Historia antigua

Federico Gravina, el olvido de un marinero ilustrado y audaz

Federico Gravina, el olvido de un marinero ilustrado y audaz

A través de su tío, el Príncipe de Raffadale, quien Era entonces embajador de Nápoles en España, solicitó para Gravina la Carta de orden de ingreso a la Compañía del Departamento de Cádiz, recibiendo ésta el cargo de guardiamarina. el 18 de diciembre de 1775. A principios de 1777, en la fragata Santa Clara, ya nombrado segundo teniente, Gravina midió su valentía en el rigor de la batalla, logrando la rendición del castillo de la Ascensión, frente a las tropas portuguesas. en la isla de Santa Catalina [1] .

En sus primeros cinco años de servicio, Gravina participó en operaciones relevantes para los intereses españoles, como la reconquista de Menorca en 1782, bajo las órdenes del duque de Crillon [2] [3]; el asedio de Gibraltar en 1783 al mando de la fragata San Cristóbal, como capitán de fragata; y en el asalto a Argel ese mismo año al mando de la fragata Juno.

Gravina, una oficial ilustrada

La creación de la Academia y Compañía de Guardiamarinas de Cádiz , en 1717, fue fundamental para la formación de los oficiales navales en el campo de la navegación, la cartografía, las matemáticas, la astronomía y otras enseñanzas. Estos estudios recopilaron los recientes avances científico-técnicos nacionales e internacionales, brindando a los oficiales de aquella época la posibilidad de ampliar sus conocimientos navales en el exterior.

En el caso de Gravina, estudió en Inglaterra en 1792, con el almirante Samuel Hood. Allí perfeccionó sus conocimientos sobre marina y arsenales, lo que le sirvió para impulsar la modernización de los arsenales en España [4].

Los conocimientos adquiridos en la academia también acompañaron a Gravina en su viaje a Constantinopla a bordo del Santa Rosa, en febrero de 1788, para transportar al embajador turco en España, Yussuf Effendi[5]. Este viaje facilitó el acercamiento entre la Monarquía de Carlos III y el Imperio Otomano.

En ese viaje, Gravina describió, con fiel detalle, la ciudad otomana y su administración, documentada en su relato Descripción de Constantinopla . Con estas palabras detalló los monumentos más importantes de la capital:“fuera de las mezquitas principales, Santa Sofía, Solimán y Sultán Hahmet. Luego fuimos a ver el mercado (...) donde venden todo el estopa de Asia y todo tipo de lonas e hilos de algodón”. También explicó cómo los musulmanes llamaban a la oración durante el Ramadán [6].

De regreso a España, Gravina realizó observaciones astronómicas y dibujó parte de la carta del Mediterráneo oriental, que no pudo completar debido a la expansión de la peste que arrasó varios territorios en el área .

Sabio Embajador

Gravina juega un papel importante en la historia en su etapa como embajador en París , desde julio de 1804 hasta enero de 1805. En este corto período de tiempo defendió incesantemente los intereses de España, en los que intentó preservar la neutralidad en la guerra que Francia libraba contra media Europa; promover la venta de trigo procedente de Francia, para paliar la hambruna que sufrió la población española durante ese año[7]; y renegociar las cuestiones económicas del Tratado de Subvenciones [8], acordado por las dos naciones en 1803.

A pesar de todo este trabajo diplomático, Gravina se preocupó de cultivar buenas relaciones con el Ministro de Asuntos Exteriores de la República Francesa, Maurice de Talleyrand, y con otros ministros relevantes. También tiene la oportunidad de llevarse bien, en la debida medida y con la debida exactitud histórica, con Napoleón Bonaparte. , quien siempre tuvo buenas referencias hacia Federico –según el historiador Pérez de Guzmán [9] –. Napoleón lo definió con estas palabras:“Inteligente y atrevido, leal y sincero, tipo de militar perfecto. ¡Ojalá tuviera un almirante así en Francia!”.

