A los comunistas les preocupaba que las potencias occidentales en Berlín influyeran en los alemanes orientales y los inspiraran a rebelarse contra su gobierno. También les preocupaba que Occidente utilizara Berlín como base para lanzar acciones militares contra Alemania Oriental y el resto del Bloque del Este.
Para eliminar estas amenazas potenciales, los comunistas de Berlín Oriental hicieron varios intentos de expulsar a las potencias occidentales de la ciudad. En 1948, impusieron un bloqueo a Berlín Occidental, que cortó los suministros y servicios públicos de la ciudad. En 1958, emitieron un ultimátum exigiendo a las potencias occidentales que se retiraran de Berlín en un plazo de seis meses, pero las potencias occidentales se negaron.
Finalmente, los comunistas abandonaron sus esfuerzos por expulsar a las potencias occidentales de Berlín. El Muro de Berlín, que fue erigido en 1961, dividió efectivamente la ciudad e impidió que los alemanes orientales escaparan a Alemania Occidental. Las potencias occidentales permanecieron en Berlín hasta la reunificación de Alemania en 1990.