Durante mucho tiempo se pensó que la guerra era la principal fuerza creativa de la civilización. Investigaciones recientes en el sitio arqueológico de Caral en Perú cuestionan esta teoría. Hace poco más de 6.000 años, en varios lugares del planeta, el hombre abandonó bosques y sabanas para construir grandiosas ciudades y monumentos, y convivir en sociedades organizadas. Desde entonces, nos hemos preguntado constantemente sobre las fuerzas misteriosas que empujaron a la humanidad de la etapa del nomadismo a la vida sedentaria, abriendo el camino a la civilización. .
El surgimiento de las ciudades madre al final de la prehistoria
Durante la prehistoria, la principal preocupación del hombre se resumía en una palabra:sobrevivir. Organizado en pequeños clanes familiares y en busca de tierras hospitalarias, vagó por la tierra según los cambios climáticos y geológicos. Entonces, un buen día, el hombre dejó su mochila, los clanes se reunieron y decidieron vivir juntos. En un período muy corto en términos de la historia de la humanidad, los centros de civilización surgieron abruptamente de esta transición.
Ya sea en Egipto, Mesopotamia, India, China, Centroamérica o Perú, las "ciudades madre" surgen repentinamente de la tierra por voluntad de estos grupos de hombres. Empezamos a construir construcciones monumentales, trabajamos metales, inventamos la cerámica, las matemáticas, los calendarios y la escritura. Si excluimos la intervención divina o extraterrestre, esta proliferación en el origen de la civilización tiene hoy tres explicaciones:el descubrimiento y el dominio de la irrigación, el desarrollo del comercio y... la guerra.
Guerra. Se dice que la sociedad y la civilización nacieron del miedo y de la necesidad de unirse para protegerse. El tema de la guerra está tan presente en el arte, la escritura y la arquitectura desde los inicios de estas civilizaciones que acabamos resignándonos a deducir que de la guerra surgió todo lo demás, que de la guerra nació y se desarrolló la civilización. Hasta el descubrimiento de Caral.
El descubrimiento de Caral
Valle de Supe, al norte de Lima, Perú. En un valle desértico, los arqueólogos descubrieron en los años 40 una ciudad precolombina formada por un impresionante conjunto piramidal. Desde finales de los años 90, los trabajos realizados, entre otros, por la arqueóloga Ruth Strady, han permitido fechar los contornos de esta civilización entre el 3.000 y el 1.800 a.C. Sería la civilización amerindia más antigua, contemporánea de las pirámides de Egipto y un ejemplo excepcional y único, por intacto, de "ciudad madre" o centro de civilización.
Y las investigaciones realizadas sobre el terreno en los últimos años arrojan resultados bastante sorprendentes. Caral constituye un sofisticado conjunto urbano y arquitectónico, compuesto por varias pirámides, un monumental edificio central, un templo y hasta un anfiteatro, testigos de una compleja organización social, política y religiosa. Lo que sorprendió a los arqueólogos es que no hay rastros de guerra o conflicto en el lugar ni en los alrededores. Ni fortificaciones, ni murallas, ni armas, ni el más mínimo resto de escena de batalla. ¡Esto es desconcertante en un período que abarca más de mil años de historia!
Ninguna guerra. Entonces, ¿por qué y cómo nació y prosperó esta civilización en esta región a priori inhóspita? En primer lugar, el lugar no fue elegido al azar por sus futuros habitantes. Allí confluyen todos los ríos de la región, facilitando el desarrollo del riego y por tanto de la agricultura de subsistencia. De este desierto nació un oasis exuberante y fértil donde se cultivaban frutas, verduras y...algodón.
Las excavaciones realizadas en el lugar revelaron un cultivo masivo de algodón, con el que se confeccionaban ropa y redes de pesca. Estas redes se intercambiaban con los pescadores de la costa vecina por pescado, y el aumento de las cantidades de pescado capturado con estas redes provocó un aumento de los recursos alimentarios, generando a su vez un aumento de la población. Este embrión de comercio parece haber sido el detonante de la prosperidad de Caral. A partir de entonces, se desarrolló una intensa actividad comercial con las demás poblaciones aledañas (hasta 300 km a la redonda), intercambiando Caral sus textiles por objetos, alimentos, materias primas e incluso sustancias más o menos lícitas.
¿Una civilización pacífica?
Car Caral parecía practicar un estilo de vida bastante zen. Aunque no se encontraron cerámicas ni formas de expresión artística en el lugar, se descubrieron numerosos instrumentos musicales, en particular flautas talladas en huesos, y la intensa actividad del viento local tuvo que servir de inspiración a los artistas. Además, parece que nuestros pacíficos "caralianos" consumían afrodisíacos, incluso drogas, y no sólo para ceremonias religiosas. ¡Una civilización de fantásticos constructores de pirámides que vivieron en paz durante más de mil años!
Seamos honestos, la investigación apenas ha comenzado y todavía sabemos muy poco sobre Caral como para sacar conclusiones demasiado apresuradas. Sin embargo, los primeros elementos descubiertos hacen de esta civilización un apasionante y estimulante foco primario de civilización, una civilización que nació y prosperó sin guerra, gracias al comercio y los intercambios. Por su singularidad, Caral no puede dejar indiferente. La UNESCO lo ha entendido bien al clasificar este sitio como patrimonio de la humanidad.
Parecería que son los elementos y no otro grupo de hombres sedientos de sangre y de cualquier riqueza los que están en el origen del fin de esta civilización. Repetidos terremotos y un fenómeno climático tipo El Niño habrían azotado a Caral, destruyendo su sistema de riego y su actividad agrícola. Para meditar. Y no dudemos que se hablará mucho de Caral en los próximos años.
Para ir más lejos
- Ciudad sagrada de Caral-Supe en el sitio de la Unesco