Gravina, como embajadora de España, asistió a la coronación del emperador francés el 2 de diciembre de 1804, y fue testigo de la entrada de España en la guerra contra Inglaterra el 31 de diciembre de ese mismo año[10]. Gravina volvió a ser decisiva en el tratado de cooperación española en la guerra, firmado con el ministro francés de Marina, Denis Decrès, consiguiendo reducir la aportación de los buques españoles a la combinada, ante las incesantes exigencias de Napoleón de aumentar dicha aportación.

Valiente en la batalla

En 1793, Gravina dirigió el escuadrón combinado que desembarcó en Toulon contra la Francia republicana. Todo lo ocurrido en aquella operación militar trazará las primeras líneas de su heroica figura.

A las órdenes del San Ildefonso , Gravina tomó la plaza. El marinero hizo gala de astucia y valentía defendiendo la ciudad[11], cuyo ejército conjunto, que no llegaba a los 17.000 efectivos, tuvo que enfrentarse a un contingente de 74.000 hombres.

El buen gobierno de la plaza y el coraje comprometido en ella le valieron a Gravina el respeto de los tolones y sus aliados[12]. Pero esto no impidió la evacuación de Toulon la noche del 18 de diciembre.

Después de la pérdida de Toulon , Gravina fue enviado a Rosas para comandar las tropas españolas, que sufrieron los ataques de los franceses en noviembre de 1794[13]. Gravina no dejó de ayudar al castillo de Trinidad[14], y no pudo impedir la retirada de los españoles de la ciudad en febrero de 1795, tras 72 días de asedio.

El 22 de julio de 1805, cerca del cabo Finisterre, la escuadra Gravina, en combinación con la de Villeneuve , se situó por delante de los barcos franceses[15]. Vieron al menos 14 barcos ingleses, escondidos bajo la niebla[16].

Una vez finalizado el combate, Gravina y los demás oficiales notaron la ausencia de los barcos Firme y San Rafael[17]. Este capítulo resaltará las diferencias entre Gravina y Villeneuve[18.

El desacuerdo entre oficiales franceses y españoles tendrá lugar el 8 de octubre de 1805, frente a Cádiz. Tras conocer el acercamiento de más de 30 barcos ingleses por el Estrecho de Gibraltar –comandados por el almirante Horacio Nelson– [19] Los oficiales se reunieron en Bucentaure, donde Villeneuve y algunos de sus subordinados apostaron por salir inmediatamente al encuentro de los barcos ingleses. Gravina y sus hombres, por el contrario, aconsejaron esperar en el puerto. Ante el enorme desacuerdo, se decidió mediante votación no dar la vela[20].

Gravina no estuvo de acuerdo con las decisiones tácticas de Villeneuve en aquellos días –quien se sintió presionado a cumplir con las exigencias que el emperador le hacía [21]–. Por otro lado, Godoy advirtió a Gravina que preparara su escuadrón para una posible pelea contra los ingleses [22] [23].

El 18 de octubre, y a pesar de los planes de reemplazarlo por el Almirante Rosilly [24], Villeneuve ordenó que todos los barcos zarparan. Gravina ordenó la movilización de todos sus barcos.

“Siendo las disposiciones del gobierno tan estrictas para obedecer al jefe francés[25], sin la más mínima respuesta, se ordenó al mayor general en su presencia retirar los puestos de sutiles fuerzas, y el pueblo regresó a sus respectivos barcos, preparándose todos para zarpar”, describió Escaño[26]. Tres semanas antes, Villeneuve advirtió a Decrès de las dificultades de llevar a cabo una movilización de este tipo en tales condiciones[27].

Los barcos españoles y franceses se alinearon uno detrás del otro. Gravina y Escaño permanecieron en el Príncipe de Asturias. Horas antes del inicio del combate, Villeneuve ordenó formar una línea de combate. Gravina, por su parte, propuso colocar sus barcos “a barlovento del cuerpo fuerte” [28] para atraer a varios barcos ingleses o, alternativamente, caer dentro del alcance de los enemigos, atrapándolos entre dos fuegos. Gravina hizo una señal a Villeneuve pidiéndole libertad para maniobrar de forma independiente[29], pero le fue negada.

