Cuando Napoleón invadió Rusia en 1812, esperaba lograr una rápida victoria y obligar al zar Alejandro I a firmar la paz. Sin embargo, los rusos utilizaron una política de tierra arrasada, destruyendo cultivos y aldeas mientras se retiraban, y el ejército de Napoleón se vio obligado a avanzar sin los suministros adecuados.
El invierno ruso también resultó ser un obstáculo importante para los franceses. Las temperaturas cayeron por debajo del punto de congelación y los soldados de Napoleón no estaban preparados para el clima frío. Muchos murieron por congelación y hambre, y la moral del ejército se desplomó.
En diciembre de 1812, Napoleón finalmente ordenó a su ejército retirarse de Rusia. La retirada fue un desastre y miles de soldados franceses murieron en el clima helado. El propio Napoleón escapó por poco y regresó a Francia destrozado.
La invasión de Rusia tuvo un profundo impacto en el imperio de Napoleón. Demostró que Napoleón no era invencible e inspiró a otros países europeos a resistir su gobierno. La invasión también condujo a la formación de la Sexta Coalición, que incluía a Rusia, Prusia, Austria y Suecia. La Coalición derrotó a Napoleón en la batalla de Leipzig en 1813 y se vio obligado a abdicar del trono francés.
La invasión de Rusia por parte de Napoleón fue un punto de inflexión en las guerras napoleónicas. Marcó el comienzo del fin del imperio de Napoleón y condujo al surgimiento de un nuevo orden europeo.