Historia de Europa

El Pacto de Jaén (1246) y el nacimiento del reino nazarí de Granada

Entrada extraída del libro «De la guerra a la unificación. Historia de León y Castilla de 1037 a 1252». El Pacto de Jaén (1246) y el nacimiento del reino nazarí de Granada

El imperio almohade, que había penetrado en la Península a mediados del siglo XII y en 1172 se había apoderado de todos los dominios que habían pertenecido a sus predecesores almorávides, sufrió un severo golpe de estado en de julio de 1212 en la Batalla de Las Navas de Tolosa, donde fueron derrotados contundentemente por las fuerzas combinadas de los reinos de Castilla, Aragón y Navarra.

Este enfrentamiento marcó un punto de inflexión en el acto de equilibrio entre cristianos y musulmanes en la Península Ibérica. Un aspecto que demuestra la importancia de lo ocurrido en Las Navas lo destaca Martínez Diez, quien se refiere al abandono tras la batalla por parte de los musulmanes y la toma por parte de los cristianos de las fortalezas de Vilches, Ferral, Baños y Tolosa.

Estas cuatro fortalezas permanecerán para siempre en manos cristianas y nunca volverán a caer en manos musulmanas. Con ellos Castilla pasó a controlar las puertas de Andalucía; Los soldados castellanos nunca más encontrarían enemigos que les molestaran en los pasos de Muradal o Losa.

Aun así, los almohades continuaron durante varios años manteniendo sus posiciones y fuerza en al-Andalus. Sería necesaria una circunstancia excepcional, una crisis de sucesión en el imperio almohade, para precipitar la descomposición de su dominio en la Península. Un nuevo califa, Yussuf, había sucedido al derrotado en Las Navas, el Miramamolín, asesinado en 1213. Aunque esto provocó cierta inestabilidad en el imperio almohade, no afectó gravemente a al-Andalus, donde no había grandes centros cristianos. conquistas y donde los musulmanes peninsulares continuaron luchando con valentía y buen humor, lo que demuestra que no lo dieron todo por perdido a pesar del desastre de Las Navas de Tolosa.

Pero cuando Yussuf murió sin descendencia en 1224, se inició una lucha despiadada por la sucesión dentro de la familia real que, en lo que a la Península se refería, iba a terminar con el dominio almohade. en al-Andalus en apenas unos años. Dos eran los efectos que esta contienda por el título califal iba a producir en territorio andaluz.

  • Por un lado, importantes plazas que habían sido símbolos del dominio musulmán cayeron una a una en manos de los reinos cristianos. Cáceres lo hizo en 1229, Mérida y Badajoz en 1230, y la gran capital del todopoderoso califato omeya, Córdoba, se rindió a Fernando III, rey de Castilla y León, en 1236.
  • Y por otro lado, distintos gobernantes de territorios que habían pertenecido al imperio almohade se dieron cuenta de que éste estaba en las últimas y decidieron intentar formar sus propios dominios independientes en el Península. Así, en los años siguientes a 1224, aparecieron las figuras de al-Bayyasi, conocido como el Baezano por tener su centro en esa localidad, Ibn Hud, con su base de operaciones en la zona de Murcia, y Muhammad ibn Nasr (también conocido como al- Ahmar), que estaba ampliando sus dominios desde su fortaleza de Arjona.

De estos tres señores de la guerra, dos fueron víctimas de luchas internas entre los musulmanes peninsulares. Al-Bayyasi fue asesinado en Córdoba en 1226, acusado de apoyar con suministros una campaña sobre al-Andalus del rey de Castilla, Fernando III. Ibn Hud corrió una suerte similar en Almería en 1238. Su prestigio inicial se había visto empañado por varias derrotas en el campo de batalla contra los cristianos y por diversas treguas que firmó con Fernando III a cambio del pago de una colosal cantidad de dinero. , como no podía ser de otra manera, saldría de los impuestos de sus súbditos.

El Pacto de Jaén (1246) y el nacimiento del reino nazarí de Granada

Diferente destino le esperaba al tercero de estos líderes andaluces , Muhammad ibn Nasr, que poco a poco amplió su área de influencia desde Arjona y se apoderó de Jaén y Porcuna. Tras el asesinato de Ibn Hud también controló Granada y Almería. Pero cuando intentó hacer lo propio con Sevilla, los habitantes de la misma solicitaron la protección del califa almohade de Marrakech, frenando así su expansión.