Ante un fuerte ataque de dos barcos ingleses, Gravina cayó gravemente herido el 21 de octubre[30]. Momentos después, muchos barcos del combinado se rindieron. Otros, en cambio, no lo hacen. El futuro de lo ocurrido allí es bien conocido por todos.

Al finalizar esta batalla, Gravina fue trasladado a su casa de Cádiz. Estuvo gravemente herido durante cinco meses hasta el día de su muerte, fechado el 9 de marzo de 1806. Su cuerpo reposa actualmente en el Panteón de los Ilustres Marinos de San Fernando , en Cádiz.

Conclusión

Federico Gravina fue un ejemplo de marinero audaz y de carácter ilustrado, fiel a sus convicciones y leal a sus superiores, que ha permanecido oculto en el olvido de la historia. El curso de los acontecimientos impidió a Gravina llevar a cabo sus planteamientos tácticos durante la batalla de Trafalgar, tan opuestos a las decisiones desesperadas tomadas por Villeneuve, prisionero de sus dudas y miedos. Como acabó dictando Napoleón a Decrès:“Gravina es todo genio y determinación en el combate. Si Villeneuve hubiera tenido esas cualidades, la pelea (...) habría sido una victoria completa”[31]. No es posible determinar cuál habría sido el destino de la Batalla de Trafalgar si Gravina hubiera comandado la combinación franco-española. Lo que sí sabemos es que el resultado de este concurso condenó a Gravina al olvido.

Notas

[1] “Y aquí Federico tuvo la primera actuación que la historia recuerda:fue el oficial encargado de ordenar la rendición del único castillo que aún conservaba una bandera portuguesa” ( Fernández de Castro, C. El almirante sin mancha y sin miedo . Fundación Alvargonzález, 1956. p. 30).

[2] Reconquista de Menorca 1781-1782 , Instituto de Historia y Cultura Naval. Armada de España. p.300.

[3] “Un lance en este momento reveló la destreza marinera de Gravina. En cuanto Mahón se hubo rendido, el Duque (de Crillon) despachó tres barcos con el mismo fin a su ayudante don Pablo Sangro, y embarcándose en el San Luis, Federico se propuso llegar primero a Barcelona y lo logró, haciendo inútil la navegación a aquellos. que había precedido” (Mor de Fuentes, J. Elogio de Gravina . Rechazas. 1806 pp 5 y 6).

[4] Benítez Martín, M. Biografía de Federico de Garvina , Real Academia de la Historia. Disponible en http://dbe.rah.es/biografias/11283/federico-carlos-gravina-y-napoli.

[5] Fernández de Castro, C. o.c ., pag. 99.

[6] “Alrededor de la mezquita por fuera, a los cuatro vientos, hay cuatro agujas con un caracol en su interior, hasta cuyo extremo suben los derviches para llamar al pueblo al horas para orar, que son especialmente las 12 del mediodía y la noche en tiempo de Ramadán, y en este momento iluminan estas agujas con candilejas, lo que hace una hermosa vista” (Sánchez Molledo, J.M. El viaje de Federico Gravina a Constantinopla en 1788 . Cenador CLXXX, 711-712. Marzo-abril de 2005. págs. 727-744).

[7] Fernández de Castro, C. o.c ., págs. 310-313.

[8] Corona Baratech, C. Relaciones entre Godoy Azara y el tratado de subsidios de 1803 . Cuadernos de Historia Diplomática, II, 1955, págs. 125 y ss.

[9] Pérez de Guzmán. J. El bolso de Gravina . La España moderna. Volumen CCV. 1906.

[10] Fernández de Castro, C. o.c ., pag. 337.

