Historia de Europa

Avarcas menorquinas, desde las honderas baleares de Aníbal hasta la actualidad

Una batalla como escenario en plena Antigüedad. Aníbal y sus tropas hispanas se enfrentan a miles de guerreros romanos deseosos de luchar. Y en primera línea de batalla del lado del general cartaginés, un nutrido grupo de honderos baleares, que lanzaban piedras con sus hondas con las que “superaron a todos los demás hombres. ”, como dice el historiador griego Diodorus Siculus escribía, y que caminaba firme con sus abarcas . Así es. El zapato acolchado que lleva mucho tiempo de moda en los calurosos veranos de medio mundo por su comodidad y frescor ya sirvió de apoyo a los clásicos luchadores baleares para cumplir su cometido, salvaguardando su estabilidad en el campo de batalla.

Avarcas menorquinas, desde las honderas baleares de Aníbal hasta la actualidad
Durante los dos últimos siglos, el calzado menorquín ha sido la fuente de ingresos y trabajo más satisfactoria para la isla hasta la llegada del turismo, sector con el que comparte lugar en la mesa económica. Con una gran variedad de pies para calzar:desde los llamados 'zapatos mayonesa', de color oscuro con hebilla plateada, que se vendían en el siglo XVIII en los mismos talleres donde se confeccionaban a gente de buen linaje que buscaba por su elegancia, incluso los zapatos con los que los artesanos siguieron vistiendo a las numerosas guarniciones militares que llegaron con las dominaciones inglesa y francesa.

Lo cierto es que la artesanía siempre ha estado presente en el calzado menorquín. Y si no, que se lo digan las sandalias o alpargatas menorquinas, que pasaron por las manos expertas de un curtidor, un panadero, un zapatero y un costurero, oficios que hoy son patrimonio de nuestra cultura. Se trataba entonces de unas sandalias rústicas, confeccionadas con piel de vacuno curtida y a las que, con la entrada del siglo XX y la llegada de la tecnología moderna y la demanda de países a los que ya se empezaba a exportar, como Cuba, se les añadió el ingrediente material que ha los hacía reconocibles e imprescindibles para muchos hasta ahora:el caucho. Al reforzar su suela, esta goma aumentó la resistencia, la flexibilidad y la capacidad antideslizante del zapato, lo que hizo que los agricultores y campesinos baleares siguieran utilizándolo, ya que podían proteger sus pies de la humedad durante las largas y agotadoras jornadas de campo.

Con el paso del siglo XX la producción de calzado se tecnificó, aunque todavía era producto de los trabajadores del campo y de las clases bajas. En esa época el poeta Miguel Hernández escribió uno de los poemas que mejor atestiguan su humilde uso:

Para el cinco de enero,
cada enero pongo
mis zapatos de cabrero
en la ventana fría.

Y encontré los días
que derriban puertas,
mis sandalias vacías,
mis sandalias desiertas.

Nunca tuve zapatos,
ni trajes, ni palabras:
siempre tuve arroyos,
siempre penas y cabras.

La pobreza me vistió,
el río lamió mi cuerpo
y de pies a cabeza
fui hierba de rocío.

Para el cinco de enero,
para el seis, quería
que el mundo entero fuera
una juguetería.

Y al amanecer
removiendo los huertos,
mis sandalias sin nada,
mis sandalias desiertas.

Ningún rey coronado
tenía un pie, tenía el deseo
de ver el calzado
desde mi pobre ventana.

Toda la gente del trono,
toda la gente de las botas
se rió amargamente
de mis sandalias rotas.

Llorando furiosamente, hasta
cubrir mi piel de sal,
por un mundo de pasta
y unos hombres de miel.

Alrededor del cinco de enero
de mi redil
mis zapatos de cabrero
a la helada salí.

Y hacia las seis, mis miradas
se encontraron en sus puertas
mis sandalias heladas,
mis sandalias del desierto.

En la segunda mitad del siglo, la apuesta por la calidad y el diseño se convirtió en el caballo de batalla de su comercialización, así como la conservación de su potente componente artesanal, que dio lugar al trenzado a mano de las pieles de algunos modelos femeninos. clase alta. También el origen del caucho utilizado:ruedas de neumáticos reciclados. Una práctica sostenible y responsable con el medio ambiente que pocas empresas de sandalias mantienen hoy en día debido a los costes que implica. De hecho, la única española es MMARTINYCA, impulsada por Lanzadera. La experiencia, compromiso y dinamismo de los fabricantes de sandalias les ha llevado también a dedicar sus esfuerzos a exponer el calzado menorquín en las ferias más prestigiosas del mundo. Como los de Japón, Alemania, Nueva Zelanda o Dubai, donde se han mostrado muy interesados ​​por el producto en los últimos años, ávidos de un producto exótico y diferente al que encuentran cada día en sus tiendas más cercanas.

Avarcas menorquinas, desde las honderas baleares de Aníbal hasta la actualidad

Unas sandalias que están aguantando muy bien el paso de los años, gracias a la mejora de su estructura:las fabricadas íntegramente en piel, con suela, empeine y tira en el talón de piel y cosidas a mano con hilo encerado hasta las actuales con rueda de neumático de goma. (recicladas o no) y en todos los colores. De hecho, los viejos honderos baleares se sorprenderían mucho de la notable evolución que ha experimentado esta zapatilla, pero lo que seguramente agradecerían sería la mejora en comodidad y durabilidad para soportar las intensas jornadas de lucha desde el amanecer hasta el atardecer.

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