Entrada extraída del libro Los Plantagenets
El conocido como Imperio Angevino o Imperio Plantagenet llegó a extenderse desde Escocia hasta los Pirineos. A los territorios aportados por Enrique de Anjou (Enrique II de Inglaterra) como herencia de su madre la emperatriz Matilda y su padre Godofredo de Anjou (Inglaterra, Normandía, Anjou, Maine y Turena) se unió al ducado de Aquitania de su esposa Leonor. (que incluía el ducado de Gascuña y el condado de Poitou) y más tarde, mediante el matrimonio de su hijo Geoffrey, el ducado de Bretaña. Los Plantagenet llegaron a añadir tanto territorio al continente como el propio Rey de Francia.
En el año 1170 se celebró con el rey de Castilla Alfonso VIII el matrimonio entre una de las hijas de Enrique II y Leonor de Aquitania, llamada así por su madre. El castellano puso a disposición de su esposa numerosas villas y rentas, así como las ciudades de Nájera, Burgos y Catrojeriz con todos sus derechos y rentas, así como la mitad de las conquistas que realizó en tierras musulmanas.
Por su parte, la novia aportó como dote el Ducado de Gascuña, que le fue cedido por su madre, quien el año anterior también le había cedido el Ducado de Aquitania y el Condado de Poitou a su hijo predilecto, Ricardo (el futuro Corazón de León).
Las cuestiones sucesorias de la abundante descendencia de Enrique II y Leonor de Aquitania, para las que también debe tenerse en cuenta la opinión del Rey de Francia debido al vasallaje al que quedaron sometidas las posesiones continentales de los Plantagenet, pareció resolverse en una conferencia que ambos monarcas celebraron en Montmirail. Los planes de Enrique eran que su hijo del mismo nombre heredara Inglaterra, Normandía, Turena y Anjou, Bretaña pasara a Godofredo (casado con la hija del antiguo duque de Bretaña) y Aquitania, Poitou y Gascuña quedaran reservadas para Ricardo, aunque a esta última le habían asignado la dote de su hermana Leonor como reina de Castilla. Juan, de apenas tres años, y del que aún no se sabía si llegaría a la edad adulta, quedó fuera del reparto (de ahí su apodo Sin Tierra).
Durante el reinado de Enrique II, Aquitania, Poitou y Gascuña estuvieron gobernadas por su hijo Ricardo, quien se hizo cargo directamente del gobierno del resto de posesiones de su padre cuando este murió en 1189. El nuevo monarca de Inglaterra pasó buena parte de sus diez años de reinado fuera de su país, ya sea en las Cruzadas, ya sea cautivo tras regresar de ellas en Alemania, o guerreando contra Felipe de Francia en el continente. Esto hizo que Gascuña, cuya nobleza ya era poco dispuesta a someterse a sus señores feudales angevinos, reforzara su natural distanciamiento del gobierno ducal y su autonomía.
Alfonso VIII, rey de Castilla, tampoco estaba inicialmente en condiciones de prestar mucha atención a las posesiones ultrapirenaicas de su esposa. Sometido a una gran presión por la invasión almohade que le costó la dolorosa derrota de la batalla de Alarcos (1195), al no hacer frente a la amenaza árabe lo hizo con sus vecinos cristianos. El hecho de que los reyes de Aragón, Navarra y León fueran primos suyos no impidió que cada uno se aprovechara de las debilidades de los demás reinos para intentar prosperar a su costa, para desesperación de los legados papales que instaban a los cristianos. reyes de la península a olvidar sus problemas y unirse en la lucha contra el infiel.
Además de lo anterior, poco pudo hacer Alfonso en relación con Gascuña, cuando inicialmente ni siquiera podía acceder al ducado desde sus posesiones castellanas, ya que entre un territorio y otro había No había frontera pero era necesario cruzar el reino de Navarra, con cuyo monarca, Sancho VII el Fuerte el Castellano, no mantenía relaciones amistosas, como hemos comentado.
Pero esta situación dio un giro cuando en los años 1199 y 1200 Alfonso VIII llevó a cabo una campaña para recuperar, a costa del reino de Navarra, las antiguas fronteras del reino. de Castilla alcanzada en el año 1076 por Alfonso VI en los territorios de Álava y Guipúzcoa. Pero Alfonso VIII superó esta frontera en la parte nororiental, que marcaba en su día el río Urumea, y la extendió hasta la ribera del Bidasoa. Fue una ganancia modesta en términos de extensión, pero importante desde el punto de vista estratégico, ya que le permitió alcanzar un corredor fronterizo común entre Castilla y Gascuña.
Sin embargo, no fue hasta el año 1205 cuando Alfonso VIII decidió dar un paso para reclamar los derechos de su esposa sobre el Ducado de Gascuña. Quizás tuvo que ver con que, aunque Ricardo Corazón de León había muerto en 1199 y le había sucedido su hermano Juan sin Tierra, hasta 1204 seguía viva la madre de su esposa, Leonor de Aquitania. O que en ese mismo año Felipe Augusto de Francia atacó las posesiones continentales del rey de Inglaterra y se apoderó de Poitou.
Los nobles gascones no sabían a quién confiarse. Muchos de ellos se decidieron por Alfonso de Castilla. Sin necesidad de movilizar tropas, en octubre de 1204 recibió en San Sebastián el homenaje como Señor de Gascuña por parte del obispo de Dax, el conde de Armagnac y los vizcondes de Bearn, Orhez y Tarras.
Poco después, a petición del Papa Inocencio III, Alfonso alcanzó una tregua con el resto de reinos cristianos de la península, lo que le hizo decidir emprender una expedición a Gascuña. Esta campaña se inició a finales del verano de 1205 y, aunque Alfonso trajo consigo un contingente armado, se trató más de una toma de tierras cuyos nobles le habían jurado homenaje que de una campaña de conquista militar.
De hecho, en los lugares donde los habitantes le cerraron sus puertas y se declararon leales al rey de Inglaterra (Bayona, La Réole y Burdeos) sólo se produjo un asedio simbólico. sin embargo ninguno de estos lugares fue conquistado por el rey de Castilla. Alfonso VIII regresó a Burgos a principios del año siguiente donde hizo expedir un documento donde buena parte de los nobles y prelados gascones le reconocían como Señor de Gascuña, si bien ese documento no iba acompañado de un dominio efectivo en el ducado gascón.
Posteriormente, en Guadalajara, en octubre de 1207, Castilla y Navarra firmaron un tratado de paz en el que, entre otros acuerdos, se establecía el libre paso de tropas de cada reino a través del otro. Si se trataba de una previsión de una futura campaña militar castellana en Gascuña para hacer valer los derechos de la reina Leonor, nunca lo sabremos, ya que coincidió con el inicio de las tensiones en la frontera sur del reino de Castilla que centraron todos los esfuerzos bélicos castellanos. para afrontar la amenaza almohade y que culminó con la batalla de Las Navas de Tolosa en 1212.
Años más tarde, en 1253, el bisnieto de Alfonso VIII y Leonor Plantagenet, Alfonso X, a petición de varios nobles gascones descontentos con el dominio inglés, abordó la cuestión de los derechos de los reyes de Castilla al Ducado de Gascuña. Sin embargo, tal y como se narra en una entrada del blog, el asunto acabó con un matrimonio entre el heredero de la corona inglesa (el futuro Eduardo I) y la hermana del rey castellano, también llamada Leonor. Con este acuerdo Castilla renunciaba definitivamente a sus derechos sobre Gascuña.