[11] “Durante el asedio de Toulon el mando de las fuerzas, en su conjunto, siempre fue Gravina, pero el que estaba en la plaza, con el título de Gobernador, Fue sostenido sucesivamente por generales británicos. De ellos, Lord Mulgrave fácilmente se hermanaba con Gravina; el segundo, el general O'Hara, de carácter difícil, tuvo con él grandes altercados a causa de su jurisdicción; al caer prisionero le siguió el general Dundas, que estaba, como el primero, en sintonía con Gravina” (Martínez-Valverde, C. La Real Armada y Federico Gravina en Tolón, en 1793 . Revista de Historia Naval, agosto-septiembre).

[12] “Gran Bretaña hará público en Europa que las escuadras y ejércitos de los aliados fueron salvados por vosotros en el golfo de Toulon; toda la nación le agradece, y estoy orgulloso de poder expresarle, señor almirante, sus deseos”, escribió el conde Elliot a Gravina días después de haberse retirado de Toulon (Fernández de Castro, C. o.c ., pag. 166).

[13] “Como fortaleza, Rosas no era más que una fortaleza de tercer orden, sin otra defensa que el castillo de TRINIDAD. Gravina colocó allí una guarnición de marina, al mando del teniente don Esteban Morera, y rodeó la localidad con trincheras. Después les levantó el ánimo decaído, animándoles a resistir y prometiéndoles que su Escuadra nunca los abandonaría y les proporcionaría todo lo que necesitaran durante el asedio que seguramente sufrirían” (Ibíd., p. 176).

[14] Gravina escribe lo siguiente a Godoy la primera noche de 1795:“Tengo mucho cuidado con el Castillo de la Trinidad; ayer hicieron un fuego terrible, y hoy, aunque no tanto, pero sí bastante vivo. Veré el amanecer para comunicarme con él; pero aunque se pierda, no saldré de la plaza, decidido por mí y todos los oficiales hasta que se pierda el último barco (Dios no lo quiera) para seguir defendiéndola, y ayudándola... porque obstinadamente queremos sacrificarnos por el mejor servicio de Su Majestad, y honor de su Rl. Armas. Les seguiré avisando cuando suceda” (Colección R. P. Vela -Museo Naval. Ministerio de Marina).

[15] “Se empezaron a descubrir muchas velas:íbamos en tres columnas con viento del N.O.E., proa al E.S.E. La fragata Hermione Hizo señales a un escuadrón al N.N.E., y el comandante francés ordenó inmediatamente que se formara la línea de batalla a babor, a medio cable de distancia de un barco al otro, formando un caos. El general Gravina ordenó a la escuadra española ponerse a la vanguardia de la línea, con su barco en cabeza, y seguir sus movimientos en contramarcha. A las dos y cuarto el general francés ordenó que el buque Plutón , cabeza de línea de ella, formada por la popa del Firme , cola nuestra, lo ejecutado” (Quadrado y De-Roó, F. Elogio del General Escaño . Imprenta de la Real Academia de la Historia. 1852 pág. 133).

[16] “La niebla era tan espesa que no nos dejaba ver nuestra línea, y en algunas ocasiones ocultaba a los mismos enemigos contra los que estábamos luchando” (Ibid., p. 134).

[17] Ibíd., pág. 135.

