A mediados del siglo XIV, en el A mediados de siglo, comienza en Castilla uno de los reinados más singulares de la historia de España. Pedro I de Castilla dejó, o buscó, enemigos por todas partes. Desde la perspectiva del tiempo, podemos pensar que Pedro I de Castilla recibió una Corona Castellana en forma de dardo envenenado. Su padre, Alfonso XI, murió en el año 1350. En aquel momento, Pedro, hijo de María de Portugal, era el único hijo legítimo según los cánones de la Iglesia católica. Pero hubo unos cuantos ilegítimos, de los que sabemos que al menos ocho descendientes seguían vivos. Todos ellos engendrados por Leonor de Guzmán . Es evidente que el bueno de Alfonso XI decidió pasar la mitad de su vida en el lecho de su amante.
Pedro I de Castilla
Pedro I se vio inmerso en un reinado lleno de guerras. Las primeras y evidentes fueron con sus hermanastros, que vieron que, a las primeras de cambio, su madre pasaba por el cuchillo. Sucedió en 1351, la instigadora del asesinato fue María de Portugal, presumiblemente algo molesta por haber sido un cero en vida de Alfonso XI. Castilla se embarcó en una Guerra Civil entre los partidarios de Pedro I y Enrique de Trastámara, el hijo mayor de Leonor de Guzmán. Una guerra que incluso llevó a Castilla la Guerra de los Cien Años, las potencias medievales de Inglaterra y Francia apoyaron a los respectivos contendientes para ganarse al poderoso aliado que se convertiría en el ganador de la disputa castellana. Pero no contento con la lucha dinástica, Pedro I de Castilla se vio envuelto en una guerra con la Corona de Aragón, supuestamente debilitada a mediados del siglo XIV por sus batallas en el Mediterráneo.
Muhammad V, el amigo de Pedro I.
Pedro I se hizo tantos enemigos que inevitablemente tuvo que buscar un aliado. No tuvo que buscar muy lejos, lo encontró en el Reino de Granada, y además de aliado, la historiografía destaca la gran amistad que surgió entre ambos monarcas. Cabe destacar que Muhammad V, más joven que Pedro I, llegó al gobierno del Renio de Granada en 1354, cuando sólo tenía 15 años. Es decir, entre ambos monarcas hubo una diferencia de 5 años.
Patio de los Leones de La Alhambra, construido por orden de Muhammad V, tras la muerte de Pedro I
Las primeras relaciones surgieron a finales del año 1358. Castilla se enfrentaba a un Aragón que contaba con una flota mayor que la castellana. Pedro I solicita apoyo naval al Sultán de Granada. Cabe destacar también que en esta época el rey castellano recorrió el Mediterráneo en un barco de fabricación árabe, bautizado con el nombre de Uxel.
Dos años más tarde, a finales de 1360, estando Pedro I en Sevilla, recibió la noticia del derrocamiento de su nuevo aliado. Parece que al rey castellano no le importó perder la ventaja que tenía en ese momento en su batalla contra los aragoneses. Su amigo necesitaba ayuda, y el rey castellano embarcó a sus huestes en una nueva lucha, en este caso contra el llamado Rey Bermejo, seudónimo con el que se conoce a Muhammad VI. Las tropas de los derrocados, con apoyo castellano, comienzan a recuperar ciudades, y realizan violentas incursiones para hacer que el nuevo sultán de Granada pierda el control del territorio. Acorralado, el rey Bermejo decide dirigirse a Sevilla en 1362 para ponerse al lado de Muhammad V como vasallo del rey castellano. El gesto no convenció a Pedro I, que lo hizo arrestar, para ejecutarlo unos días después en las afueras del Alcázar de Sevilla.
La relación entre Muhammad V y Pedro I, a medio camino entre el vasallaje y la amistad, se prolongó hasta la muerte del rey castellano a manos de su hermanastro Enrique de Trastámara. Unos meses antes, el sultán de Granada había enviado un ejército muy numeroso a Córdoba, una de las últimas ciudades perdidas por Pedro I en la Guerra Civil Castellana. Este contingente contaba con 8.000 soldados de a pie, 7.000 jinetes y 12.000 ballesteros, sin duda, prueba irrefutable de la excelente relación entre ambos.
