Historia antigua

El viejo Samurai:sabiduría japonesa con mensaje positivo

De la página de Facebook de Historias y Fantasías Mitológicas, hemos extraído esta narrativa, basada en uno de los personajes más fascinantes del país conocido como El Imperio del Sol Naciente. Los samuráis, guerreros de una élite militar que gobernó Japón durante siglos, siempre han sido el epítome del autocontrol, el honor y la valentía. También fueron maestros en el arte de la meditación y de la subordinación de los impulsos en favor de la inteligencia. En esta historia aprendemos a lidiar con la ira, la rabia y la provocación, emociones que pueden nublar nuestro juicio. Disfrútalo :

“Érase una vez en el antiguo Japón, un viejo samurái retirado se dedicó a enseñar el arte de la meditación a sus jóvenes alumnos. A pesar de su avanzada edad, la leyenda decía que todavía era capaz de derrotar a cualquier oponente.

Un día apareció allí un guerrero con fama de ser el mejor de su especie. Se destacó por su total falta de escrúpulos y por ser un especialista en la técnica de la provocación. Este guerrero esperó a que su oponente diera el primer movimiento y luego, con una inteligencia privilegiada para captar los errores del oponente, atacó a la velocidad del rayo. Nunca había perdido una pelea.

Conociendo la fama del viejo samurái, estaba allí para derrotarlo y así aumentar su fama de invencibilidad. El anciano aceptó el desafío y se reunieron en la plaza pública con todos los estudiantes y habitantes del lugar. El joven empezó a insultar al viejo maestro. Le escupió, le arrojó piedras, lo ofendió con todo tipo de desprecio hacia él, sus familiares y antepasados. Durante varias horas hizo todo lo posible para provocarlo, pero el viejo maestro permaneció impasible. Al final de la tarde, exhausto y humillado, el joven guerrero se retiró.

Los discípulos corrieron hacia su maestro y le preguntaron cómo había soportado cobardemente tal indignidad sin desenvainarle la espada, arriesgándose a ser derrotado.

– Si alguien te da un regalo y no lo aceptas, ¿a quién pertenece ese regalo? – preguntó el samurái.
– Quien haya intentado entregarlo – respondió un discípulo.
– Bueno, lo mismo ocurre con la rabia, la ira, los insultos y la envidia – dijo el maestro -, cuando no son aceptados, siguen perteneciendo a quien los llevó.