[18] En las memorias de Godoy se encuentra el siguiente fragmento:“Cuando la escuadra combinada llegó a Cádiz, el general Gravina fue a Madrid a informar de lo hecho hasta ese día y recibir instrucciones del Gobierno. Los nuevos proyectos adoptados le parecieron los más adecuados y apropiados en esas circunstancias; pero añadió que Villeneuve no era el hombre indicado para el caso. Dijo que le faltaba la energía de la voluntad, la disposición de ánimo y ese coraje militar que decidía los triunfos y aseguraba los acontecimientos en los momentos críticos; que era valiente y trabajador, pero indeciso y lento para mandar, sopesando los pros y los contras de las cosas como quien pesa oro, creyéndose consciente de todos los riesgos, incluso los más remotos, y sin saber dejar nada al azar. En cuanto a su experiencia y sus conocimientos, dijo que Villeneuve estaba adelantado a muchos de su tiempo, pero enteramente apegado a las teorías y recursos de la vieja escuela de la Marina, muy difícil de acomodar a las innovaciones de la Marina. Inglés; testarudo en sus ideas, y casi siempre inaccesible a consejos que diferían de sus principios y sus reglas. Finalmente, dijo que Villeneuve, dominado por el miedo salvaje que lo oprimía de desagradar al Emperador de los franceses, y teniendo siempre el encargo principal que éste le había dado, de atender sobre todo a la conservación de las escuadras y evitar una victoria. de los ingleses, era por ello mucho más tímido en sus resoluciones, y que esta timidez, incomprendida en sus motivos, ya lo tenía sin crédito en la Marina, mal visto por igual por los españoles y los franceses (...) Era En realidad, Villeneuve no es el hombre que debería oponerse a un marinero como Nelson. Encomendé a Gravina que retrasara todo lo que pudiera por su parte al almirante Villeneuve, para evitar cualquier combate que la seguridad de Cádiz o el honor de las armas aliadas no hicieran del todo necesario; Le dije que en unos días reemplazarían a Villeneuve, para que guardara bien este secreto” (Godoy, M. Memorias . Publicaciones Universidad de Alicante. 2008. pág. 1065).

[19] Gravina se enteró de este hecho por el embajador de España en Lisboa, el conde de Campo Alegre. Gravina le escribió a Godoy el 2 de octubre (Conte Lacave, A. En tiempos de Trafalgar . Cortadora. 1955. págs. 42-43).

[20] Quadrado y De-Roó, F. o.c ., pag. 145.

[21] Es significativo el despacho enviado por Decrès a Villeneuve el 1 de septiembre, en el que transmite la orden de Napoleón de dominar “la costa de Andalucía y el estrecho de Gibraltar”, que Esperaba que se le sumaran los barcos españoles fondeados en Cádiz y los ocho situados en Cartagena. Además, el emperador francés instó a Villeneuve a embarcarse lo antes posible y tuvo que dar cuenta de sus deseos al "Señor Almirante Gravina". Napoleón termina diciendo lo siguiente:“Esto es lo que quiere Su Majestad, independientemente de la pérdida de los barcos, si se pierden gloriosamente; no quiere que sus escuadras sean bloqueadas por enemigos de fuerza inferior, y si de esta manera se presenta ante Cádiz, recomienda y manda que no dudéis en atacarla” (Lon Romeo, E. Trafalgar. Papeles de la Campaña de 1805. Institución Fernando el Católico. CSIC. 2005. págs. 193-194).

[22] Godoy le enviará una carta oficial en la que se inscribe lo siguiente:“Reduzca entonces a lo más preciso —le dice— los altos asientos de los barcos; formad vuestro Estado Mayor; Toma otro Jefe en el segundo, si lo crees conveniente, ya sea por el número de naves, ya por la calidad del servicio a que están destinadas; Finalmente organiza la escuadra que debe estar en pie de combate, y me da el estado de todo, tanto de los barcos como de las tripulaciones; desembarcar todo lo que sea pertinente, y disponernos para la salida, suponiendo que el general Villeneuve no tenga tiempo determinado” (Carta de Godoy a Gravina, del 26 de agosto de 1805 -Arch. Cent. de Marina, Sec. Histórica- , publicada por ALCALÁ GALIANO, op.cit .,t. H, pág. 661).

