Desde principios de 1943, el Primer Ministro británico Winston Churchill y el presidente estadounidense Franklin D. Roosevelt se reunieron para planificar la invasión del continente ocupado por los alemanes. Pero no fue hasta 1944 cuando se dieron las circunstancias adecuadas:los alemanes habían perdido África y los aliados habían dado el salto a Italia vía Sicilia; además, el Ejército Rojo presionaba con mucha fuerza desde el Frente Oriental. El esfuerzo aliado se concentró en desembarcar en Europa un ejército que, tras liberar a Francia, llegaría al corazón mismo del Tercer Reich. Asimismo, Hitler tenía claro que habría un desembarco aliado en la costa atlántica francesa, pero la inteligencia británica le hizo creer que el desembarco en Normandía, en el noroeste de Francia, era sólo una distracción y que el verdadero desembarco se produciría en Calais ( casi 400 km más al norte).
El día concreto en el que comenzaría la invasión tampoco se dejaría al azar; gracias al matemático británico Arthur Thomas Doodson y especialmente a su máquina de predicción de las mareas, se calculó que las mejores fechas para el inicio de la operación eran entre el 5 y el 7 de junio de 1944. En esos días, la marea estaría lo suficientemente baja como para no tapar las trampas y , de esta forma, los equipos de demolición pudieron localizarlos y abrir un corredor para el desembarco; y lo suficientemente alto para que las embarcaciones pudieran descargar las tropas y luego partir sin peligro de quedar varadas en la playa. El 6 de junio comenzó la liberación de Francia:Día D .
El éxito del desembarco tuvo que ir acompañado de la consolidación de las posiciones arrebatadas a los alemanes y, para ello, las fuerzas aliadas debían recibir continuos suministros y refuerzos, la posibilidad de evacuar a los heridos y apoyo aéreo. El problema era que no siempre había aeródromos disponibles cerca de las nuevas posiciones en suelo francés. Este problema se solucionó con el Aterrizaje Avanzado o ALG (Campos de Vuelo Avanzados), aeródromos tipo Ikea —lo tomas y lo montas — . Este tipo de aeródromos se construirían sobre extensas llanuras libres de árboles, ubicaciones previamente localizadas a través de las fotografías que habían tomado los aviones de reconocimiento. Ya en la zona, el cuerpo de ingenieros tuvo que limpiar lo que sería la pista de aterrizaje y luego extender sobre ella una rejilla metálica transportada en grandes rollos que debían anclarse al suelo para consolidar el terreno. La pista debería tener una longitud mínima de 1.100 metros para los cazas y 1.550 metros para los cazabombarderos. La iluminación de la pista se realizó con focos portátiles y a modo de torre de control una sencilla emisora de radio sobre una mesa. En menos de una semana habían montado el kit de aeródromo . Junto con el ALG Pistas de aterrizaje de emergencia También se construyeron (ELS ) —simples llanuras limpias de poco más de seiscientos metros de largo—, que los pilotos aliados habían marcado en sus mapas como lugares para aterrizar en caso de emergencia por averías de aviones.
Después de la guerra, los agricultores locales aprovecharon el trabajo realizado por los zapadores y consiguieron magníficos campos limpios y labrados.