Historia de Europa

Panteón de Agripa

Por Rainer Sousa

En las primeras décadas de la Era Cristiana, el Imperio Romano experimentó las transformaciones que culminaron con la expansión del cristianismo dentro de sus dominios. Al parecer, este proceso histórico tuvo como resultado el declive de las diversas creencias paganas que, a lo largo de los siglos, se habían consolidado en la cultura romana. Sin embargo, esta visión puede relativizarse cuando nos topamos con la historia del Panteón de Agripa, uno de los templos paganos más conocidos de la antigüedad.

Construido en el año 27 a.C., este templo surgió gracias a un homenaje rendido al cónsul Marco Vispânio Agrippa. La prueba de la autoría se encuentra en las palabras grabadas en la puerta de acceso al templo, que decían:“Construido por Marco Agripa, hijo de Lucio, por tercera vez cónsul”. A pesar de tener una gran importancia en la vida religiosa de los ciudadanos romanos, el centro de culto fue destruido casi en su totalidad por un incendio en el año 80 d.C. C.

Sólo cuatro décadas después, el templo fue reconstruido bajo las órdenes del emperador Adriano, quien según algunos indicios, habría sido el arquitecto de la obra y deseaba albergar a todos los romanos y deidades extranjeras. en el mismo lugar. Su postura sincrética fue fruto de los diversos viajes que realizó por la porción oriental del imperio y de su expresa admiración por los usos y costumbres de algunos pueblos conquistados por Roma.

El edificio tiene fuertes huellas de la arquitectura helenística. Su interior alberga una cúpula abovedada tomada por alvéolos de forma cuadrangular. En lo alto de esta misma cúpula aún existe una abertura circular -realizada en honor al dios sol- de nueve metros de diámetro que permite el ingreso de una cerradura luminosa al recinto. Erróneamente, sus constructores creyeron que la distancia desde la abertura hasta el suelo (43 metros) permitía que la lluvia se secara antes de llegar a la planta baja.

Como una especie de morada de los dioses, el Panteón era administrado por un grupo de sacerdotes que vigilaban las estatuas y antorchas encendidas en honor a las deidades. Aun siendo un punto de culto a dioses romanos y extranjeros, algunas de estas estatuas eran utilizadas para representar los diversos nombres que recibía una misma deidad en otras culturas. Además, el acceso al edificio estaba restringido a unas pocas autoridades y no se permitían rituales públicos en sus instalaciones.

Durante el período de cristianización y desmoronamiento del Imperio Romano, el Panteón de Agripa sólo se mantuvo gracias al esfuerzo de los sacerdotes de la propia Iglesia. En el año 608, con el mundo romano dominado por otros pueblos, el rey bizantino Flavio Focas entregó la construcción a manos del Papa Bonifacio IV, quien transformó el lugar en una iglesia cristiana dedicada a Santa María y Todos los Santos. De esta forma, el templo se libró de los actos vandálicos que marcaron el inicio de la Edad Media.

Desde el siglo XVI hasta nuestros días, el Panteón se ha transformado en la tumba de varias personalidades vinculadas a la historia italiana. Entre otras figuras, el lugar se convirtió en la última residencia de los pintores Rafael Sanzio (1483 – 1520) y Annibale Carraci (1560 - 1609), el arquitecto Baldassare Peruzzi (1481 - 1537) y los monarcas Vitor Emanuel II (1820 - 1878) y Humberto I (1844 - 1900).


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