[23] Gravina escribe a Gil y Lesmus el 11 de octubre lo siguiente:“Como resultado de que el almirante francés había dado en la mañana del día 7 la señal para prepararse para Después zarpando dispuse inmediatamente retirar los puestos de Rota y Caleta y volver a embarcar la tropa de artillería que había desembarcado para servir a la plaza; pero habiendo resuelto en la Junta de Generales que se celebró al día siguiente en el navío de Su Majestad el Bucentaure, que el navío combinado de la armada en este puerto no saldría 61 hasta que se presentase momento favorable para poder comprobarlo; He pensado volver (sic) a establecer estos puestos y he tomado aquellas medidas precautorias y defensivas que previamente se habían estimado convenientes, en el caso de que los enemigos intentaran un ataque contra esta plaza o su puerto, pero con la prevención de que en El En el mismo momento en que en este buque se vuelve a dar la señal de prepararse para zarpar, todos regresan inmediatamente a sus respectivos tableros, porque como ya le he dicho a Vuestra Excelencia, los 15 buques de la Armada Española que tengo el honor de comandar , están listos y listos para hacerse a la mar a la primera señal” (Oficial de Gravina a Gil y Lemus, n. 115).

[24] El propio Napoleón dispuso que Villeneuve fuera reemplazado por el almirante Rosilly, lo que provocó “el regreso de Villeneuve a Francia para rendir cuentas de su conducta. Si el almirante Rosilly encuentra la escuadra en Cádiz, tomará inmediatamente el mando” (Citada carta de Napoleón a Decrès, de 15 de septiembre de 1805, núm. 9.220 de la Correspondencia).

[25] “El 6 de octubre, el almirante francés dijo al general Gravina que se veía obligado a abandonar el puerto, pues las órdenes de su gobierno se lo habían impedido (dar las órdenes necesarias para que los barcos españoles estuvieran listos para zarpar tan pronto como los franceses lo estuvieran. El general español se limitó a responder que consideraba necesario, antes de zarpar, celebrar un consejo en el que se tomaría la opinión de todos los comandantes de los barcos. se podían escuchar barcos de ambas naciones” (Quadrado y De-Roó, F. o.c. , págs. 143-144).

[26] Ibíd., pág. 145.

[27] El 28 de septiembre, Villeneuve expresó a Decrès su desaliento por poder dejar tantos barcos al mismo tiempo en la Bahía de Cádiz en tales condiciones:“No No sé si Vuestra Excelencia conoce las condiciones de esta bahía, y cuán difícil es que una Armada tan numerosa pueda zarpar al mismo tiempo si no es con viento del NE. al SE. Ruego a Vuestra Excelencia que recuerde que el Almirante Bruix estuvo tres días abandonándolo, lo que sería impracticable con una escuadra enemiga tan numerosa como la que nos acecha. Necesito absolutamente que el viento sople del Este, bien abordado, para hacerme a la mar, y no podré entrar en el Estrecho hasta que no haya un cambio al Oeste” (Villeneuve a Decrès; 28 de septiembre -Archives de la Marina , BB4, 230).

[28] Fernández de Castro, C. o.c., pag. 397.

[29] “Serían las siete de la mañana cuando las fuerzas enemigas, en formación de varias columnas, llegaron a nuestra línea con la intención de atacarla por el centro y la retaguardia. . Observando el movimiento, el general Gravina solicitó permiso al almirante en jefe para actuar independientemente de la línea con el escuadrón de observación que estaba bajo su mando (...) Villeneuve lo desaprobó rotundamente, advirtiendo al general español que permaneciera en la línea de batalla con fuerzas cercanas. adherencia a las instrucciones anteriores (Ferrar de Couto, J. Historia del combate naval de Trafalgar:precedido por el renacimiento de la marina española durante el siglo XVIII . Editores de Historia de la Real Armada Española. 1851. págs. 132-133).

[30] Quadrado y De-Roó, F. o.c. , pag. 151.

[31]Biografía de Don Federico Gravina y Nápoli , todo a babor. Disponible en https://www.todoababor.es/articulos/bio_grav.htm.

Este artículo forma parte del II Concurso de Microensayo y Microrrelato Histórico Deserta Ferro en la categoría microensayo. La documentación, veracidad y originalidad del artículo son responsabilidad exclusiva de su autor.


Publicación siguiente