie, su marido la había abandonado; Yasaburo, víctima de un error burocrático, tuvo que permanecer en la Unión Soviética porque su nombre no figuraba entre los prisioneros japoneses que serían repatriados a Japón. Sin posibilidad de regresar a casa, sin noticias de su familia durante 10 años y pensando que su vida anterior estaba rota, Yasaburo Hachiya desapareció bajo el nombre de Yasha Ivanovich. . De la amistad nacida en la reclusión, sazonada por la soledad, surgió algo más profundo. Al principio, Klavdia tenía miedo de iniciar una relación con Yasha porque qué dirán Había sido condenado por espionaje. Entonces, a pesar de lo que le dictaba el corazón, puso tierra de por medio y se mudó miles de kilómetros hasta un pequeño pueblo llamado Progreso. . Pero Yasha no se rindió. La siguió hasta Progreso y allí, después de mucha insistencia, consiguió el sí. Se casaron y vivieron felices durante 37 años en un pequeño huerto, algunas cabras y los trabajos de Yasha como barbero y acupunturista.
Yasha y Klavdia
Sus vidas volverían a cambiar en los años 90 con la caída de la URSS. La apertura al comercio exterior hizo coincidir a un empresario local con varios empresarios japoneses. Les contó, a modo de anécdota, que en su pueblo vivía un japonés que había estado preso en el gulag. Los japoneses encontraron curiosa su historia y comenzaron a investigar su origen... hasta que encontraron a un hermano de Yasha/Yasaburo y los pusieron en contacto. El mundo de Yasha se vino abajo cuando su hermano le contó que su esposa Hisako y su hija habían sobrevivido y vivían en Japón -su hijo murió en Corea-. Después de 50 años, Hisako todavía lo esperaba. Esa noticia dejó confundido a Yasaburo, no sabía si quedarse y continuar con la vida de Yasha con Klavdia o regresar para recuperar a Yasaburo y todo lo que dejó atrás. Klavdia decidió por él:reunió los pocos ahorros que tenían y consiguió un pasaporte para su marido, además de divorciarse de él para poder recuperar su vida anterior.
Klavdia sacrificó su propia felicidad e insistió en que regresara a los brazos de su esposa que tanto había esperado. Además, con la pensión que obtendría en Japón podría acceder a la atención médica necesaria para su delicado estado de salud.
Su esposa necesitaba abrazarlo nuevamente y su hija necesitaba un padre… Cuando lo solté, sentí como si me hubieran arrancado la mitad del corazón. No fue culpa de nadie, sólo del destino. Había sufrido mucho y merecía mejores condiciones de vida en su tierra natal.
Yasha y Klavdia
En marzo de 1997 se despidieron con un beso apasionado y ambos pensaron que sería la última vez que se verían... pero no fue así. Todos los sábados hablaban por teléfono y Yasaburo enviaba regalos y dinero siempre que podía.
Un escritor japonés se enteró de esa historia y decidió escribir un libro sobre ese triángulo amoroso que luego fue llevado al cine. La historia conmocionó a la sociedad japonesa y se hizo una colecta para financiar el viaje de Klavdia a Japón…. y se produjo el reencuentro. Si el abrazo entre Yasaburo y Klavdia fue intenso y emotivo, el de Klavdia e Hisako no lo fue menos... no hicieron falta palabras, las lágrimas lo dijeron todo.
Yasaburo y Hisako
El pasado mes de septiembre falleció Klavida Novikova. Su muerte pasó casi desapercibida en Rusia, pero no en Japón, donde se había convertido en un símbolo de amor y sacrificio. Tras su muerte, llegó una emotiva carta de despedida a Progreso escrita por Yasaburo.
Fuente e imágenes:The Siberian Times