Entrada extraída del libro De Covadonga a Tamarón .
El 20 de diciembre del año 910 falleció uno de los reyes más importantes de los reinos medievales peninsulares:Alfonso III el Grande. Su ascenso al trono no fue fácil. Cuando murió el rey de Asturias Ordoño I, su hijo mayor, Alfonso, tenía dieciocho años y experiencia de gobierno, ya que había colaborado con su padre, posiblemente mediante la fórmula de asociación al trono para hacerse cargo de Galicia, desde los catorce. . Eso no impidió que un noble llamado Fruela Bermúdez, conde de Lugo y de origen gallego, intentara destronarle y ceñirse la corona. Alfonso se vio obligado a refugiarse en Castilla, dominada por el conde Rodrigo, firme partidario suyo. Según algunas fuentes, Rodrigo acompañó al rey a Asturias para hacer frente a la rebelión, mientras que otras apuntan a que fueron los propios nobles asturianos los que se encargaron de desbaratar la maniobra de Fruela y Alfonso pudo regresar y sentarse en el trono. El traidor fue ejecutado.
Alfonso III gobernó durante cuarenta y cuatro años (866-910), durante los cuales amplió enormemente las fronteras de su reino a expensas del debilitado Emirato de Córdoba. Conquistó importantes ciudades como Oporto, Coyanza (Valencia de Don Juan), Sahagún, Braga, Coimbra, Cea y Guimaraes. En el año 878, cerca de Benavente, en un lugar conocido como La Polvoraria o Polvorosa, obtuvo una contundente victoria sobre los cordobeses. Alguna fuente cifra las bajas árabes en trece mil. No contento con ello, Alfonso III partió entonces a enfrentarse a otro contingente musulmán, al que también derrotó en Valdemora, a unos quince kilómetros de la actual localidad de Valencia de Don Juan (entonces Castillo de Coyanza).
Más tarde, en el año 901, un llamado a la guerra santa por parte de un líder musulmán provocó que un ejército de unos sesenta mil hombres, comandados por un príncipe omeya llamado Ahmad ibn Muawiya, lanzara él mismo contra Zamora. Alfonso III dirigió a las fuerzas cristianas para hacer frente a la amenaza y, tras varios días de combate que parecieron favorables a los árabes, el rey decidió rodear por la noche el campamento musulmán y consiguió la victoria en el conocido como Día del Foso de Zamora. .
En los siguientes mapas se puede observar la situación en el año 850, poco antes del ascenso al trono de Alfonso III, frente a la situación en el año 930, algo después de su muerte.
Tras sus victorias en el año 878, Alfonso III obtuvo del emir de Córdoba la firma de una tregua de tres años, que aprovechó para reforzar la situación militar de su reino y prepararlo para consolidar no sólo la frontera sur del reino, sino también las defensas en general, además de la estructura organizativa de los territorios repoblados en los últimos reinados. De esta forma se construyeron numerosos castillos entre la Cordillera Cantábrica y el Duero (Luna, Alba, Gordón, La Valcueya), pero también se aprovechó para levantar fortalezas en el litoral asturiano (Castrillón, San Martín), en las principales vías de comunicación. del reino. (Curiel, Tudela) y diversos edificios defensivos en la capital del reino, Oviedo.
Además, el desplazamiento hacia el sur del borde de la línea de el reino estuvo marcado por la construcción de diferentes castillos a lo largo del mismo:Zamora y Toro a orillas del Duero; Simancas y Dueñas en el Pisuerga; y en el próspero condado de Castilla, al mando de su segundo conde Diego, se acometió la repoblación de los Campos Góticos y Ubierna (882). En oriente, para evitar nuevas incursiones, encargó a don Diego la construcción de una fortaleza en un cerro junto al río Arlanzón. Aquella fortaleza, fundada en el año 884, sería la futura capital de Castilla y se llamaría Burgos.
Alfonso III también aprovechó la tregua para llegar a la costa Se restauró la organización administrativa y religiosa del reino, restituyendo diversas sedes episcopales de época visigoda ya en tierras conquistadas. Además, emprendió la construcción de un importante número de iglesias y monasterios:San Salvador de Valdediós, San Adriano de Tuñón, San Miguel de Villardedeyo, San Pedro de Cardeña, San Benito de Sahagún, entre otros.
También destaca, por su simbolismo, la confección y donación a la catedral de Oviedo para celebrar el centenario de otra donación (la de la Cruz de los Ángeles de Alfonso II ), de la magnífica Cruz de la Victoria, que recubría con un espectacular trabajo de orfebrería la que, en teoría, era la cruz de madera que portaba don Pelayo en Covadonga y que se encontraba en la iglesia de Santa Cruz de Cangas de Onís, construida por Favila. Esta cruz es actualmente el emblema de Asturias.
