Estados Unidos entró en la Primera Guerra Mundial en abril de 1917, después de que Alemania reanudara la guerra submarina sin restricciones en el Océano Atlántico. Esta política puso en riesgo las vidas y el transporte marítimo de los estadounidenses y provocó el hundimiento de varios buques mercantes y transatlánticos de pasajeros estadounidenses, incluido el Lusitania. Además, los intentos de Alemania de formar una alianza militar con México, como se reveló en el Telegrama de Zimmermann, provocaron aún más a Estados Unidos y contribuyeron a su decisión de entrar en la guerra.