Oscuridad: Por lo general, las trincheras estaban envueltas en oscuridad para evitar ser atacadas por el fuego enemigo. Esto dificultaba la visión de los soldados y el movimiento era lento y peligroso.
Frío: Las trincheras a menudo estaban ubicadas en zonas fangosas y húmedas, lo que las hacía frías e incómodas, especialmente durante los meses de invierno. Los soldados a menudo encendían pequeñas hogueras para tratar de mantenerse calientes, pero también podían atraer el fuego enemigo.
Ratas: Las trincheras estaban infestadas de ratas, que se sentían atraídas por la comida y los desechos que siempre estaban presentes. Las ratas propagarían enfermedades y robarían la comida de los soldados, haciendo la vida aún más miserable.
Francotiradores: Los francotiradores eran una amenaza constante en las trincheras. A menudo se escondían en tierra de nadie, el área entre las trincheras enemigas, y atacaban a los soldados que se exponían.
Artillería: Los bombardeos de artillería eran algo común durante la noche. Los soldados tenían que estar constantemente alerta al sonido de los proyectiles entrantes y cubrirse para evitar ser alcanzados.
Choque de proyectil: El estrés constante de la guerra de trincheras, combinado con la falta de sueño y una nutrición adecuada, podría llevar a que los soldados desarrollen shock de guerra, una condición psicológica similar al trastorno de estrés postraumático.
A pesar de las duras condiciones, los soldados tenían que estar siempre alerta. Las incursiones y patrullas enemigas eran una amenaza constante y los soldados debían estar preparados para defender sus posiciones en cualquier momento.