Claramente, esta relación fue mucho más allá del campo de batalla. Además, no sólo se refleja, como veremos más adelante, en la fascinación mutua por la arquitectura. Los encuentros fueron tan intensos que les llevaron incluso a compartir los servicios de figuras destacadas de la cultura y la política musulmana. Ibn Jaldún , uno de los grandes sabios de la Edad Media, incansable viajero, historiador, geógrafo, filósofo y economista vivió en la Corte del rey Pedro I durante largas temporadas. Además de Ibn al-Khatib , el gran visir de Mahoma V, que asesoró políticamente al rey de Castilla en varias ocasiones. Todos juntos llevaron a Pedro I a una política constructiva, que dejó destacados palacios de inspiración musulmana en la Corona de Castilla.
Ibn Jaldún.
Los Palacios musulmanes de Pedro I.
La adopción de esta arquitectura musulmana fue mucho más allá del simple gusto o capricho arquitectónico. Sin duda, fue su forma de encaminar a Castilla hacia una nueva concepción del Estado, y es ahí donde más se reflejan aquellas intensas sesiones con Ibn Jaldún o Ibn al-Jatib. La Corona de Castilla fue uno de los estados más descentralizados, la alta nobleza siguió teniendo una enorme importancia política y militar. A Pedro I, en continua lucha contra ella por la herencia que le dejó su padre, no le queda más remedio que dar un paso adelante para conducir a la Corona hacia un modelo de Estado más autoritario y centralizado.
Los palacios musulmanes son indicativos de esta nueva forma política, hacia la que el rey Pedro I quiere encaminar Castilla. El Reino de Granada, como era costumbre en el mundo musulmán, fue un modelo de centralismo político en torno a la figura del sultán. . Sus palacios poseían numerosos símbolos, e incluían estancias propias de esta forma política. Uno de los más destacados fue el Qubba , sala religiosa rematada con espectaculares bóvedas celestes, destacando en dicha sala la figura central, evidentemente la del monarca, fue utilizada por Pedro I para impartir justicia. Uno de los mejores ejemplos lo encontramos en el Salón de los embajadores del Alcázar de Sevilla.
Salón de los embajadores en el Alcázar de Sevilla
Un efecto similar producían las monumentales fachadas, rematadas con un balcón superior desde donde el monarca se exhibía ante sus súbditos.
Cabe destacar que en algunos de los cuatro palacios que os presentamos el inicio de las obras fue previo a la amistad narrada entre Pedro I y Muhammad V. Este aspecto denota que el rey castellano tenía contactos regulares con el Reino de Granada . La intervención de los arquitectos nazaríes queda claramente patente en la planta de estos edificios, descartándose que los encargados de dichas obras fueran de origen mozárabe. Lo que sí es evidente es que tras el golpe de Estado de la Alhambra arquitectos, yeseros y artesanos en general emigraron a Castilla para trabajar a las órdenes del rey Pedro I.
Uno de los aspectos que llamó la atención en el siglo XIX, al estudiar estos edificios, fueron las inscripciones árabes que todos tenían en las fachadas y estancias principales de los palacios. Fue uno de los principales indicadores de que estas obras fueron realizadas por nazaríes. Unas inscripciones que seguramente no entendieron los visitantes de aquellos palacios, y quizá ni siquiera el propio Pedro I. El Islam estuvo muy presente en la Edad Media hispana, el espacio fronterizo era un lugar permeable, y sí, los sultanes los utilizaban para intimidar a sus visitantes. , por otro lado el resultado de esa visión fue sin duda muy similar. Es realmente sorprendente que un musulmán haga una inscripción para un rey cristiano con la siguiente forma:
“Gloria a nuestro señor el Rey Don Pedro, Dios le ayude”
Palacio de Doña María Padilla en Astudillo.
Por la vida de Pedro I pasaron hasta seis esposas, todas ellas en busca de alianzas políticas para su noble guerra. Pero en su testamento sólo acogió a María Padilla como legítimo, lo que, sin duda, denota que fue su verdadero amor.
María Padilla fundó en 1353 un monasterio de monjas clarisas en la localidad palentina de Astudillo, donde su familia tenía su herencia. Ambos se habían conocido un año antes, pero en ese mismo año el rey toma como esposa a Blanca de Borbón. Junto al monasterio, en un hecho habitual en la época, el rey Pedro I hizo erigir su propio recinto palatino, donde se alojaría durante sus visitas a la que se convirtió en su amante.
Cabe destacar que la conservación del lugar ha sido muy escasa. Hoy sólo podemos disfrutar de algunos elementos arquitectónicos de su construcción original, como la fachada, la mejor conservada, o restos de la decoración del salón principal y del salón del palacio. El edificio, que en su época fue el más modesto de los que mandó levantar Pedro I, alberga un museo conventual.
