Tamaños de población pequeños: Los grupos de cazadores-recolectores normalmente tenían poblaciones pequeñas, lo que significaba que ejercían menos presión sobre los recursos de su entorno.
Movilidad: Los cazadores-recolectores eran a menudo nómadas o seminómadas y se trasladaban de un lugar a otro en busca de recursos. Esta movilidad les permitió evitar la sobreexplotación de una sola zona.
Explotación estacional: Los cazadores-recolectores adaptaron el uso de sus recursos a las estaciones, aprovechando los diferentes recursos a medida que estaban disponibles. Esto les impidió agotar cualquier recurso.
Uso de prácticas sostenibles de caza y recolección: Los cazadores-recolectores desarrollaron técnicas de caza y recolección que eran sostenibles, como el uso de trampas y lazos que no dañaran innecesariamente a los animales y evitaban la sobreexplotación de especies vegetales.
Valores culturales y espirituales: Muchas sociedades de cazadores-recolectores tenían creencias culturales y espirituales que enfatizaban la importancia de respetar y proteger el medio ambiente. Estas creencias ayudaron a garantizar que no explotaran excesivamente los recursos de los que dependían.
Es importante señalar que, si bien las sociedades de cazadores-recolectores generalmente tuvieron impactos ambientales bajos, a veces tuvieron impactos localizados en ciertos recursos, como el agotamiento de ciertas especies de plantas o animales en un área particular. Sin embargo, estos impactos fueron típicamente de pequeña escala y no tuvieron los mismos efectos a largo plazo que los impactos ambientales causados por las sociedades agrícolas e industriales.