
Como se conoce a la etapa final de la prehistoria, que que podemos considerar en muchos casos protohistoria, está directamente relacionado con el uso de los metales. De ahí que, desde el siglo XIX, sus divisiones temporales sirvan principalmente para un mayor uso de unos, frente a otros. De tal manera que se conocen tres periodos principales, el Cobre, el Bronce y finalmente el Hierro.
Uno de los principales problemas con los que se han encontrado los prehistoriadores es la delimitación precisa de estos espacios temporales. Aunque sea una obviedad, debemos señalar que los metales en ningún caso son una invención, son un elemento de la naturaleza que el ser humano ha ido adaptando a su vida a través de diversos procesos atemporales. En el caso que nos ocupa, el bronce se consigue mediante una aleación de cobre y estaño que aportan mejores características de manejo y dureza respecto al uso exclusivo del cobre, que fue el primer metal utilizado por el hombre para la elaboración de utensilios. armas y adornos. Debido a esto, cabe destacar que la llamada Edad del Bronce se inicia en Oriente en fechas del IV milenio a.C. C. ampliando su uso, como era habitual en la prehistoria, de oriente a occidente.
Cabe señalar que es difícil ceñirse a fechas específicas, ya que estas son una fuente constante de revisión por parte de expertos. Este aspecto se debe a los continuos hallazgos arqueológicos de una sociedad actual, que parece estar cada vez más concienciada con el estudio de nuestra protohistoria. Dicho esto, hay que añadir que en términos generales la Edad del Bronce de la Península Ibérica se desarrolló a partir de finales del III milenio a.C. C., hasta la llegada del uso del hierro aproximadamente en el siglo VIII a. C.
Características generales de la sociedad en la Edad del Bronce.
Antes de profundizar en la cuestión de El Argar, es necesario destacar algunas características comunes, que podremos reconocer en todas las sociedades de este período.
El aumento de la población se está haciendo evidente, por lo que es necesario arar nuevas tierras para que sean útiles para la agricultura . Este último consigue algunos avances tecnológicos importantes; como el uso del arado con animales de tiro, que a su vez reactiva un ganado lo que adquiere mucha más relevancia que en el pasado, con la incorporación de caballos y ganado vacuno para estas labores. Siguiendo con la ganadería, cabe destacar que los productos secundarios adquirirán gran relevancia, especialmente la oveja y los ovicápridos, su leche se utilizará para elaborar queso y su lana fomentará una gran actividad textil. .
Es necesario resaltar que, si bien estamos en la llamada edad de los metales, su importancia siempre fue relativa, las zonas más habitadas siguieron siendo las que ofrecían mejores oportunidades para la agricultura o la ganadería. Es cierto que hay una revalorización de las zonas cercanas a los recursos mineros, pero en ningún caso será mayoritaria. De ahí que la zona más poblada de toda la Península parece ser la que fuera la Levantina, casualmente una de las más carentes de minerales de todo este espacio geográfico peninsular.
A pesar de lo anterior, la metalurgia Adquirió gran importancia dentro de la sociedad de la Edad del Bronce. Se inició la producción masiva de armas, mayoritariamente mediante el uso de moldes, de los que salían espadas, puntas de flecha o puñales de distintos tipos. Este aspecto significó un aumento de las diferencias sociales, con mayor presencia de jefes guerreros. Detrás de ellos estaba la necesidad de proteger todos los recursos, desde la agricultura hasta los minerales. Por lo que no es difícil encontrar la correspondencia entre esto último y la ubicación de los nuevos asentamientos en zonas elevadas y de difícil acceso, esto favoreció la protección y control de los recursos cercanos, especialmente las ricas tierras agrícolas y aguas.
Finalmente, en este apartado cabe destacar la proliferación de nuevas formas de enterramientos; entierro individual adquirió cada vez más, una gran importancia en aquella sociedad. Este hecho es particularmente importante para la arqueología, ya que facilita el estudio de las diferencias, tanto de estatus social como de género, entre los enterrados. Si al principio se siguieron utilizando las construcciones megalíticas para estos entierros, progresivamente se fueron eligiendo los suelos de la propia casa para colocar los cuerpos de los difuntos.

Entierro en cista argárica
El Argar.
Sin duda estamos ante la más conocida de todas las culturas de la Edad del Bronce en la Península Ibérica. En definitiva, fue la primera que nos dio a conocer la arqueología a finales del siglo XIX, y prácticamente hasta los años 70 del pasado siglo XX, la única de la que teníamos referencia. Su nombre proviene del yacimiento homónimo de El Argar situado en las proximidades de la actual población de Antas (Almería), pero se limita a una amplia zona geográfica del sureste de España, especialmente en las actuales provincias de Almería, Murcia. , Granada y Jaén. .
La primera duda que surgió en su estudio fue sobre la posible continuidad de la cultura calcolítica de Los Millares, que comparte espacio geográfico con El Argar. Hoy en día esta hipótesis está en gran medida descartada debido a la aparición de signos de destrucción y abandono en los asentamientos calcolíticos, por la reubicación de los nuevos en zonas más altas y más fáciles de defender. Ésta pasará a ser la principal característica de los asentamientos argáricos; su situación en grandes promontorios y en territorios de difícil acceso, desde donde ejercían un supuesto control sobre las poblaciones de la llanura.