El Palacio de Tordesillas.
Tordesillas fue una de las villas más importantes a mediados del siglo XIV, varios hechos lo demuestran, especialmente la estancia de varias mujeres muy cercanas a los reyes castellanos. Entre ellas, Leonor de Guzmán, amante del padre de Pedro I, y tras su muerte, su rival, la madre del rey castellano, María de Portugal.
El rey Alfonso XI, recordemos, padre de Pedro I, ordenó erigir un monasterio para las clarisas en 1340, tras la gran victoria de castellanos y portugueses contra Los Benimerines en la Batalla del Salado En 1354, tras trasladarse allí la madre de Pedro I, el rey castellano ordenó la construcción del Palacio de Tordesillas. En él se alojaron consecutivamente su madre, su amante María Padilla y su hija Beatriz.
Como en el caso anterior, pocos vestigios nazaríes quedan en el actual edificio regentado por el Monasterio de las Clarisas. La fachada vuelve a ser la parte mejor conservada del edificio, y un ejemplo de unión entre los constructores nazaríes y castellanos. Una de las partes actuales del edificio revela la traza original del Palacio de Tordesillas, ya que se articulaba en torno a un gran jardín nazarí, hoy ocupado por el Claustro del Vergel, tras las reformas acometidas entre los siglos XVII y XVIII.
Palacio de Pedro I en los Alcázares de Sevilla.
Su padre, Alfonso XI, ya había hecho de Sevilla su residencia real. Como él, Pedro I pasa la mayor parte de su reinado en la ciudad del Guadalquivir. Es evidente que el Palacio que mandó construir allí entre los años 1356-1366 tenía unas dimensiones mucho más importantes que los anteriores.
Patio de las Doncellas del Alcázar de Sevilla
Sobre los restos de los antiguos recintos de las fortalezas sevillanas de las dinastías omeya y especialmente almohade, que convirtieron a Sevilla en la capital andaluza, Pedro I mandó construir su palacio real de 2.500 m2. Salas, salones, patios, fuentes o estanques que los historiadores del arte comparan directamente con la Alhambra de Granada. Ni que decir tiene que hoy es el único lugar de España donde se puede disfrutar plenamente de las construcciones que Pedro I mandó construir durante su reinado.
Fortaleza del Rey Don Pedro en Carmona.
Cerca de Sevilla, en dirección a Córdoba, el rey Pedro I mandó construir el último palacio musulmán. Desconocemos su finalidad, pero parece evidente que sería un lugar de descanso para la familia Real. Sobre una antigua fortificación levantada por los señores musulmanes de la Taifa de Carmona se levantó este palacio real que los arqueólogos definen como una especie de hermano pequeño del construido en Sevilla.
Pedro I ordenó a su familia refugiarse allí en sus últimos días, cuando las tropas de su medio hermano Enrique se prestaron para derrocarlo. Aguantaron, al mando de Marín López de Córdoba, dos años más después de la muerte de Pedro, convirtiendo a Carmona en el último bastión de los seguidores del último rey castellano de la Casa de Borgoña.
Puerta de Marchena.
Hoy en día sólo queda en pie la llamada Puerta de Marchena, que da acceso al actual Parador Nacional de Carmona. El resto del edificio del siglo XIV sucumbió con el paso de los años, afectado por dos terremotos, el de la propia Carmona en 1504, y el devastador terremoto de Lisboa en 1755.
Lectura recomendada.
La vida de Pedro I es una de las más interesantes de los reyes medievales de España. Fue un paso adelante en la modernización de la Corona castellana, pero también fue uno de los períodos más espantosos. Asesinatos, traiciones y guerras interminables marcan los diecinueve años de reinado de este monarca castellano, más amigo de los nazaríes de Granada y los ingleses del "Príncipe Negro", que de cualquiera de los demás reinos peninsulares.
Recientemente, de la mano de Almuzara, nos ha llegado esta historia ficcionada de la vida de Pedro I de Castilla. El autor del mismo, Julio Castedo, es un apasionado del mundo del cine, su ensayo "Las cien mejores películas del siglo XX" lo denota. Su primera novela, "El jugador de ajedrez", fue llevada al cine en 2017. Una forma de escribir muy inusual en la literatura histórica actual y dotada de una enorme riqueza verbal .
El Rey Don Pedro en la Historioteca