Tratado de Versalles: Muchos alemanes consideraron que el Tratado de Versalles, que puso fin oficialmente a la Primera Guerra Mundial, era duro y punitivo. El tratado culpó a Alemania de la guerra, le ordenó pagar importantes reparaciones e impuso pérdidas territoriales. Esto creó un resentimiento generalizado y un deseo de venganza entre muchos alemanes.
Inestabilidad económica: La crisis económica mundial de la década de 1930, conocida como la Gran Depresión, tuvo un impacto devastador en Alemania y otros países. Las dificultades económicas y el alto desempleo provocaron inestabilidad política y el surgimiento de movimientos extremistas como el Partido Nazi en Alemania.
Ascenso del fascismo y el militarismo: El período de entreguerras vio el surgimiento de regímenes fascistas, particularmente en Alemania, Italia y Japón. Estos regímenes se caracterizaron por un liderazgo autoritario, un nacionalismo agresivo y un militarismo. Buscaban expandir sus territorios y desafiar el orden internacional existente.
Fracaso de la Sociedad de Naciones: La Sociedad de Naciones, una organización internacional establecida después de la Primera Guerra Mundial para promover la paz y resolver disputas, no pudo abordar eficazmente los desafíos y tensiones del período de entreguerras. El fracaso de la Liga debilitó el sistema de seguridad colectiva y permitió a los estados agresivos perseguir sus ambiciones expansionistas.
Política de apaciguamiento: La política de apaciguamiento seguida por algunas democracias occidentales implicó hacer concesiones a regímenes agresivos en un intento de evitar el conflicto. Esta política envalentonó a dictadores como Adolf Hitler y contribuyó al estallido de la Segunda Guerra Mundial.
Acuerdo de Munich: El Acuerdo de Munich de 1938, en el que Gran Bretaña, Francia e Italia permitieron a Alemania anexarse la región de los Sudetes de Checoslovaquia, se cita a menudo como un punto de inflexión clave en el camino hacia la guerra. Demostró la voluntad de algunas potencias europeas de apaciguar a Hitler y evitar la confrontación, pero finalmente no logró evitar nuevas agresiones alemanas.
Estos factores, combinados con otras circunstancias y acontecimientos, crearon las condiciones para el estallido de la Segunda Guerra Mundial en septiembre de 1939, cuando Alemania invadió Polonia.