Algunas personas creen que la decisión de permitir que el Emperador conservara su trono fue un error. Argumentan que fue cómplice de los crímenes de guerra cometidos por el ejército japonés y que debería haber respondido por sus acciones. Otros sostienen que la decisión fue necesaria para evitar un mayor derramamiento de sangre y ayudar a Japón a reconstruirse después de la guerra.
En última instancia, la decisión de permitir que el Emperador permaneciera en el trono fue compleja, con pros y contras. Depende de cada individuo decidir si cree o no que fue la decisión correcta.