Los habitantes de Ftía eran llamados mirmidones en la época homérica. Deben su nombre a Mirmidón, hijo de Zeus y Eurimedusa, según la leyenda. El mismo mito afirma que Zeus se transformó en hormiga para poder aparearse con dicha princesa, de ahí el nombre de su descendencia.
Otra versión, sin embargo, quiere que los mirmidones procedan de Egina, mientras que una tercera y más probable versión quiere que sean descendientes del señor tesaliano Mirmidón, que se casó con la hija del rey de Tesalia. Peleo, el padre de Aquiles, no era nativo pero se mudó a Ftía. Los mirmidones eran considerados extremadamente leales y obedientes a sus líderes, por lo que el término mirmidón se identifica con el concepto actual de robot.
Pero los mirmidones hicieron historia en la guerra de Troya. Eran los famosos mirmidones de Aquiles. Los mirmidones iban armados con escudo redondo, lanza, jabalina y espada, yelmos y corazas. Los mirmidones eran una unidad de élite, no porque portaran armas innovadoras para la época, sino por las tácticas agresivas que utilizaban, inspiradas en su excelente líder guerrero.
Durante la guerra de diez años con Troya y sus aliados, los mirmidones invadieron y saquearon un total de 23 ciudades aliadas de Troya. Aquiles fue el héroe que infligió las mayores pérdidas al bando contrario. Los mirmidones, sin embargo, lucharon como otros guerreros aqueos, pero sorprendieron al oponente con su impulso, confiando en un ataque rápido y veloz para derrotar a sus oponentes.
Si estos últimos no tenían el entrenamiento, la cohesión y la compostura necesarios, era seguro que serían barridos por la incursión de los mirmidones. En la Ilíada, es fácil ver cuánto valoraban y temían los troyanos a los mirmidones y a su líder, Aquiles, a pesar de que eran pocos:sólo 2.500 hombres, según la Ilíada.
Pero su valor era inversamente proporcional a su número y así quedó demostrado cuando el propio Aquiles se retiró y los retiró de las batallas. La Ilíada describe su épico contraataque liderado por Patroclo que salvó a los aqueos pero le costó la vida a su valiente primo Aquiles.
El ataque de Patroclo debe considerarse más bien como una acción extremadamente audaz, que se acerca al límite del autosacrificio y que tenía como objetivo más bien ganar tiempo, en vista de la llegada de las otras fuerzas aqueas y del contraataque concentrado de los aqueos.
La llegada de la noche trajo alivio al campamento aqueo. Aquiles ordena que se trate el cuerpo del muerto Patroclo y convoca un consejo de guerra, que también le entrega la estrategia maestra para la próxima cuarta y última batalla de la Ilíada.
Los troyanos intentaron defenderse en un frente estrecho, donde la superioridad numérica de los guerreros no les serviría de nada. Entonces organizó su ejército en el lugar entre la colina de la nueva Ilión y la margen izquierda del río Scamandros. Frente a ellos estaban los aqueos, dispuestos según los gritos de Aquiles.
En el lado opuesto, Aquiles aplicó un plan simple en concepción pero también ambicioso en su implementación con el centro de gravedad de sus Mirmidones. El objetivo del primer guerrero aqueo no era presionar a lo largo de todo el frente enemigo, sino romperlo en un punto preseleccionado. Aquiles no tenía intención de desgastar a su ejército con ataques inútiles.
Concentraría sus fuerzas contra el centro enemigo y simplemente ocuparía los cuernos contrarios. Si conseguían romper el frente enemigo, el cuerno troyano izquierdo quedaría atrapado entre Scamander y el río Xanthos y las fuerzas aqueas y sería aniquilado.
Los troyanos, no acostumbrados a las nuevas tácticas, lucharon valientemente, pero no lograron mantener el frente. Después de una feroz lucha, su centro se dividió y los hombres que formaban el ala derecha, liderados por Héctor, huyeron hacia la ciudad, mientras que los desafortunados del ala izquierda quedaron atrapados entre las lanzas aqueas y los ríos y fueron masacrados. P>
Héctor, probablemente en su intento de reagrupar sus partes aterrorizadas, se batió en duelo con Aquiles y encontró la muerte, con la lanza de Aquiles atravesándole la garganta. Con la muerte de Héctor termina también la narración de la Ilíada, la relativa a los movimientos bélicos de las guerras. Las epopeyas de Ethiopis, Mikra Ilias e Ilio Persis toman ahora el relevo de la narración.