El término olisbos , que significa resbalón o deslizamiento, es el nombre que en la antigua Grecia se le daba al artilugio de piedra, cuero o madera con forma fálica que las mujeres impregnaban en aceite de oliva para practicar el arte del amor propio. El consolador de toda la vida, desde la Prehistoria. En el año 2005 científicos alemanes descubrieron en la cueva Hohle Fels (Alemania) que, en el momento de escribir estas líneas, puede considerarse el consolador más antiguo de la historia. Se trata de un falo de piedra perfectamente pulida de unos veinte centímetros de largo -la medida estándar en mi pueblo- que tendría unos 28.000 años de antigüedad.
En la obra Lisístrata , Aristófanes los llama “consoladores de las viudas Y en Roma tuvieron cierto protagonismo en la noche de bodas. Antes de que los esposos se quedaran solos para consumar su matrimonio, que no era más que un simple contrato privado entre las partes, la madre de la novia tenía debajo de la cama todo lo necesario para que no hubiera contratiempos:un tarro de miel para que el el novio no se desmayaría, un potente afrodisíaco como la menta y una imagen de madera del dios Príapo -siempre representado con un enorme falo erecto- en caso de que se produjera el temido gatillo. Tan arraigada estaba la creencia en las propiedades afrodisíacas de la menta que en tiempos de guerra estaba prohibido plantar semillas de menta y hacer brebajes con ellas. Los hombres deberían centrarse en “hacer la guerra y no amar “. En el Satyricon , los olisbos se utilizaban como instrumentos de tortura:se untaban con pimienta y se introducían por el ano.
En otras latitudes los consoladores se hacían de materiales más… digamos, más… bueno, más… en Medio Oriente se hacían con estiércol de camello seco recubierto con una resina. Y en Egipto, cuenta la leyenda que la fogosa Cleopatra fue quien dio el salto del consolador al vibrador. En ausencia de pilas o electricidad, su consolador vibraba de forma “natural”:las abejas vivas se metían en una calabaza hueca y seca y revoloteaban, provocando la vibración (¡No intentes esto en casa! Y si lo haces, elige una calabaza adecuada y asegurarse de que las abejas no puedan salir de ella). De su ardor bastaría recordar que sus contemporáneos la llamaban "la boquiabierta" y "la boca de diez mil hombres".
Para acabar con los juguetes sexuales, y según lo que Alicia Misrahi nos cuenta en su libro “En mi casa o en la tuya:confesiones de un tuppersex ”…
Los anillos para el pene se inventaron en China. Los primeros estaban hechos con párpados de cabra con las pestañas intactas. Aumentaron las erecciones de los hombres, mientras que las pestañas daban placer a las mujeres en sus zonas más sensibles.
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Fuente:Invenciones de los antiguos