Uno de los rasgos más destacables del reinado de Alfonso III Fue su afán por escribir la historia de su reino. Bien es cierto que el objetivo perseguido con estas crónicas estaba más relacionado con sus ambiciones expansionistas que con la fiabilidad histórica. La primera crónica del reino de Asturias del reinado de Alfonso III es la llamada Crónica albendense , finalizada hacia el año 883, llamada así porque la copia que se conserva procede del monasterio de La Albelda (La Rioja), que cuenta una historia universal, aunque con un relato hagiográfico del monarca durante cuyo mandato se escribió esta obra. Unos años más tarde la Crónica alfonsina Fue escrita, llamada así porque se cree que fue escrita por el propio Alfonso III o con influencia muy directa de él, que narra la historia de los reinos visigodo y asturiano, desde Wamba hasta Ordoño I. La versión rotensiana de esta crónica ( llamado así porque se conoce a través de un códice conservado en Roda) es más conciso y con un enfoque más popular. La versión ad Sebastianum de la Crónica Alfonsina (llamado así porque está encabezado por una carta de Alfonso III a un tal Sebastián) es más cuidado y parece una evolución culta del rotense, pulida por el propio Sebastián, probablemente obispo, a petición de Alfonso III. P>
Hay que tener en cuenta que en la década de 880 el Emirato de Córdoba se encontraba en una situación de descomposición provocada por el avance de los dominios cristianos y por las rebeliones internas en lugares como Mérida. , Toledo, Ronda o Zaragoza, lo que hizo que el emirato sólo controlara efectivamente la zona cercana a Córdoba. Esto animó al monarca asturiano a soñar con recuperar todas las posesiones de la Hispania visigoda y motivó la redacción de las crónicas que hemos citado y su pretensión de que la monarquía asturiana fuera heredera de los visigodos. En este sentido, Alfonso III puede considerarse el ideólogo del concepto de Reconquista.
Por supuesto, me refiero exclusivamente al concepto de recuperación de los dominios cristianos peninsulares esbozado por Alfonso III en el siglo IX, no al término Reconquista , tal como se utilizó en el siglo XIX, ni a las construcciones ideológicas que han pervertido este término, para ensalzarlo o denigrarlo, en los siglos XIX, XX y XXI.
Como señala la obra de Gordo Molina y Melo Carrasco (Coord.) La Edad Media Peninsular, planteamientos y problemáticas. (Gijón. Ediciones Trea, S. L., p. 128.):
Limpiada de las ideologizaciones interesadas de las que ha sido objeto desde el siglo XIX, la palabra Reconquista puede ser perfectamente adecuada para designar la ideología que en muy poco tiempo Diferentes momentos de la Edad Media peninsular sirvieron a los monarcas hispánicos para legitimar un poder que supo hacer del caudillismo militar y expansivo la base de su propia justificación. Éste consistió en convertir el pasado unitario de la antigua España visigoda en un desafío de futuro, y para ello los ideólogos de la Reconquista no dudaron en presentar a los reyes a los que sirvieron como legítimos herederos y continuadores efectivos de ese pasado.
Los últimos años del reinado y la sucesión de Alfonso III fueron muy convulsos… pero esa es otra historia, a la que dedicaré la segunda entrada de esta serie.
Fuentes|
Fernández de Lis, D. (2109). De Covadonga a Tamarón. La historia de la monarquía astur-leonesa desde Pelayo hasta Vermudo III.
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Fernández Conde, F. J., Gutiérrez González, A., Fernández Mier, M., Suárez Álvarez, M. J., Arias Páramo, L. (2009). Poderes sociales y políticos en Asturias. Siglos VIII-X . Territorio, sociedad y poder. Revista de estudios medievales. Anexo No. 2
Ladero Quesada, M. Á. (2014). La formación medieval de España . Madrid. Alianza de editores. 2ª edición.
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Gordo Molina, Á. y Melo Carrasco, D. (Coord.) (2017). La Edad Media Peninsular, planteamientos y problemáticas. Gijón. Ediciones Trea, S.L
García de Castro Valdés, C. y Ríos González, S. (1997). Historia de Asturias. Asturias medieval . Gijón. Ediciones TREA S.L
Campomanes Calleja, E. (2004). Asturias:de reino a principado. Gijón. Editorial Picu Urriellu
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Chao Prieto, R. Historia de los reyes de León. Editorial Rimpego
Fernández Catón, J. M.ª. (2007). Monarca ia y sociedad en el reino de León, de Alfonso III a Alfonso VII . León. Centro de Estudios e Investigaciones San Isidoro
Carvajal Castro, Á. (2017). Bajo la máscara del Regnum:la monarquía asturiana en León (854-1037) . Madrid. Editorial CSIC.
Imagen| Archivo de autor.
Mapas| Juan Pérez Ventura.