1. Mecanización:
La introducción de tractores y otra maquinaria agrícola revolucionó las prácticas agrícolas en el Sur. Los tractores reemplazaron a las mulas y los caballos para arar, rastrillar y plantar, aumentando la productividad y la eficiencia.
2. Expansión de la producción de algodón:
A pesar de la plaga del picudo del algodón que devastó los cultivos de algodón a finales del siglo XIX, el algodón siguió siendo un cultivo dominante en el sur durante el siglo XX. Los agricultores adoptaron técnicas de cultivo mejoradas y nuevas variedades de algodón que eran más resistentes a las plagas.
3. Diversificación de cultivos:
Al reconocer los riesgos de depender únicamente del algodón, los agricultores comenzaron a diversificar sus cultivos para reducir la vulnerabilidad a las fluctuaciones del mercado y las plagas. Cultivos como maní, soja, maíz y tabaco ganaron importancia en el paisaje agrícola del sur.
4. Aparcería y agricultura arrendataria:
La aparcería y la agricultura de arrendamiento, sistemas en los que los agricultores trabajaban en tierras de otros a cambio de una parte de la cosecha, continuaron prevaleciendo en el Sur durante el siglo XX. Sin embargo, estos sistemas disminuyeron gradualmente a medida que más agricultores afroamericanos adquirieron tierras y se convirtieron ellos mismos en propietarios.
5. Programas de apoyo gubernamental:
El establecimiento de programas gubernamentales, como la Ley de Ajuste Agrícola (AAA) y la Ley de Conservación del Suelo y Asignación Nacional (SCDAA), proporcionó asistencia financiera e incentivos a los agricultores para reducir los excedentes, conservar el suelo y adoptar prácticas agrícolas sostenibles.
6. Aumento de los agronegocios:
Los agronegocios, caracterizados por la propiedad corporativa a gran escala y el control de la producción y distribución agrícola, comenzaron a surgir en el Sur. Este cambio de una agricultura familiar tradicional a operaciones de propiedad corporativa transformó el panorama agrícola.
7. Disminución de las pequeñas explotaciones:
Las pequeñas explotaciones familiares se enfrentaban a desafíos cada vez mayores, como la competencia de operaciones agroindustriales más grandes, presiones económicas y la migración de poblaciones rurales a zonas urbanas. Como resultado, el número de pequeñas granjas en el Sur disminuyó significativamente durante el siglo XX.
Estos cambios en la agricultura tuvieron un profundo impacto en el tejido económico y social del Sur. Contribuyeron al declive de las prácticas agrícolas tradicionales, al desplazamiento de las comunidades rurales y a la transformación de la economía agrícola de la región.