Alto Castellón en la provincia de Granada
¿Cultura o Estado?
Hasta la fecha se han localizado cerca de una veintena de yacimientos de esta cultura argárica. De todos ellos los más destacados son El Argar y Fuente Álamo en Almería, Pañalosa en Jaén, La Bastida de Totana y La Almoloya en Murcia y Castellón Alto en Granada. De su estudio podemos deducir que los pueblos de esta cultura contaban con edificios comunitarios; como paredes, tanques de agua, tuberías, graneros, establos y talleres metalúrgicos o cerámicos.
Es evidente que estamos ante una sociedad compleja, con división de tareas, y con diferencias sociales evidentes. Algunos, como el profesor Vicente Lull, se basan en la arqueología para especular que El Argar tenía una estructura política en forma de estado, muy similar a las que hubo al inicio de la historia en Oriente Medio. Es evidente que la falta de escritura es un freno para confirmar esta hipótesis, aunque por otro lado hay varios aspectos que la refuerzan:
- Una fuerte impermeabilización de las borduras argáricas. Sus casi 33.000 km2 (otras fuentes indican 49.000 km2), en épocas de mayor esplendor cultural estuvieron resguardados de influencias externas. Este aspecto denota un gran control político, ya que por otro lado sus productos exportables se han encontrado en diversas culturas peninsulares.
- La Almolaya en Murcia tiene grandes posibilidades de haber sido un importante centro administrativo de esta cultura. Ya que en las recientes excavaciones de 2013 se encontraron restos de un edificio público de unos 300 m2. A su vez distribuida en varias salas, una de ellas de unos 70 m2 contaba con bancos continuos, donde con gran posibilidad las decisiones se tomaban por consenso entre unas 64 personas.
- Los casi mil entierros estudiados muestran una clara división social. De ellos, el 10% actuaba como clase dirigente, disponían de armas, que si bien les servía para defender el pueblo, también les servía para mantener el control sobre el resto de sus propios vecinos. Del resto, el 50% debían ser hombres libres, por así decirlo, de clase media, que tenían ciertos derechos sociales y políticos. Finalmente, el 40% eran sirvientes o esclavos.
- La metalurgia podría estar controlada por un estado. Este hecho se deduce de la falta de yacimientos donde la secuencia de elaboración de los productos metálicos sea completa, es decir, desde la extracción hasta el acabado final. Sólo parece que La Bastida de Murcia pudo realizar esta obra. Esto ha llevado a especular con producciones estatales que controlaban todos los procesos desde la propia extracción hasta su comercialización, y que decidían la ubicación de cada punto de producción.

Recreación del supuesto lugar de reuniones políticas de la Almolaya
Vida y muerte en la cultura argárica.
Las viviendas de la Cultura El Argar eran en su mayoría cuadradas, rectangulares o de planta absidal, tenían basamentos de piedra sobre los que se colocaba el tapial, se remataban con piedras planas. Los techos o un agua, eran hechos de madera y cañizos. En el interior había chimeneas, hornos o bancos corridos, algunos, al parecer, incluso tenían suelo de baldosas y doble suelo.
En los talleres de la Cultura Argárica destaca la elaboración de utensilios y armas en cobre, en un principio, para introducir posteriormente el bronce. Al final del período se encuentran moldes y restos de la producción de lingotes, este hecho es significativo para el comercio a larga distancia. Pero no sólo se fabricaban cobre y bronce, sino otros metales como la plata, utilizada principalmente para la elaboración de joyas y adornos. En este sentido cabe destacar que la zona geográfica de El Argar es una de las zonas mineras más importantes de la Península; destacar las zonas de Linares o Cartagena.

La Bastida de Totana, vista con la recreación del siglo XXI
Los entierros en El Argar siguieron el patrón previamente reportado de entierros individuales. Estas se realizaban principalmente en el interior de las casas, para colocar a los difuntos se utilizaban cistas, fosas, covachas o tinajas, las más pequeñas se colocaban en vasijas. Todos ellos junto a su ajuar personal, evidentemente con diferencias sociales y de género. De todos los elementos encontrados en las tumbas, destacan las copas argáricas destacar. , ya que parece que su función principal podría haber estado destinada precisamente a la ceremonia de traslado, y parte esencial del ajuar de la clase dirigente o guerrera.

Copa Argárica
Conclusiones.
El Argar plantea grandes interrogantes, que si alguna vez fueran descifradas podrían situar a la Península Ibérica en un nivel similar en términos de evolución política y social a Oriente Medio. Si anteriormente hemos querido decir que el periodo de la Edad del Bronce en la Península abarca desde finales del III milenio a. C., hasta la llegada del Hierro en el siglo VIII a. C. La cultura Argárica sólo estaría presente en la primera parte de esta ruta. Su datación entre 2200-1550 a. C. nos revela aspectos importantes; ya que conectaría con importantes civilizaciones del otro lado del Mediterráneo, como Babilonia o el Reino Medio de Egipto, y sería anterior a culturas como la micénica en Grecia.
Pero lo que antes se entendía por falta de escritura es posiblemente su mayor obstáculo. No sabemos a ciencia cierta su origen, hoy parece que se quiere consensuar una evolución autóctona desde el Calcolítico, evitando un posible origen alóctono sustentado en signos de destrucción y, sobre todo, el cambio de casas circulares a rectangulares. .
Su fin es la otra gran incógnita, las tesis se sustentan en el agotamiento de los recursos, principalmente metalíferos, y una preocupante deforestación. Pero lo que sí desapareció fue el componente político y social, los pueblos perdieron su interconexión y la llegada de nuevos elementos foráneos produjo un progresivo declive de los mismos hasta su abandono. Algunos sobre ese año 1550 a. C. como La Bastida sin elementos que indiquen violencia, mientras que otras acabaron reutilizadas por culturas posteriores como la íbera, ya en plena Edad del Hierro.
Más información:
Prehistoria reciente de la Península Ibérica, Coor. Mario Menéndez, Ed. Uned, 2013
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