Inicialmente Ibn Nasr alternó una política de pactos con Fernando III (prometió no ayudar a Córdoba durante el asedio que precedió a su rendición) con enfrentamientos militares con los cristianos. Así, a finales de 1243 o principios de 1244, aprovechando que la mayor parte del ejército castellano se había dirigido a Murcia al mando del infante Alfonso (el futuro Alfonso X), Ibn Nasr atacó las posesiones castellanas hasta el al norte de Jaén, consiguiendo una victoria sobre un contingente cristiano liderado por el medio hermano de Fernando III, Rodrigo Alfonso, en Martos.

Fernando III acudió personalmente a afrontar este desafío y ordenó que el primer ataque se dirigiera contra la fortaleza desde la que Ibn Nasr había iniciado su carrera, Arjona. Antes de que llegara el monarca, sus fuerzas habían devastado todos los alrededores y sitiado el pueblo. La presencia de Fernando bastó para que los defensores entregaran Arjona y algunas fortalezas cercanas.

El momento decisivo de la historia que nos ocupa se produjo en 1245 cuando Fernando III centró su campaña en un nuevo intento de toma de Jaén, objetivo que se le había resistido en diversos asedios, que había causado un alto costo en vidas humanas y recursos para su conquista. En esta ocasión, la defensa de la plaza corrió a cargo de Muhammad ibn Nasr.

Para el asedio iniciado en julio, que fue precedido por la pertinente tarea de devastar los alrededores de la ciudad y toda la vega hacia Granada, convocó a sus hijos Fadrique y Enrique. y también llamó a Alfonso para que se uniera a sus fuerzas una vez tomada Cartagena.

El asedio duró todo el invierno, en condiciones climáticas muy duras tanto para los defensores como para los sitiadores. A finales de febrero de 1246, Ibn Nasr, viendo que esta vez los cristianos estaban dispuestos a continuar el asedio tanto tiempo como fuera necesario y que no volverían a levantarlo como en ocasiones anteriores, se convenció de la inutilidad de la resistencia y aceptó. con Fernando III la cesión de la plaza, con la habitual condición de que sus habitantes pudieran vender sus bienes y abandonar la ciudad. Las escenas que tuvieron lugar en Jaén una vez entregada a los castellanos no fueron muy distintas a las que habían ocurrido diez años antes en Córdoba.

Pero el pacto entre Fernando III y Muhammad ibn Nasr fue aún más lejos. El señor de Granada aceptó convertirse en vasallo del rey de Castilla y León, en lo que se conoció como Pacto de Jaén. Ibn Nasr besó la mano de su nuevo señor y le juró fidelidad como vasallo de todas sus posesiones, que entregó simbólicamente a Fernando, quien se las devolvió posteriormente, a excepción de Jaén.

Es decir, que Muhammad ibn Nasr sería desde entonces propietario del reino de Granada como feudo concedido. Esto incluía la obligación de ser fiel a su señor Fernando de he, de colaborar militarmente y acudir a sus Cortes cuando así lo requiriera, y de pagarle un tributo de ciento cincuenta mil maravedís al año. La duración de este pacto se fijó hasta el año 1264 y permitió a Ibn Nasr, ahora Muhammad I de Granada, centrarse en consolidar su posición al frente de este nuevo reino. El Pacto de Jaén es considerado con razón como el hito fundacional del dominio al que ibn Nasr iba a dar nombre, el reino nazarí de Granada.

El Pacto de Jaén (1246) y el nacimiento del reino nazarí de Granada

La importancia de estos acontecimientos para el monarca castellano y El leonés lo demuestra el hecho de que desde abril de 1246 algunos de los documentos emanados de su cancillería están fechados "en el año en que el rey de Granada se hizo vasallo del rey de Castilla y le besó las manos y en señal de señorío le entregó Jaén».

Y es que Fernando III no sólo obtuvo una importante fuente de ingresos para sus necesitadas arcas, sino que al pacificar Granada y Jaén tuvo las manos libres y ganó un importante aliado para la próximo y fundamental objetivo del mismo. Un objetivo que nunca volvería a Castilla y en el que también jugaría un papel Muhammad ibn Nasr:la conquista de Sevilla. Pero esa es otra historia.

Imagen| Wikimedia Commons.

González Jiménez, M. (2011). Fernando III el Santo. El rey que marcó el destino de España. Fundación José Manuel Lara. 2ª edición.

Manzano Moreno, E. (2015). Historia de España. Tiempos medievales, volumen 2 . Madrid. Crítica. Editorial Marcial Pons.

Álvarez Palenzuela, V. Á. (Coordinación). (2017). Historia de España en la Edad Media . Ariel. Séptima impresión.

Martínez Diez, G. (2007). AAlfonso VIII, rey de Castilla y Toledo (1158-1214). Gijón. Ediciones Trea. 2ª edición.

Puente López, J.L. (2014). Reyes y reinas del Reino de León. León. Edilesa. 3ª edición.