Tras el final de la Segunda Guerra Mundial, y durante tres años, los aliados victoriosos llevaron a cabo el mayor traslado forzoso de población:entre doce y catorce millones de personas de origen alemán residentes en los países ocupados de Europa del Este, fueron expulsadas de sus hogares y obligadas a instalarse en una Alemania en ruinas. Metidos en camiones de ganado o trenes, los mismos que se utilizaron para deportar a los judíos, sufrieron enfermedades, hambre y malos tratos... En otros casos, no fueron expulsados directamente sino que pasaron semanas y meses en campos de concentración -en algún lugar se aprovechó los campos nazis-.
En la Conferencia de Potsdam (1945) Harry S. Truman, Winston Churchill -posteriormente sustituido por Clement Attlee- y Josef Stalin se reunieron para redactar el tratado de paz y discutir los detalles de la posguerra... y la hipócrita expulsión y migración forzada. La propuesta surgió de Stalin, quien ya la había puesto en práctica anteriormente, pero contó con el apoyo de Estados Unidos e Inglaterra; sólo Francia, que no participaba en la Conferencia, rechazó la propuesta. La medida se vendió como la única manera de impedir la violencia contra la minoría étnica alemana en los países ocupados (Polonia, Checoslovaquia, Hungría…) y la creación de Estados étnicamente homogéneos. Realmente fue una limpieza étnica.
En palabras de Churchill:
La expulsión es el método que, en la medida de nuestras posibilidades, resultará más satisfactorio y duradero. No habrá mezcla de poblaciones que causen problemas para siempre […] Habrá una limpieza.
En la práctica, la medida adoptada en Potsdam no hizo más que ratificar una política de hechos consumados que el Ejército Rojo había puesto en práctica en su avance hacia Alemania.
Si bien es cierto que algunos residentes de los países ocupados de origen alemán se aprovecharon de ello durante la ocupación y que, tras el final de la guerra, hubo algunos casos aislados de venganza entre la población civil, las medidas adoptadas no están justificadas. La migración forzada, que según la declaración de Potsdam debería ser ordenada y humana, se convirtió en una crisis humanitaria... los refugiados llegaron a una Alemania devastada con lo que llevaban puesto.
A finales de 1947, el Consejo de Control Aliado declarado:
Oposición a todos los futuros traslados obligatorios de población, en particular el traslado forzoso de personas de lugares que han sido sus hogares durante generaciones.